Aquella mirada lo decía todo…
- AMLO al control de su sucesión
- Fracasaron presidentes neoliberales
- MMH no debió ser nunca presidente
- Ahí surgió la “Gran Venta de Garaje”
- Impedirá AMLO los mismos errores
Javier Rodríguez Lozano
Miércoles 7 julio 2021.- En ninguna parte del presidencialismo mexicano se describe y descubre con tanta claridad como ahora, la intención del presidente Andrés Manuel López Obrador de tomar el control del proceso sucesorio para evitar el mínimo de error posible.
Un gran privilegio que no tuvieron presidentes como Gustavo Díaz Ordaz, por ejemplo, a quien su secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez le arrebatara ese proceso mediante el Movimiento Estudiantil de 1968 y lo consolidara con el Halconazo de 1971 e imponer en 1976 a José López Portillo.
En lo personal, nos da mucho gusto que espacios virtuales como Wikipedia enfoque su comentario sobre la Sucesión Presidencial que le tocó dirigir a López Portillo, basado en la conclusión del reportaje de 640 cuartillas de este reportero, publicado en el periódico LA PRENSA en 1982
Describe Wikipedia que JLP “se aprestó a cumplir con el ritual sucesorio priista y fijó sus pautas de la selección en dos nombres: si el panorama nacional requería de un persona con mayor bagaje político, el escogido será el entonces dirigente nacional el PRI, Javier García Paniagua”.
Sin embargo -agrega esa fuente- “si las circunstancias sugerían un perfil diestro en sortear dificultades financieras, la candidatura correspondería a su secretario de Programación y Presupuesto, Miguel de la Madrid”.
Y ahí se daría una de las paradojas más aberrantes del sistema político mexicano y porque la necesidad nacional era hacer frente a la crisis económico con las herramientas más útiles y los mejores resultados, pero resultó completamente al revés.
Con Miguel de la Madrid no se resolvería la crisis económica y sí en cambio, surgiría la “Gran Venta de Garaje nacional” mejor conocida como Neoliberalismo, con la directriz de Carlos Salinas y Gortari precisamente en la SPP, que tendría sus escenarios más dramáticos a partir de 1988, luego de “la caída del sistema”.
Pero el punto es que, a diferencia de los presidentes de los regímenes estabilizadores y aun los que le precedieron, desde Lázaro Cárdenas y hasta Miguel Alemán, en que el proceso de la Sucesión Presidencial se manejaba con pinzas y discreción, en “La docena trágica” se perdió esa mística y lo que quedó fue el cinismo puro.
Todas las sucesiones presidenciales del neoliberalismo, de 1982 a 2012, fueron hojas de ruta, protocolos comunes, totalmente predecibles, aunque los medios de comunicación -que ya sabemos cómo manipulan la información- quisieran hacernos creer que el “tapado” estabas realmente “tapado” y que “el oráculo de Delfos” no tenía aún un ungido, cuando todos estaban más cocinados que la Cecina de Yecapixtla o la barbacoa de Calpulalpan.
Porque todos los proceso de la Sucesión Presidencial del neoliberalismo fueron un verdadero y costoso fracaso, porque se pensó más en enriquecer a pequeños grupos que hoy conocemos como “de intereses creados”, que en las grandes necesidades del pueblo y su legítimo derecho al bienestar, fue que el presidente Andrés Manuel López Obrador toma abiertamente el control, no solo de su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), sino de su propia Sucesión Presidencial.
De la Madrid, Salinas, Zedillo (Fox-Calderón) y Enrique Peña Nieto operaron sus sucesiones presidenciales bajo aquellas premisas y el hartazgo no podía hacerse esperar; no supieron elegir a sus sucesores porque no tuvieron interés social.
De la Madrid nunca debió ser presidente, siempre fue mejor opción el jalisciense García Paniagua, y obviamente, si consideramos un hipotético y distinto escenario nunca habría llegado Salinas a un gabinete corrompido, al que le seguiría la globalización impune con Ernesto Zedillo.
A pesar de que El Universal sabía desde 1992 que Zedillo sería presidente, nunca lo creyó y tendría más metidas de pata que ahora con López Obrador; la diferencia es que esta vez Zedillo es su amigo y AMLO nunca lo será, como ya mostró con Silvano Aureoles.
Parodiando el hermoso danzón de Juárez, aquel de “Si Juárez no hubiera muerto…”, si Javier García Paniagua hubiera sido presidente México nunca entraría al neoliberalismo y si Colosio no hubiera sido desaparecido por el salinismo, México sería otro; precisamente el que ahora construye López Obrador.
LA COSA ES QUE…
Y porque el morenismo no supo operar las elecciones, con el grave riesgo de que en esta Sucesión Presidencial fracase su proyecto de hacer historia, por eso fue que López Obrador retoma su partido y controla ya proceso sucesorio.
Por supuesto, uno de los precandidatos del conservadurismo, destapado por el periódico español El País y replicado puntualmente por El Universal -Ricardo Monreal- ya protestó y saca la cara para decir: “Aquí estoy, no me olviden”.
El zacatecano, más verde que Fox y Zedillo juntos, la quería desde 2018, nada más ingenuo, al pretender encabezar al izquierdismo que ya tenía dueño en el tabasqueño; pero soñar no cuesta nada, el problema es que hay fantasías que ensucian la cruda realidad.
Y el partido conservador, pionero con Fox en el sun tzuniano arte de la anticipación, se deschinguiña apresuradamente y también lanza su lista de prospectos.
La pregunta sigue siendo la misma: ¿Cómo logró el eje PRI-PAN-PRD tantas diputaciones federales, cuando todo México sabe lo tranza que son?
La respuesta es clara: el árbitro electoral y el arte del engaño.
Qué tal.