COSA PRENSA / En Primera Persona 4

 

  • La otra guerra que va ganando México

  • Descubre el porqué de sus fracasos históricos

  • Han sido dólar y devaluaciones provocadas

 

Javier Rodríguez Lozano

 

AGUASCALIENTES, Ags., lunes 1 abril 2024.- Mientras se admite que México ya no tolera vergonzantes sumisiones, que China, Rusia, las economías emergentes del BRICS crecen al desdolarizarse y el mundo cambia de piel, intentaré hoy una primera parte de mi “autopsia exprés” de las devaluaciones.

 

Ellas nos arrodillaron, desde que el peso que Benito Juárez heredara a Sebastián Lerdo de Tejada (1872-1876), de 0.97, fuera superado por el dólar a 1.01 por primera vez en la historia y llegara a dispararse de 12.962 a 21.9296 con Enrique Peña Nieto casi 200 años después.

 

Y cómo Andrés Manuel López Obrador le quitara la bravura a un humeante dólar, al doblegarlo hasta 16.51  en hasta ahora… Y va por más.

 

Ninguno de los poco más de 60 presidentes de México en toda su historia había logrado algo semejante.

 

Más lamentable que las devaluaciones es asomarnos a los corazones de nuestra mexicanidad, y ver cómo el sentido común ha dejado de ser tal, para convertirse en un descomunal sinsentido, de enrarecidas inteligencias que ignoran que: “El problema no es el gobierno, sino cómo lo veo yo”.

 

Quizás para algunos sea necesario regresar a las aulas, o al menos recordar cánones de la filosofía política desde Platón, Sócrates, Aristóteles y Sófocles, y hasta Maquiavelo, Hobbes, Spinoza y Locke; un italiano, dos ingleses y un vikingo, que me hacen recordar el origen de los partidos políticos y su sinsentido de hoy, donde blanco y negro son lo mismo.

 

¿Y por qué no, también leer a Rousseau, Santo Tomás, Bacón, Voltaire, Newton, Kant, Marx, Nietzsche, Wittgenstein y Ortega y Gasset?

 

Para explicarse a la sociedad, la economía y la política de hoy y de siempre; las raíces violentas del Estado para preservarse y “el arte del engaño, como fin para justificar los medios”, según el pensamiento maquiavélico, aún vigente 500 años después.

 

En mi columna anterior, la En Primera Persona 3, mencioné a José Luis Cebrián, exejecutivo del Grupo Prisa, editor del periódico El País, como al vocero del poder económico mundial, encargado de darle línea a los medios de comunicación hispanoparlantes.

 

(Y también publicidad, para sobrevivir, como la que antes del Golpe a Excélsior en 1976, a cargo del presidente Luis Echeverría, el empresario Juan Sánchez Navarro -fallecido en 2007, cuñado de Carlos Slim por su hermana Mercedes y antecesor como ideólogo, de Claudio X. González- consiguiera de todo el sector privado para El Periódico de la Vida Nacional, a lo que ante ello Echeverría ordenaría invadirlo con esquiroles encabezados por Regino Díaz Redondo, para conseguir “cortarle la cabeza” a Julio Scherer García).

 

Dije en mi anterior columna que, Cebrián, como Kissinger, había sido uno de los más asiduos asistentes en las reuniones clandestinas -porque ningún medio de comunicación puede publicar lo que en ellas ocurre- de las personas más ricas del mundo, las que deciden quién gobernará tal o cual país.

 

Lo que no dije entonces y ahora lo hago, es que ese grupo piensa, ejecuta y se beneficia de las devaluaciones en México y América Latina, principalmente Argentina, Chile y Colombia, éstos, con los peores desempeños económicos de los últimos años.

 

Pero retomo este párrafo porque en él está una de las claves de los orígenes de las devaluaciones en Latinoamérica.

 

Así como Cebrián era el vocero del poder económico mundial para los países de habla hispana, George Soros ha sido “El hombre del maletín” que financia las desestabilizaciones sociales -como las marchas antiamlistas en México, contra Maduro en Venezuela y los pleitos de los Fernández en Argentina (Alberto y Cristina) que tienen con hambre a uno de cada dos argentinos en estos momentos-, así también Henry Kissinger era el encargado de la política exterior global.

 

En la reunión Bilderberg de 1970 Kissinger recibiría la orden de logar que Richard Nixon le quitara el patrón oro al dólar en 1971 y eso provocaría devaluaciones que empobrecieron tremendamente a América Latina.

 

Platicaré del caso de México, aquella devaluación inmisericorde de Luis Echeverría, que, debido a sus relaciones económicas con los grandes medios de la época, no solo no fue condenada, sino que en muchos casos hasta le veían “el lado bueno”, es decir, el vaso medio lleno de la cuestión.

 

LA COSA ES QUE…

 

¿Qué cree Usted, amable lector? Otra vez me gana el tiempo.

 

Y el tema me da no solo para otras columnas, sino hasta para un libro, gracias a mi hermosa colección de libreta de apuntes de reportero.

 

Voy a cortar, pero antes diré que todas las devaluaciones en México se han debido al manejo estadunidense del dólar, una moneda empoderada en 1944, cuando la Segunda Guerra Mundial destruyera la economía europea y tuvieran los británicos que enviarle a Estados Unidos cientos de toneladas de oro (unas 600) para que el dólar justificara su naciente liderazgo mundial.

 

Todos los desajustes en el manejo de sus economías, y, por otro lado, su espíritu imperial, generaron problemas a las finanzas europeas, porque lo bueno cuesta caro, por lo que urdieron que Estados Unidos le quitara el patrón oro al dólar.

 

Se vinieron las devaluaciones y se detonó el mecanismo mediante el cual el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial se apuraban a entregar voluminosos créditos a los países afectados y con los puros intereses en Europa se recuperaba la vida a cuerpo de rey, aun en países como España, Portugal, Polonia, de los más pobres del viejo continente.

 

Lo detallaré en otro momento.

 

Qué tal.

 

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