- Aniversario luctuoso de Colosio
- Puede perder Morena este año
- Los “misiles de odio” de EEUU
Javier Rodríguez Lozano
CIUDAD DE MÉXICO, viernes 24 marzo 2023.- Para muchos aquel jueves 23 de marzo de 1994 se convertiría en un parteaguas, al morir un ideal de agraviados por las injusticias y sobrevivir el México con hambre y sed de justicia, que apenas en 2018 empezara a sacudirse los polvos de aquellos lodos de la corrupción y la impunidad.
A Colosio lo mataron por denunciar al México que Andrés Manuel López Obrador no se cansa de combatir, aunque la factura social sea inconmensurable, porque nunca antes como ahora se había pulverizado tanto la sociedad.
Colosio lamentaría el 4 de marzo previo: “Yo veo un México con hambre y sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirá; de mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”.
(Parecía una profecía alusiva, no a los jueces de la Biblia, sino a los del sistema político mexicano del Tercer Milenio, ostensiblemente visibles y corrompidos).
El 1 de diciembre de 2018 López Obrador encontró aquel México de Colosio 1994 y se concentró en su combate, muchos de los millones de votos recibidos en las urnas se convertirían en pensiones de Bienestar, en becas y muchos otros apoyos a las clases más vulnerables, y también a las que no.
Ningún Presidente de México había combatido con tanta fuerza las diferencias entre el bien y el mal social.
Así lo registra la historia del presidencialismo mexicano, que data de Guadalupe Victoria (1824-1829) y también después de los llamados “Regímenes estabilizadores”, en opinión de Antonio Ortiz Mena quien acuñara ese término, al resaltar aquellos entre 1958 y 1970 en los que fungiera como secretario de Hacienda con los presidentes Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz,
Tampoco se puede omitir a Lázaro Cárdenas del Rio.
Sin embargo, no está garantizado que la llamada 4T triunfe en las elecciones de este año en los estados de Coahuila y de México, como el pasado 14 de marzo entreviera el diputado mexiquense del PAN, Enrique Vargas del Villar, al presentar una encuesta en que declara a la candidata de la Coalición Va Por México, la priista Alejandra del Moral, con “empate técnico” frente a Delfina Gómez Álvarez.
Por supuesto, como decía Manuel J. Clouthier Maquío, “todas las canicas” del PRI, el PAN y el PRD, jugarán su permanencia en el espectro político nacional el próximo domingo 4 de junio: Si pierden en Coahuila y México, la candidatura presidencial de Morena aseguraría la permanencia de la 4T en la Presidencia de México; pero si ganan, quien se perfilaría con el triunfo sería el o la candidata presidencial de nominaría el PAN.
O sea, el presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Santiago Creel, el único posicionado hasta el momento, vería más claro su horizonte en el mediano plazo; o Gustavo de Hoyos, expresidente de la Coparmex, que cuenta también con un importante segmento del sector privado en su favor, para esa nominación.
Andrés Manuel López Obrador, sin dar detales, se ríe de ambos escenarios; “ni lo sueñen”, les advierte.
Los ciertos es que en política nada está escrito, y menos en la que parece ser “la política de la fragüa”, es decir, la de muchos yerros… ¿O se dice: fierros o hierros?
En enero pasado, el presidente del PAN, Marko Cortés, informaría que los partidos integrantes de la Alianza Va Por México habían convenido en que Acción Nacional decidiría la candidatura presidencial para 2024 y que al PRI le correspondería solamente nominar las candidaturas a gobernadores en los estados de Coahuila y México, mientras que al PRD le aplicaron lo mismo que al “perro de las dos tortas”: Sin ninguna y otra, esto es, nada.
La grilla geopolítica está al rojo vivo: Nunca como ahora Estados Unidos se preocupa con la posición de México, nada semejante a la de los 40s, cuando Manuel Ávila Camacho declarara la guerra a los Países del Eje (Japón, Alemania e Italia, con España en lo oscurito) y enviara a combatir a Filipinas al Escuadrón 201.
Las expresiones del Presidente López Obrador, en el sentido de que México no es una colonia de Estados Unidos, han repercutido mucho y por todos los medios, el vecino país del norte envía “misiles de odio”, a los que el tabasqueño responde con serpenteantes “bolas de humo”.
López Obrador sabe muy bien que su homólogo estadunidense Joe Biden es el presidente más ilegítimo en la historia de aquel presidencialismo, lo que favoreció, por un lado, que China se entronizara apenas cinco días después de asumir la investidura presidencial en enero de 2020 como la principal potencia mundial, que facilitara incluso, la acción bélica de su principal aliado, Rusia, con la invasión a Ucrania.
Gústenle o no, EEUU disminuyó su democracia y China y Rusia están ahora en la cima global. Andrés Manuel López Obrador, que no tiene nada de economista, ni de financista, pero cuenta con el peso más fuerte que ningún otro de sus predecesores pudo presumir, es un excelente geopolitólogo –aunque no lo parezca- y se ha cuidado de proteger sus respetos a ambas gigantescas naciones.
Y esa es la razón por las que EEUU presiona a México de todas las maneras posibles, para que se desmarque de su simpatía con los presidentes Xi Jinping y Vladimir Putin; pero ambos están expectantes y oportunos a aparecerse en la escena geopolítica si la ocasión lo ameritara, como acaba de ocurrir con Putin, por ejemplo.
LA COSA ES QUE…
Por eso, los “misiles de odio” contra México; más claro, ni el agua.
Qué tal.