COSA DE PRENSA / Histórico

Igual, exactamente igual como el canciller Manuel Tello, en su discurso redactado por Alfonso García Robles y Antonio Gómez Robledo, ante la reunión de la OEA en Punta del Este de 1962, el Presidente López Obrador se cuidó de inmiscuir en esta protesta a su homólogo estadunidense, Joe Biden; como tampoco lo hiciera el Presidente López Mateos contra Kennedy por aquella reunión en Uruguay para expulsar a Cuba.

 

 

  • Justicia a 28 millones de trabajadores

  • Son rescatados de la ávara ignominia

  • AMLO le resta calidad moral a EEUU

  • Como ALM a Kennedy sin decírselo

 

 

Javier Rodríguez Lozano

CIUDAD DE MÉXICO, viernes 26 abril 2024.- En el curso de anoche y las primeras horas de hoy, debió aprobarse en el Senado -en lo general y en lo particular- la iniciativa presidencial de la creación del Fondo de Pensiones del Bienestar, un hecho histórico, de auténtica justicia social para 28 millones de mexicanos.

 

En un mundo devastado por la manipulación del poder económico global, al que está alineado México -con guerras en Ucrania y en Palestina, y las del rublo y el yen contra el dólar y el euro- nuestro país escribe una de las páginas más apasionantes de su historia, después de Benito Juárez que tenía arrodillado al dólar que valía 97 centavos de nuestro peso, en 1857.

 

Poco después de las 20:00 horas de ayer, la Cámara Alta aprobaría la legislación histórica, arrebatándosela a las de los pasados regímenes del PRI y el PAN, que habían condenado a los trabajadores a devengar míseras pensiones, que al entrar en vigor el nuevo Fondo de Pensiones para el Bienestar, serán del 100% del último salario.

 

Antes del ríspido debate en el pleno senatorial, donde el desorden empezaría en la calle cuando un pequeño grupo de jóvenes bloqueara Paseo de la Reforma en su dirección al norte, en protesta contra el senador morenista Adolfo Gómez, que el día anterior había sacrificado una gallina en la vía pública y ayer encabezara un ritual en el mismo sentido, en el interior del Senado.

 

Además del escenario parlamentario que daría luz verde a una legislación que otorga justicia social a millones de mexicanos, México, y en particular su Presidente, han tenido que enfrentar los más vergonzantes matices de la campaña internacional en su contra, por su postura de impedir que el poder económico mundial siga sangrando los recursos nacionales, como si todavía estuviéramos en 1519, cuando una caterva a aventureros españoles iniciara el saqueo, los mismos que hoy tienen sumido en la corrupción a su país.

 

Por ejemplo, la actitud del presidente Andrés Manuel López Obrador, con su rechazo a la OEA, “porque no es más que un florero”, se remonta a algunas de las amargas experiencias que la democracia ha vivido en ese organismo, manipulado por Estados Unidos desde su fundación en Washington en 1948.

 

En 1962, la OEA convocaría a una reunión cumbre en Punta del Este, Uruguay, con el único objeto de expulsar a Cuba, que había consumado su Revolución tres años atrás, y que provocara el pánico de Estados Unidos, al temer la expansión del comunismo no solo a México, sino a todo el hemisferio Latinoamericano.

 

El presidente Adolfo López Mateos ordenaría a su canciller, Manuel Tello, hacer valer los principios mexicanos de solución pacífica de las controversias y no intervención, éste tenía entre sus colaboradores a dos grandes de la diplomacia mexicana: Alfonso García Robles y Antonio Gómez Robledo, quienes se encargarían de redactar un discurso en el que México se oponía a la expulsión de Cuba, consolidaba su soberanía entre los pueblos de América Latina y conservaba una relación bilateral de respeto recíproco con Estados Unidos.

 

Histórico discurso el de Manuel Tello en la asamblea de la OEA de Punta del Este, narrado por su nieto Carlos Tello Díaz, que provocaría el alza en la Bolsa de Valores, el respiro de la iniciativa privada al confirmarse que no iríamos al comunismo y, sobre todo, la buena vecindad con Estados Unidos, al quitarle el dolor de cabeza que aquella misma amenaza les representaba.

 

“Los cubanos, por su lado, agradecieron el gesto de solidaridad de México, cuya delegación, junto con la de Brasil, votó en contra de la expulsión de Cuba. Muchos años más tarde, habrían de rendir homenaje al canciller Manuel Tello, al develar su busto en el Parque de la Dignidad, en La Habana”, narra Tello Díaz.

 

¿Por qué esta reminiscencia, que también había complacido al presidente John F. Kennedy?

 

Porque, desde el tiempo de Marcelo Ebrard en la Cancillería y desde el inicio de su gobierno, López Obrador, ha manifestado reiteradamente su rechazo a la Organización de Estados Americanos, por su carácter injerencista y de arbitraje para calificar y descalificar a gobiernos latinoamericanos.

 

A propósito de la declaración reciente del Departamento de Estado estadunidense en contra de México,  donde durante 2023 “no hubo cambios significativos en materia de derechos humanos”, porque en su opinión, “se dejaron de investigar y de enjuiciar la mayoría de los casos criminales”, el Presidente López Obrador respondió contundente:

 

“Estados Unidos no tiene autoridad moral para criticar a México en temas de derechos humanos… Allá no están acostumbrados a respetar la soberanía de los otros países… Ellos no están acostumbrados a respetar la soberanía de los pueblos… Y ellos, situándose como los jueces del mundo”.

 

Y tuvo elogios para su homólogo Joe Biden.

 

LA COSA ES QUE…

 

Igual, exactamente igual como el canciller Manuel Tello, en su discurso redactado por Alfonso García Robles y Antonio Gómez Robledo, ante la reunión de la OEA en Punta del Este de 1962, el Presidente López Obrador se cuidó de inmiscuir en esta protesta a su homólogo estadunidense, Joe Biden; como tampoco lo hiciera el Presidente López Mateos contra Kennedy por aquella reunión en Uruguay para expulsar a Cuba.

 

No lo ven, mucha gente inteligente, intelectual y posicionada en los liderazgos de opinión, no lo ven, ni lo verán porque no les alcanza, que Andrés Manuel López Obrador no tiene rival en México, en pensamiento geopolítico contemporáneo.

 

Qué tal.

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