COSA DE PRENSA / En Primera Persona 5

La muerte de un miliciano, Gerda Taro 1936… Con Robert Capa, los padres de la Corresponsalía del Guerra del periodismo universal.

 

  • Reconocimiento a J. Cruz Bonilla Méndez
  • Grandes del periodismo aguascalentense
  • Heriberto Bonilla, Agustín Morales Padilla
  • Los paradigmas del periodismo universal

 

 

 

Aguascalientes, Ags, 3 abril 2024

 

 

JOSE LUIS BONILLA BARRÓN

JEFE DE INFORMACIÓN

HIDROCÁLIDO

P R E S E N T E:

 

 

Gracias, José Luis.

 

 

Es espléndido y excelente el texto de don Mario Mora.

 

 

Recuerdo con mucha nostalgia mis conversaciones con Heriberto Bonilla Barrón sobre su señor padre, don J. Cruz Bonilla Méndez; una delicia escucharlo y compartir con él reminiscencias del periodismo de ayer, incomparable.

 

 

En alguna ocasión le comenté que yo tenía la impresión de haber conocido personalmente al señor Cruz Bonilla, no estoy seguro, ando buscando en mis archivos una foto de aquel encuentro, pero mientras, te voy a compartir ahora lo que conversaba con Heriberto.

 

 

En 1976 ingresé al periódico La Prensa y cubriría, quizás en 1980, un informe del gobernador de Zacatecas, el general Fernando Pámanes Escobedo, quien no tenía una imagen muy popular que digamos, más bien era discreto.

 

 

Yo siempre he pensado que la discreción es uno de los atributos, no solo de los buenos políticos, sino también de los grandes periodistas, como tu señor padre, y como Heriberto Bonilla Barrón precisamente, un señor comunicador que llevó sobre sus espaldas la nada sencilla y ligera tarea, de imprimirle una gran dignidad al periodismo de Aguascalientes.

 

 

Por cierto, en el caso del periódico Hidrocálido, a la llegada de Heriberto, procedente de El Sol del Centro, encontraría en él la semilla que a mí me formara en la Ciudad de México, en crónica política, entre 1987 y 1998; hablo de El Universal, gracias a la gran visión de don Agustín Morales Padilla.

 

 

Esa dignidad periodística aguascalentense, es en mi humilde, respetuosa y limitada opinión: “La sombra de un árbol que nos cobija con ramas y décadas de agradecimiento y admiración”.

 

 

En alguno de los escenarios propios de un informe de gobierno fue donde creo haber sido presentado por el propio gobernador Pámanes Escobedo, al señor Cruz Bonilla, el periodista de Aguascalientes: Sencillo, respetuoso y como ya dije, predominantemente discreto.

 

 

Para ilustrar un poco acerca de esto último, que es el verdadero privilegio del periodista -la discreción- destaco que muy pocos comunicadores sabíamos quién era el general Fernando Pámanes Escobedo…

 

 

Más de 40 años después podríamos comparar y ver que aquel personaje era otra cara muy diferente de la misma moneda del Zacatecas de hoy, adonde la meritocracia cambiaría bruscamente de cánones, con riesgo incluso, de contaminar a La Tierra de Gente Buena, Aguascalientes, como hemos visto últimamente en la primera plana de tu gran periódico, José Luis, el mejor, por supuesto.

 

 

Detrás de estas anécdotas, mi querido y respetado José Luis Bonilla, hay historias increíbles, pero me voy a limitar a dos que tres aristas que lo mismo exaltan la grandeza de las personas, que la belleza del periodismo:

 

 

La primera, es que el general Fernando Pámanes Escobedo, antes de llegar a la gubernatura de Zacatecas, había sido embajador de México en Cuba, sucediendo en el cargo nada menos que a don Gilberto Bosques, durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, 1964-1970.

 

 

¿Cuál de los dos temas prefieres: el diazordacismo o el de don Gilberto?

 

 

La primera es una historia convulsa, aunque insuficientemente escrita, como la del México 68, en la que Pámanes lucharía contra las guerrillas; y la otra es una de las historias humanas más hermosas y conmovedoras del Siglo XX:

 

 

Como sabemos, el general Lázaro Cárdenas tenía una visión poco común de las cosas de la política y el mundo: Él veía la irremediable caída de la República en la Guerra Civil Española, aquella en la que el mismo Hemingway se disminuía en cada caído, librada no con el arcabuz de Hernán Cortés, sino con la artillería pesada de Adolfo Hitler, y que era el presagio también de la inminente Segunda Guerra Mundial en 1939 -como lo son hoy Ucrania y Gaza- lo que traería caudales de interrogantes sin respuestas para la humanidad.

 

 

Por eso y porque los diputados Juan Andrew Almazán y Luis Enrique Erro -el futuro espíritu del Instituto Politécnico Nacional- lo propusieran, Cárdenas nombraría como cónsul de México en Francia a Gilberto Bosques, quien no imaginaría que la suya sería una página infinitamente más conmovedora que las de El diario de Ana Frank y La lista de Schindler: Salvó de morir a miles y miles de vidas españolas y judías, perseguidas por el terror nazi.

