De Memorian / LA CIA, COMO PEDRO POR SU CASA

CARLOS FERREYRA CARRASCO

CIUDAD DE MÉXICO, lunes 18 de diciembre de 2017.- Muchos años, sin que el grueso del público lo detectara, México fue el escenario principal del espionaje, de la guerra fría que se dirimía entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
El centro de esta labor era la Avenida Tacubaya, la embajada de Cuba y la embajada de la URSS, edificios porfirianos que antes fueron residencia de grandes capitostes. Construcciones con extensos sótanos y con habitaciones y pasillos cuasi secretos a lo largo, lo ancho y lo alto de cada una de estas construcciones.
Frente a ambas embajadas, digamos en un espacio intermedio que facilitaba observar las actividades en las dos sedes diplomáticas, los gringos habían alquilado o adquirido departamentos en donde montaron sofisticados (para entonces, claro) equipos de escucha y de filmación.
Era labor aparentemente innecesaria. En el aeropuerto mantenían a un agente de la Dirección Federal de Seguridad que interrogaba a los viajeros a La Habana, los fotografiaba y era sabido que los originales iban directos a la casa de los arcos, en Reforma, y las copias al Palacio de Covián en Bucareli.
De entonces para acá la situación ha cambiado en forma notable. Del trabajo casi clandestino de los agentes soviéticos y gringos, se pasó a la abierta presencia y en ocasiones al comando de los segundos de las fuerzas de seguridad, Ejército, Marina y policías de todos los niveles.
A la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia, se sabía por la actitud presuntuosa de las autoridades de Washington que en edificio vecino a su embajada, la casa de los arcos, erigieron un centro de control y espionaje sin paralelo en el resto del continente: medio centenar de agencias gringas con permiso para actuar en México, aunque con el condicionante, nunca acatado, de hacerlo sin armas.
Como una de las primeras decisiones del novato mandatario, se decidió que no habría dispersión de contactos con estas agencias extranjeras, se establecería “una sola ventanilla” y esa era en el Palacio de Covián, el secretario Miguel Ángel Osorio Chong.
Hoy muchos suponen agentes desestabilizadores actuando en México. Con protestas bien concertadas y fuentes de financiamiento desconocidas y no investigadas por autoridades que son víctimas propiciatorias de quienes desde las redes sociales manejan versiones y estimulan inconformidades.
Un ejemplo el caso de los ayotzinapos; nadie explicó por qué enviaron a zona ajena a niños de reciente ingreso que carecían de práctica en asaltos y saqueos, los situaron en una región controlada por el narco. Y eso lo sabían los líderes de la Normal Rural. Lo que siguió es público: viajes dentro y fuera del país, refuerzos económicos para las familias de las víctimas y desde luego fondos para pago de inserciones, carteles y más.
También acompañamiento de médicos, vigilantes, ayudantes y uso de equipos motrices, pago de hoteles, comidas…
Rescatemos una denuncia nunca aclarada de Wikileaks: soldados estadunidenses participan en el combate a las drogas. Lo confirmó la muerte de Arturo Beltrán Leyva en un departamento en Cuernavaca, abatido por marinos mexicanos bajo vigilancia de instructores gringos cuyas fotos fueron publicadas los días posteriores al hecho en diciembre de 2009.
Y también Huitzilac—Tres Marías, cuando policías federales al responder a un llamado por secuestro, se toparon con un vehículo blindado que no respondió a la orden de detenerse. Los agentes mexicanos iban de civil y todo terminó en que balacearon el auto que luego se supo pertenecía a la embajada de Estados Unidos, llevaba a supuestos diplomáticos (nunca identificados) de esa nacionalidad y el chofer era un marino mexicano que los llevaba al campo de entrenamiento de la corporación en esa zona.
Según los documentos revelados por Wikileaks, la información fue obtenida de correos electrónicos de un funcionario diplomático mexicano con la agencia privada de espionaje, dicen sostenida por la CIA, Stratfor. Da cuenta también de la reunión “secreta” entre funcionarios gringos con mexicanos en 2010, para mejorar la comunicación entre agentes encubiertos procedentes del norte y la Policía Federal a la que descalifican y reiterando que no comparten información por los altísimos niveles de corrupción entre los agentes nacionales.
El diplomático fue identificado como Fernando de la Mora Salcedo quien, entre otras cuestiones, señala que los cárteles de la droga han penetrado lo mismo organismos mexicanos como gringos. En alguna parte señala que un funcionario mexicano “de alto nivel” negociaba secretos nacionales con entidades del país del norte. Esta información en determinado plazo dejó de ser secreta y está a la vista pública en internet, aunque en ningún momento se señala por su nombre al personaje.
De la Mora, informa el blog Narconews, aseguró a Stratfor “haber sido moldeado para ser la ‘punta de lanza’ mexicana en EU”; agrega que es “el más joven funcionario del Servicio Exterior en la reciente historia mexicana… y ha sido designado como el hombre clave del gobierno de México, que pagó sus estudios en la Universidad de Nuevo México para prepararlo para una mayor interacción con la aplicación de la ley de EU y sus legisladores…”
Otro documento rescatado por Wikileaks, confirma “que hay presencia de Marines (en México)… y las Fuerzas Armadas aceptan la coordinación operativa y ejercicios conjuntos; quedan más en las etapas de planificación. En efecto, tenemos presencia militar de EU en México como parte de la oficina de coordinación de la Iniciativa Mérida. Hay asesores y agentes de inteligencia que trabajan en el nivel táctico con sus contrapartes mexicanas…”
Y lo más reciente, la aceptación de que uniformados mexicanos pasen a integrarse a los comandos de los Cascos Azules de la ONU, bajo control, claro, de Estados Unidos.


carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

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