COSA DE PRENSA / Guillermo Valencia Ramírez

 Javier Rodríguez Lozano y Guillermo Valencia Ramírez, el 7 de febrero de 2021 en un restaurante tradicional ubicado en Abasolo 455, de la hermosa Morelia.

 

  • Glorias de una redacción periodística
  • De las mejores del techo del Siglo XX
  • Difícil es la solidaridad con reporteros

Javier Rodríguez Lozano

MORELIA, Mich., miércoles 10 marzo 2021.- Se dice que “no hay plazo que no se cumpla, ni fecha que no se llegue”, y llegó el momento de recordar viejas glorias en una de las mejores redacciones de uno de los mejores periódicos de México de aquellos años, entre los 80s y los 90s.

Y para ello nos reunimos en ésta que es sin duda, una de las más hermosas ciudades mexicanas, con Guillermo Valencia Ramírez, exjefe de Información de El Gran Diario de México, también reportero orgullosamente policiaco y creo que eso lo dice todo, porque hace la diferencia.

Es posible bailar danzón en un ladrillo, pero no escribir en 500, mil o dos mil palabras, toda una historia de muchos años en esa redacción de Bucareli 8, con acceso también por Iturbide, a unos pasos del legendario cine Palacio Chino.

Y el eje de lo que queremos platicar es el de la vida del periodista, dama intrépida y poderoso caballero de la comunicación, pero -como dice Rogelio- “hojas de papel volando”, que a la hora de la verdad se descubre más sola que nunca y más vulnerable que nadie. Hablamos del periodista que siguió el librito de la honestidad.

Lo intentó desde 1994, año en que salió de aquella redacción Raúl Correa Enguilo, y fundaría con aquel noble propósito -el de solidarizarse con la o el reportero en desgracia, laboral o personal- la Fraternidad de Reporteros de México, A.C., sin conseguir, en mi humilde y limitada, tanto como respetuosa opinión, nunca aquella ansiada meta.

El deceso de Juan Arvizu Arrioja el pasado 17 de febrero es uno de los más claros ejemplos del final del periodista, en el más absoluto de los abandonos.

Cinco días antes del fallecimiento de Juan, escribimos en este espacio, clamando angustiosamente la intervención presidencial que nunca se dio; en mi tiempo, yo sí pude conseguir de un Presidente de México su atención para un importante directivo de ese periódico y puedo probar que sí se puede.

El 12 de febrero escribí en este espacio:

“Sirva este breve contexto para subrayar aquí que lo que le ha faltado a nuestro respetado compañero Juan Arvizu ha sido un buen apoyo, un buen jefe de prensa institucional, que le ayudara a haber conseguido un mejor servicio que el del IMSS, porque el que hoy ofrece esta institución ya no garantiza nada”.

También dije:

“¿Qué debemos aprender de todo esto? Que los jefes de prensa del poder público deben apoyar al periodista en la defensa y protección integral de su vida, lo mismo ante las amenazas del crimen organizado y los funcionarios y políticos corruptos, que en todas las crisis de salud que enfrente él y sus familias”.

Y reconocí conmovido:

“Si algo hace que aún hoy en día gran número de periodistas rechace a la Cuarta Transformación y recuerde con sincero agradecimiento lo más noble de los viejos regímenes, es porque ellos sí ayudaban al reportero y sus familias cuando sus vidas corrían peligro”.

En aquella ocasión y con ese texto, solicitamos la intervención del presidente Andrés Manuel López Obrador y sugerimos que se trasladara a Juan Arvizu Arrioja al Hospital Nacional de Nutrición “Salvador Zubirán Anchondo” -el mejor de América Latina en su noble género de salvar vidas- pero no fuimos escuchados; el periodista de El Universal fallecería irremediablemente.

El 19 de febrero siguiente publicamos este sumario:

“Lo que callamos los periodistas”. El reportero de la camisa blanca. ‘Tormentas en grandes océanos”.

Y reflexionamos:

“Lo que callamos los periodistas, naturalmente, es mucho más que lo que publicamos; y todavía más, lo que pensamos. Somos egoístas con el placer de mostrarnos tal cual somos y optamos por la discreción.

“Dejamos que sea el tiempo el que venga a desnudar nuestro pasado, como con Carlos Denegri o algún columnista de moda; o a exaltarlo, aunque muy pocas veces, como con Manuel Buendía o Miguel Ángel Granados Chapa.

“El sentido deceso de Juan Arvizu Arrioja es un punto de inflexión que nos invita a perdonar lo que el periodismo ha hecho con nuestras vidas, ‘una vida de perros, pero es el oficio más hermoso del mundo’, decía Gabriel García Márquez, y a agradecer lo que nuestras vidas han hecho con el periodismo”.

Y citamos un poco acerca de la entrevista que nuestro amigo Edmundo Cázares le hiciera a Juan Arvizu, dramática, sin embargo, es muchísimo más dramático lo que hubo detrás de aquella entrevista; mucho más doloroso y por lo mismo, impublicable, que desnuda con toda su crudeza la vida de un reportero y lo que sus medios hacen con ellos. Imperdonable.

LA COSA ES QUE…

Guillermo Valencia Ramírez ha autorizado a quien esto escribe a convocar en su nombre, a exreporteras y exreporteros de El Gran Diario de México que se interesen en participar en un periódico digital -una página web con canal en YouTube y otras plataformas similares en la red, con dominio del cabezal ya registrado- que hable de periodismo mexicano.

No será comercializado, no venderá publicidad de ninguna índole; explotará los géneros periodísticos y sus productos serán ofrecidos al público en general por la vía del donativo o la gratuidad, como elija el lector.

Hecho 100% por experiodistas de El Universal, con la meta de crear un fideicomiso que capitalice excedentes a los gastos de operación y los destine a seguros de gastos médicos mayores y a recursos adicionales a sus pensiones, supervisado y organizado todo de manera colegiada y notarial, normado por una Cláusula de Conciencia Única: Honestidad..

Qué tal.

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