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El corte de pelo a navaja, otro arte
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Aquel dueto romántico de Lupe y Raúl
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Andrés Henestrosa, José Vasconcelos
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Además de Lola Beltrán y Lucha Villa
Javier Rodríguez Lozano
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CIUDAD DE MÉXICO, miércoles 22 febrero 2024.- ¿Y cómo llegaron hasta su sillón de aquella peluquería de Pepe, en la calle de Copenhague en la Zona Rosa, la reina de la canción ranchera, Lola Beltrán y Lucha Villa, y el bohemio de Guerrero, Pepe Jara, y muchas otras luminarias más?
“Se lo platicamos en la otra…”, ofrecimos el pasado lunes y ahora continuamos.
Don Pepe, mi peluquero, es un estilista que se toma su tiempo para emparejar gajo por gajo el cabello, que hábilmente va separando con su peine para luego pasarle la bien afilada navaja; no hay muchos estilistas en la actualidad que manejen con tanta destreza el corte de pelo a navaja, la mayoría prefiere el camino fácil: Meter la máquina y “podar” surcos, para luego emparejar con uno que otro tijeretazo por aquí y uno más por allá.
Es como el pintor que pincel en mano y la vista fija, como hipnotizada sobre el lienzo, piensa muy bien el tono de colores que va a imprimir a un crepúsculo de otoño en el bosque, por ejemplo.
Pero su mente, lo mismo hurga en su sensibilidad que le es natural, que en su memoria histórica, que tiene que ver con lo que ha vivido…
“¿Se acuerda usted, don Javier, de Lupe y Raúl, aquel dueto romántico que estuviera de moda en los años, creo que 60s. o 70s?
-Sí, cómo no me voy a acordar, cantaban muy bonito.
(Me recuerdan a Andrés Henestrosa, que conocí como senador por su natal Oaxaca, compañero de fórmula de Heladio Ramírez López, el de Huajuapan de León, en aquella LIII Legislatura (1985-88) en la que, pensaba yo en silencio, compartiera escaño con Raúl Salinas Lozano, aquel secretario de Economía que el presidente Adolfo López Mateos, en 1962 lo ordenara entregara su inmueble en Filomeno Mata 8, al Club de Periodistas de México, A.C., dirigido por Antonio Sáenz de Miera, reportero consentido de Lázaro Cárdenas).
¿Por qué?
Porque Andrés Henestrosa recorrería el país en la campaña presidencia de 1929, a invitación de su amiga Antonieta Rivas Mercado, hija del arquitecto El Oso, padre del Monumento a la Independencia, y que fuera no solo admiradora del también candidato oaxaqueño José Vasconcelos, sino su “suspirante”, además de su mecenas, debido a que el pintor Manuel Rodríguez Lozano no le hacía caso.
En Aguascalientes, el mismo donde Rodolfo Landeros Gallegos le ganaría en 1980 la candidatura como gobernador a Roberto Casillas, exsecretario particular de José López Portillo, porque aquél tenía un control endiablado de los medios, que con los años diera origen al Teletón, (pero eso es otra historia) del cual estaba muy lejos el segundo, Andrés Henestrosa escucharía cantar en la Plaza de Armas aguascalentense a un dueto, igual que Lupe y Raúl, uno de ellos, invidente, que le impresionara tremenda y gratamente.
En aquellos años, finales de los 40s, el dueto de Lupe (1927-1970?) y Raúl (1930-?) era muy popular. Guadalupe Muñoz Viguri y Raúl Piñera Salas fueron originarios de Misantla, Veracruz, y su fama iniciaría en 1949 cuando la XEW Radio les abriera sus micrófonos, para entonar canciones yucatecas y otros boleros inolvidables.
Quizá su himno haya sido el bolero Desdeñosa, de su propia autoría:
Esas tus miradas de fulgor extraño
Esas tus sonrisas de color de rosa
Siempre me fascinan, aunque me hacen daño
Porque eres tan linda, como desdeñosa.
Bríndame el encanto de tus lindos ojos
Y el sensual embrujo que en ti se adivina
Para que en mi vida, tan llena de abrojos
Seas cual una estrella, que mi alma ilumina.
En un texto del periodista Federico Ortiz-Moreno leemos:
“Escuchar sus añoradas y armónicas voces que nos recuerdan muchas cosas, especialmente si prestamos atención a temas como A unos ojos, Adiós Mariquita linda, Amor secreto, Deuda, Dos almas, Ella, Empate de amor, Falsa, Me das una pena, Pájaro azul, Para olvidarte a ti, Que seas feliz, Tierra de mis amores, Oh, humanidad. Y muchas más que hicieron grandes este gran dueto que fue Lupe y Raúl”.
Don Pepe, mi peluquero, recuerda, no sin discreto dejo de cierto lamento tlaxcalteca en su rostro:
“Fuimos muy amigos. Yo fui muy amigo de Lupe, era mi clienta, le arreglaba sus pelucas cuando ella no tenía tiempo de visitarme en la peluquería de la Zona Rosa, íba yo a llevarle sus pelucas al Teatro Blanquita”.
Relata mi peluquero que cierto día, de los años 70s, Eva, hermana de Lupe, se puso muy enferma y sería internada en el hospital de La Raza, hoy flamante Centro Médico; Lupe iría a visitarla y al salir del nosocomio perdería la vida al ser atropellada por un vehículo.
Así terminaría Lupe y con ella se iba también toda una época romántica y bohemia de México.
LA COSA ES QUE…
Todavía nos falta platicarles a Ustedes cómo fue que Lola Beltrán, Lucha Villa y Pepe Jara, se sentarían también en los sillones de la peluquería en la Zona Rosa de mi amigo Pepe… Y después lo haría alguien todavía más célebre; será nuestra cereza del pastel, para la otra.
Qué tal.