*En su 89 aniversario, el PRI es un cascarón donde ya no mandan los priistas.
*Parafraseando a Whitman: el PRI camina amortajado hacia su propia sepultura.A
CIUDAD DE MÉXICO, domingo 4 de marzo de 2018.- El 89 aniversario del Revolucionario Institucional no pudo ser ni más triste ni más aciago pues el Presidente, su candidato presidencial y hasta su vocero se averguenzan del PRI, afirmó el senador aguascalentense Fernando Herrera Ávila.
El aniversario del PRI fue un día fatal y simbólico en el camino a su derrota. Para empezar, agregó, ha quedado más claro que nunca que el PRI es un cascarón donde ya no mandan los priistas.
El coordinador de los senadores panistas subrayó el simbolismo de que el Presidente de la República no haya asistido a la ceremonia priista, no obstante que impuso en la dirigencia a un especialista en taxis, Enrique Ochoa Reza.
Para mí que al Presidente de la República le da verguenza ratificar su militancia priista, no sólo porque no asistió, sino porque desdeñó a todos los priistas al momento de elegir candidato presidencial, añadió el aguascalentense.
El candidato presidencial, indicó, es un externo porque el Presidente no encontró entre miles de priistas a uno sólo, sólo uno, al que pudiera llamar honesto, como lo hacen con José Antonio Meade.
Pero el candidato, Meade, también se averguenza del PRI pues se ha negado a afiliarse a ese partido en el que militan 22 gobernadores acusados de desvíos en lo que va del presente sexenio, explicó Herrera Ávila.
Bueno, hasta el vocero de Meade, Javier Lozano, se averguenza del PRI pues tampoco ha querido afiliarse al que fue su partido, ese que hoy es famoso por las grandes escándalos de corrupción como la Casa Blanca, la estafa maestra y el socavón.
Más todavía: su candidato no confía en el PRI pues a pesar de los 89 años de experiencia acumulada del partido, Meade ha importado de Acción Nacional a quienes le hacen sus anuncios, sus spots y sus discursos.
Por todo ello, concluyó Herrera Ávila, podemos decir hoy, parafraseando a Walt Whitman, que el PRI camina amortajado hacia su propia sepultura
