DE MEMORIA

PERIODISMO NACIONAL EN SU DÍA…

Carlos Ferryera Carrasco
CIUDAD DE MÉXICO, sábado 5 enero 2019.- Todo principió cuando Daniel Moreno Chávez, cacique de Animal Político, uno de los mejores blogues (o como se diga) de América Latina y, en un descuido, de Estados Unidos y Europa, preguntó si alguien recordaba la expresión “debe de debe” para inclusión forzosa de información.
Los comentarios de los anencefálicos tuiteros y feisbuqueros de siempre, derivaron hacia la condena contra el periodismo nacional. Dieron sus interpretaciones –desinformadas—sobre la expresión y decidieron que los periodistas en México somos corruptos y el gobierno nos tiene en alquiler o de plano propiedad.
Coincide con la fecha 4 de enero, que se dedica al periodismo nacional. Es, pues, el Día del Periodista, aunque nadie sabe a ciencia cierta quién lo decidió así y por qué causas.
En sesudo análisis, como suelen ser siempre sus comentarios, Rogelio Hernández López propone el 30 de mayo, aniversario del asesinato de Manuel Buendía, al que califica como el más importante periodista del siglo pasado y de paso desechar el 7 de julio, cuando el coronel García Valseca reunía en comida de la libertad de prensa, así se llamaba, a los editores que presenciaban cuando sus reporteros eran premiados por el mandatario en turno.
Intercalo un recuerdo que cuestiona las idioteces del NYT y su teoría de la dependencia de los diarios del gobierno. Cubría la fuente de Presidencia, el jefe de Prensa, Luis Javier Solana, me llamó para darme indicaciones sobre el manejo de una información que consideraba delicada.
Mi respuesta fue que mi salario lo pagaba Unomásuno y que estaría en disposición de atender una instrucción de mi director, pero de ninguna manera del jefe de Prensa de la Presidencia.
Cuando llegué en la tarde al diario, me dijeron que Manuel Becerra Acosta (por quien nunca tuve la menor simpatía) me esperaba en su oficina. Entré, con un gesto me indicó que cerrara la puerta y elevó el tono de voz: Sí, Luis Javier, lo entiendo, así que piensas que puedes dirigir mi periódico mejor que yo. Lo acepto y te propongo que te vengas a mi lugar y yo iré a ocupar el tuyo…
Ignoro la respuesta del funcionario, pero el final de la conversación fue un sentencioso comentario: entonces no des órdenes a mis reporteros, respétalos y sin tienes algún comentario me lo haces a mí.
Tiempo después, en el Mar de Cortés, Óscar Argüelles me dio la noticia: llamó el director de tu periódico y ordenó que a partir de este momento ya no cubres la fuente.
Me dio un ataque de risa, pensé que me bajarían en una canoíta y me lanzarían a mar abierto. También a Óscar le dio risa y tuve que aclararle que en nada había influido Solana en tan expedita expulsión, sino mi terca oposición a privatizar la cooperativa. Al final se privatizó y el ganón fue Manuel Alonso que desde Los Pinos maniobró para expulsar del país a Becerra mediante suculenta indemnización.
Volvamos a nuestro tema: la expresión “debe de debe” efectivamente era una orden de trabajo que debía cumplirse y en la que seguramente el director, el subdirector o algún otro jerarca del periódico estaba interesado. Lo mismo podía ser una información acordada (transada en lo particular), que de tipo confidencial sólo confiable a un reportero de gran capacidad.
Naturalmente no faltaron los críticos al comentario de Daniel. José Martín, que ignoro si ejerció el oficio o nada más, como suele suceder en las redes, habla a lo tarugo, dice que cuando ve el tipo de periodismo en otros países le da vergüenza el nuestro porque no hay investigación sino reproducción de declaraciones.
Debe ser un hombre “muy viajao”. En mis años como corresponsal viajero salvo en Colombia y desde luego no en todos los periódicos, encontré un reporteo que se asemejaba más a la crónica que a la investigación. Igual situación que pude detectar en Argentina, con la diferencia de que en este país las que llevaban la batuta eran las revistas.
Hay otra expresión que fue destacada por los comentaristas. Darle la vuelta a la información, que nada tiene que ver con falsearla, sino con hacerla congruente, entendible o más cercana al estilo o los intereses del propio medio. Esto era frecuente con boletines –oficiales o del sector privado—que contenía datos de interés real para los lectores.
Y como ahora por montoneros los ocupantes de las redes sociales son los amos y señores de la verdad, sería útil editar un diccionario mínimo que contenga modos, modismos y expresiones de uso común en las redacciones de los medios de información.
Sería un debe de debe, sin darle la vuelta.
carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *