PANORAMA BRUMOSO

Carlos Ferreyra Carrasco

 

CIUDAD DE MÉXICO, viernes 4 enero 2019.- Hecho inédito en la historia de la humanidad, quienes tienen perspectivas y prometedoras garantías de un porvenir sin grandes agobios, son quienes en invasión orquestada están arribando a nuestro territorio para reanudar aquí sus vidas.

No hay sueño americano que valga. Progresivamente llegarán alrededor de veinte mil solicitantes de empleo que pretenden establecerse en el sureste. Está anunciado y programado.

La promesa de emplearlos en la siembra de bosques y en la construcción del Tren Maya les abre una perspectiva que no encontrarían en sus países de origen, hondureños la mayoría, guatemaltecos y salvadoreños los que se agregarán al paso de la comitiva.

Todavía persiste en el anonimato el nombre de quien organiza y financia este éxodo.

Tampoco tenemos claros los fines de esta reubicación masiva, de este trasplante de nacionalidades que, admitámoslo, no quita la nostalgia por la patria original, y tampoco provoca gestos de gratitud para la nación que los acoge.

Hay un sentimiento de odio soterrado porque nadie que pierda sus raíces forzado, puede sentir amor por la vida, por sus semejantes que siempre lo verán como un advenedizo y al estilo gringo, como quien nos vino a quitar el pan de la boca.

Obsecuente, acrítico y sin sentimiento grato por una República que algún día será amorosa, el señor que ignora el Himno Nacional acepta en calidad de cárcel migratoria a quienes buscar brincar la frontera norte, mientras les resuelven su petición de asilo en Estados Unidos.

Ese fue su compromiso, no el nuestro, pero el bastón de mando le pertenece.

Para los mexicanos el fin de año fue triste, con un inesperado recorte que envió al desempleo a miles de jefes de familia. Con un poco de sensibilidad tal medida si era imprescindible, pudo retrasarse un mes. Nada hubiese cambiado para los planes del gobierno y se habrían evitado las tristes nochebuenas y los amargos año nuevos.

Nayarit, los damnificados que dejaron a su suerte, los tarahumaras víctimas de la hambruna secular que los azota cada cambio de calendario. Así se puede recorrer el territorio nacional sin encontrar un oasis.

Como ellos, el resto de los connacionales miramos con temor el futuro personal, el familiar, el de la nación entera. Y de hecho no alcanzamos a vislumbrar un rayito de esperanza en un ambiente de furia en el que detectamos, curioso que el gobierno lo ignore, grupos armados y entrenados por oficiales castrenses en los alrededores capitalinos. De derecha, para ser precisos. Quede como advertencia.

carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

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