 

 

Y resulta, José Luis (le platicaba yo a tu finado hermano, mi querido Heriberto) que en aquellas páginas, tanto de la Guerra Civil Española, como de la Segunda Guerra Mundial, surgiría el ícono más grande del periodismo universal, formado por el más claro ejemplo de que “el hombre sin la mujer es nada, y la mujer sin el hombre es lo mismo”: la pareja del húngaro Endre Ernö Friedmann y la alemana Gerda Taro, que ideara el pseudónimo Robert Capa, que el mundo reconoce como Padre de la Corresponsalía de Guerra y el Fotoperiodismo.

 

 

Y como dijera don Mario Mora de aquel periodista que se mostrara indiferente -y con mucha razón- al resultado de un partido de futbol: “¿Y eso a quién le importa?”

 

 

 

Al periodismo sí importa y mucho, pero solo aquello que es realmente importante para la gente, no lo que le manipula.

 

 

Resulta que una de las aristas más sobresalientes de estas anécdotas nos dice que el cónsul mexicano en Francia, don Gilberto Bosques, tenía un agregado militar, el general Francisco Javier Aguilar González, en cuyas manos caería el célebre “Maletín mexicano”, del que Wikipedia no explica el porqué de ese gentilicio, y que contenía 4,500 negativos de Robert Capa.

 

 

Endre y Gerda crearían juntos el Fotoperiodismo y la Corresponsalía de Guerra con el nombre de Robert Capa, y al temer en su momento que Hitler se saldría con la suya, se depositaría una maleta suya en el Consulado mexicano de Gilberto Bosques en Francia.

 

Gerda, tres años mayor que Endre, había dado vida al mayor paradigma del fotoperiodismo y al más grande de sus secretos, que se llama: Enfoque, que es, por decirlo sentimentalmente, lo mismo etimología sagrada del periodismo, como también un cruento destino llamado muerte:

 

Ambos morirían bajo su influjo, bajo el influjo del enfoque, tras la eterna búsqueda del enfoque: Gerda en 1937, por abordar el estribo de un camión militar, del cual caería para ser atropellada por un tanque, y Robert Capa en 1954, al descender de un vehículo militar para explorar mejor el terreno y estallar al pisar una mina.

 

 

Aún hoy en día ha sido difícil distinguir con precisión las fotos de Endre y de Gerda, aunque las dos tienen la marca Robert Capa, sin embargo, es inolvidable La muerte de un miliciano, tomada por la joven alemana antes de su pacto de marketing en 1936, durante una batalla en Córdoba, donde Taro accionaría el obturador en el justo momento en que un combatiente republicano caía acribillado por las balas franquistas: Un monumento al enfoque.

 

 

Y a propósito de “Enfoque”, que privilegia también el prestigio de mis 58 años en el periodismo, desde otro enfoque podría decirte igual que el general Aguilar González, sería también el primer jefe de un cártel de las drogas en México, al ser comisionado por el gobierno mexicano a suministrar mariguana a los soldados estadunidenses en la franja fronteriza… Pero eso es otra historia.

 

 

Estas eran mis pláticas con el señor periodista Heriberto Bonilla Barrón, de toda mi admiración y respeto.

 

 

Por otro lado, y, para terminar, acabo de asistir a una conferencia de prensa del secretario de Seguridad Pública Estatal, Manuel Alonso García, y me sorprendí muy gratamente de los nuevos instrumentos policiacos con que se cuenta para proteger a la sociedad, especialmente en materia de investigación e inteligencia, algo que siempre estuvo vedado a la policía uniformada, o preventiva, si se prefiere.

 

 

Desde luego, eso y mucho más, como la cada vez más sofisticada era de la tecnología, serán herramientas recurrentemente necesarias en Aguascalientes y el país entero, particularmente en estos meses de campañas electorales, en las que las fuerzas del mal van por muchas candidaturas y también, aunque no quieran y desde otro enfoque, nos darán a los periodistas muchas notas para publicar.

 

 

 

Mi querido José Luis, he decidido intensificar mi trabajo en Aguascalientes. Empecé hace algunas semanas a revisar mis libretas de apuntes de reportero, las titulé En Primera Persona, y las estoy publicando en mi periódico https://cosadeprensa.net/ donde hago reminiscencias del periodismo de ayer.

 

Quizás como Robert Capa que se aburría después de la Segunda Guerra Mundial y expresaría una frase que sería su lapidario epitafio:

 

 

“La guerra es como una actriz al envejecer: Cada vez menos fotogénica y más peligrosa”.

 

 

Lo mismo digo yo, pero, en otras palabras. Para mí el periodismo no es fácil, es como el viejo decía: “Si las cosas importantes fueran fáciles, cualquiera las haría”.

 

 

Ni don J. Cruz Bonilla Méndez, ni don Heriberto Bonilla Barrón y ni Agustín Morales Padilla, hicieron nunca un periodismo fácil.

 

 

Gracias señor, un fuerte abrazo.

 

 

Javier Rodríguez Lozano.

 

Qué tal.

 

 

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