COSA DE PRENSA  

 

Elogio a un hombre bueno

Miguel García Frías (+)

Inmortal, se aleja sano y salvo

 

Javier Rodríguez Lozano

 

AGUASCALIENTES, Ags., sábado 14 de abril de 2018.- Hoy, con el permiso, vamos a hablar también con el corazón, ese que dice Antoine de Saint Exupéry en El Principito, que ve lo esencial; que lo esencial es solo lo que el corazón ve. En este sentido hay un pensador español, Antonio Envid Miñana, dice en uno de sus textos titulado: “Elogio a un hombre bueno, en el que –permítasenos cambiar el nombre y parodiar- dice: “Bien Miguel García Frías, ya ves lo que has conseguido, ni figuras en la Enciclopedia Británica, ni en el libro de los Ginnes, ni en el Ghota, o sea, que tranquilo, a estas alturas ya no vale esforzarse. Fúmate un puro y tómate una copa para celebrarlo / Por el contrario: has demostrado tu total incapacidad para los trabajos mecánicos, no eres ni especialmente virtuoso, ni sabio, de modo que nadie espera nada excepcional de ti. Fúmate un puro y tómate una copa para celebrarlo / Nunca has desempeñado un cargo importante, de forma que tus errores no han dañado a nadie, quizá a ti mismo, pero tú sabrás disculparte fácilmente. Fúmate un puro y tómate una copa para celebrarlo / Tampoco has sido ningún criminal, ni has tenido grandes vicios, por tanto, tampoco nada de que arrepentirte en esta última etapa de tu vida. No necesitas penitencias ni otras zarandajas. De modo que fúmate un puro y tómate una copa / Nunca has querido ser un ejemplo, ni siquiera para tus hijos. Has tenido la suficiente cordura para no desear que tus hijos fueran como tú. ¡Cuántos cretinos se han esforzado para que sus hijos se parecieran a ellos! Lo peor es que muchos de ellos lo han conseguido. Fúmate un puro y tómate una copa para celebrarlo / Concéntrate en lo que importa: supervisa las nubes, mira atento el vuelo de las moscas, busca un carasol en invierno y un sitio fresco en verano para tomarte una copa y fumarte un puro. Tú sí que sabes”… Sin ninguna intención de caer en el lugar común del “qué buen hombre era”, Miguel García Frías fue así toda su vida, como describe Antonio Envid Miñana en su bello texto, desde que casara con Leticia Rodríguez Lozano, hace unos 50 años, quizá más, quizá menos; hace tanto tiempo. Nunca tuvimos por él el amor de cuñado, sino el de hermano, porque con él, aunque físicamente así fuera, nunca perdimos una hermana, sino ganamos un hermano. No lo recuerdo malhumorado, mi memoria no registra un enojo y ni siquiera un mal modo. Fue un hombre poco común, tampoco recuerdo enterarme de discusiones de pareja o matrimoniales, y menos desavenencias con los hijos. En realidad, un buen hombre, que la mañana de ayer decidió pagarle tributo a la vida y adelantársenos en el camino… Es inenarrable relatar cómo poco más de 60 años, menos de 70, yazcan en una cama de hospital, luchando contra los indicadores electrónicos que dicen no detectar ya el puso, donde los picos cardiacos son cada vez más cortos. La vida se va extinguiendo y nos hace recordar lo frágil que somos y la inutilidad de las batallas contra los molinos de viento… Si Elena Poniatoswka decía de José Revueltas, por su Luto Humano y Los días terrenales: “Él, primero que nadie, amó al ser humano, amó al más pobre de todos”, y lo etiquetó como “el escritor más moral de México”, yo puedo –y quiero- decir lo mismo de mi cuñado Miguel García Frías: Nadie como él en la familia, fue a lo largo de toda su vida el hombre más moral y que más amor prodigara a los demás, a todos en su entorno y aun fuera de él.

LA COSA ES QUE…

Se dice que no hay vida después de la muerte. Nosotros creemos que sí, pero hay que saber verla con el corazón. Dice Platón: “Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue, pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo”; qué tal.

 

 

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