“RAZÓN, TESÓN Y CORAZÓN” 

 Por Alejandro Ruiz Robles

  • LAS FRASE DE CASA.

    LA SABIDURÍA EN FAMILIA
    Era común que nos reuniéramos en familia para platicar de todo y de nada.
    Escuchar a nuestros padres, abuelos, tíos y amigos que se reunieran y juntos
    crearan una amena tertulia después de una comida resultaba toda una aventura.
    De pequeños, siempre nos admirábamos de la sabiduría de los mayores y nos
    impresionábamos con sus palabras; aunque honestamente, hay muchas
    ocasiones que no las entendíamos en su totalidad y pretendíamos sonreír o reír
    entusiastas con tal de manifestarnos en esa convivencia.
    Si bien, en ocasiones, las charlas dulces se convertían en discusiones
    vehementes, no cambiaríamos nada con tal de seguir disfrutando de ellas.
    Con el tiempo, nos damos cuenta de que éstas se transforman y de desempeñar
    roles secundarios o incidentales en las charlas nos convertimos en los
    protagónicos de las mismas, anhelando a los que se han ido y dando una cálida
    bienvenida a los que llegan, ya sea porque se integran a la familia o bien, porque
    han nacido en ella.
    Bendito sea el recuerdo de las tertulias familiares en las que crecimos;
    actualmente … ¿haces algo por mantenerlas activas en tu círculo cercano?
    MI ACTUAR HONRA A MI FAMILIA.
    Y la riqueza de estas convivencias, son las que nutren de nostalgia nuestros
    recuerdos conforme vamos creciendo; ya sea porque quienes ahí participaban
    han desaparecido y su presencia se ha transformado en esencia dentro de

    nuestros corazones o bien, porque aún vivos, nuestros caminos se separaron por
    múltiples circunstancias.
    Quizás en esos momentos que nos nutríamos de miles de anécdotas no nos
    percatábamos, lo cierto es que muchas palabras o frases que ahí escuchábamos
    conforme crecimos se fueron arraigando en nuestro vocabulario y en la fortaleza
    de nuestra memoria radica la abundancia de lo que expresamos con voz o gestos.
    Es curioso, pero hay expresiones que sólo tendrán sentido al pronunciarlas en
    familia, con ese círculo que las disfrutó y acuñó como propias y que, sin duda, son
    pruebas fehacientes de nuestra pertenencia a ese núcleo.
    ¿Aún recuerdas alguna expresión de tales tertulias?
    “¡SÓLO HABLAS PORQUE TIENES BOCA!”
    Ante la obviedad de esa expresión, está de más pretender mayor explicación; sin
    embargo, era tan socorrida por los mayores cuando decíamos sandeces que se
    quedó en mi memoria.
    Es curioso, pero siempre la tengo presente cuando alguien, conmigo incluido, dice
    algo tan absurdo con el único ánimo de manifestarse.
    De hecho, esto podría ser dirigido a cualquier político en sus discursos, pero no
    se trata de polemizar; lo cierto es que, siendo nosotros dueños de nuestro
    silencio, a menudo estamos tentados a decir algo, sea lo que sea, sin importar
    lógica alguna.
    Tal pareciera que el hablar por hablar se convierte en un hábito para las personas
    que no cuentan con argumentos que expresar.
    Sin duda, al sabernos responsables de nuestros dichos, actuamos con mesura,
    pero eso no significa que no incurramos en tales acciones tan absurdas como
    ridículas.
    Es un hecho que, si alguno de los miembros habituales a esas tertulias escuchará
    esas sandeces, respondería con esa expresión y mostraría su cara de
    incredulidad.
    En fin, a estas alturas de tu vida … ¿expresas adecuadamente con palabras la
    congruencia de tu razón?
    DE PRINCIPIOS SÓLIDOS.
    Hay muchas cosas que recuerdo; sin embargo, pocas son tan sólidas como las
    que se agrupan en esta frase: “Cuando estés feliz, no prometas; cuando estés
    triste, no decidas; y, cuando estés enojado, no discutas”.
    Y es tal la profundidad de esta expresión que da para más que un párrafo. Lo
    cierto es que dejarse llevar por las emociones y no por las razones, nos puede no
    sólo complicar los momentos sino sus repercusiones pueden generar daños
    irreparables y quizás, no siempre sea suficiente ofrecer “disculpas”.
    Las circunstancias pueden ser en ocasiones impensadas por la manera en que se
    presentan o por la manera en que nosotros llegamos a ellas; la frialdad que
    tengamos para actuar debe ser de tal magnitud, que en todo momento debemos
    estar convencidos de la responsabilidad de nuestros actos.
    Nuestras acciones, sean o no lógicas o congruentes con nuestro sentir y pensar,
    siempre traerán consecuencias … ¿estás consciente de ello?
    “CUANDO ESTÉS FELIZ, NO PROMETAS …”

    ¿Quién no se envalentona cuando las cosas se presentan de manera favorable y
    llega a entusiasmarse de manera tal que ilusiona a otros con sus palabras?
    Tan humano es mostrar felicidad, como pretender hacer al mundo partícipe de
    ella; pero, siempre será preferible abstenerse de ofrecer algo que en la serenidad
    de nuestra mente y corazón no estaremos dispuestos a cumplir.
    Resulta conveniente pensar que, pasada la euforia, las palabras que
    pronunciamos ya las hicieron suyas los terceros que las escucharon y estarán
    ávidos de que sean realizadas.
    Una vez que nos manifestamos, tendremos que ser congruentes y actuar en
    consecuencia. Basta tener presente “No prometas lo que no será” … ¿tú lo
    haces?
    “… CUANDO ESTÉS TRISTE, NO DECIDAS …”
    Ni la felicidad ni la melancolía son buenas directrices para tomar decisiones;
    simplemente, tómate el tiempo para reflexionar, reúne todos los elementos que te
    permitan una sensata resolución y confróntala con tu realidad, de su resultado,
    seguramente tendrás una adecuada respuesta.
    Ni los cúmulos de risas o de lágrimas harán mas certera nuestra resolución; lo
    que sí crearán son obstáculos para analizar con claridad.
    Si en nuestras manos está el tiempo para tomar la mejor opción, no nos
    agobiemos actuando a velocidades no requeridas.
    “Tiempo dame tiempo” sin duda es una expresión común, sólo faltaría agregar si
    nosotros nos damos la oportunidad para resolver.
    Has pensado … ¿en qué momentos has tomado las mejores en tu vida?
    “… CUANDO ESTÉS ENOJADO, NO DISCUTAS”.
    No hay nada peor que actuar cuando la mente y el corazón están calientes. No
    hay peor enemigo para sí mismo y para el mundo que la ira y más cuando está ha
    obnubilado nuestras razones y emociones.
    Decían en casa: “¡Hay más sangre en una discusión que en una guerra!” y
    quitando la metáfora sin duda que es cierto.
    ¿Cuántas veces con la rabia vienen las palabras que hieren a quienes amamos?
    ¿Qué necesidad tenemos de lastimar a quien nos ama?
    ¿Por qué tenemos que ensañarnos con el débil al sentirnos superiores por la furia
    que nos mueve?
    No sé estas respuestas, lo que sí sé es que nadie merece nuestra cólera
    intempestiva. En la medida que tengamos una mente fría y un corazón templado
    podremos hablar sin batallar.
    La cordura está hecha para la gente madura y derramar sangre nunca será un
    aliciente para sentirnos ganadores del diálogo.
    Nunca una acción proveniente del enojo ha generado riqueza a una relación
    humana.
    Dañar a alguien con nuestra cólera a menudo nos afecta también a nosotros.
    ¿Sabes a lo que me refiero?
    “EL QUE TIENEN BUEN ENCHUFE … NO TIENE CORTO CIRCUITO”.
    En fin, tanta riqueza podemos encontrar al recordar esas tertulias que el sólo
    invocarlas nos motivan a volver a vivir esos momentos.

    Valores, experiencias, enseñanzas, conocimientos, en fin, tantas cosas que del
    diálogo surgían de que es un hecho que nos han dado gratos y firmes elementos
    en nuestra formación como personas y profesionales.
    Somos de “buen enchufe” y a pesar de los momentos complicados, no
    deberíamos tener desperfectos ni mucho menos “cortos circuitos”.
    Quizás no podamos repetir esas convivencias, pero está en nosotros conservar lo
    mejor de ellas en nuestras vidas y compartir éstas a quienes ahora nos rodean.
    El pasado es historia y seguro que quienes participaron de ella siempre vivirán en
    nosotros en los momentos que tengamos presente lo que con ellos disfrutamos y
    de su actuar aprendimos. Ahora es tiempo de honrar su esencia en presencia de
    quienes integran nuestro mundo.
    ¿ERES UNA PERSONA DISPUESTA A DAR LO MEJOR DE TI PARA
    PRESERVAR LO QUE APRENDISTE EN TU NIÑEZ DE QUIENES TE
    ENSEÑARON CON SU CONVIVENCIA?
    ¿CONSERVARÁS TUS TRADICIONES FAMILIARES A PESAR DE LA
    DINÁMICA ACTUAL Y LA VORÁGINE TECNOLÓGICA?
    ¿AÚN TE DAS EL TIEMPO PARA COMPARTIR EN FAMILIA?

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