“DE TEXTOS, CONTEXTOS Y PRETEXTOS”
“LAS ACCIONES PESAN MÁS QUE LAS PALABRAS.” (BOB WELLS)
Por Alejandro Ruiz Robles
Las personas tienden a expresar sus ideas o emociones a través de las palabras. Lo ideal es que éstas fomenten la construcción de un diálogo propositivo para quienes en éste participen; sin embargo, esto no es una constante.
De acuerdo con la capacidad, conocimiento y experiencia de cada persona, será el uso de la variedad de palabras que utilice en su día a día; resultando claro que, a menor formación serán más limitadas sus posibilidades de utilizar variantes.
No obstante, si bien las palabras por sí expresan un significado; los hechos serán siempre más elocuentes que los dichos.
“CUANDO LOS HECHOS HABLAN, LAS PALABRAS NO SON NADA.” (PIERRE-JOSEPH PROUDHON)
El valor que reviste la palabra únicamente cobra importancia cuando coincide con los hechos que se manifiestan. A falta de hechos, el discurso se convierte en vacío.
La credibilidad de una persona siempre estará expuesta a la armonía e identidad que existen entre lo que manifiesta y lo que hace. A falta de coincidencia entre estas acciones, estaremos ante una persona contradictoria y con ello, nunca sabremos a qué atenernos.
Honrar la palabra con hechos nos mostrará la lógica en que vive una persona; ya que, entre el decir y el hacer, la congruencia siempre será el factor para destacar.
“LA ESPADA AL CUERPO HIERE, LAS PALABRAS AFILADAS HIEREN A LA MENTE.” (MENANDER)
La falta de acciones en una persona usualmente nos muestra el nulo compromiso con su actuar y su decir; ubicando a ésta en una zona propicia para inferir expresiones distintas a la verdad. Y consecuentemente, la falta de argumentos para defender sus omisiones incidirá en una comunicación sin sustento y propicia para la ofensa a quien así lo exhibe.
A menudo, las personas que no actúan en forma congruente tienden a ver en la mentira un elemento esencial en su comunicación y lastimosamente, viven una fantasía que los lleva a una realidad ficticia.
Sólo quien respeta sus palabras y sus acciones y se compromete con ellas tendrá bases para sustentar una honorabilidad legítima en su vida.
“NO DIGAS POCO EN MUCHAS PALABRAS SINO MUCHO EN UNAS POCAS.” (PYTHAGORAS)
La calidad del diálogo no está en función a la cantidad de palabras sino a su contenido; de tal manera que conforme lo analizamos, encontraremos el nivel de credibilidad de las personas.
A falta de argumentos, es común que encontremos en el exceso de palabras variantes para disfrazar acciones u omisiones que no corresponden a lo debido de acuerdo con las circunstancias.
La eficacia y la eficiencia de las palabras están en función al contenido legítimo del diálogo; no a su alta producción.
“UN MOMENTO DE REFLEXIÓN ES UNA HORA EN PALABRAS.” (THOMAS HOOD)
Pensar en lo que vamos a decir debiera ser una regla en nuestro actuar; desafortunadamente, esto no es lo común y a menudo, el discurso se confronta con la realidad.
Los diálogos que no son pensados pasan a ser una constante que poco a poco se van manifestando en todos los espacios de las personas; desde los sociales hasta los familiares, con el detrimento lógico no sólo de la honorabilidad de quien en ella interviene sino de la veracidad con que actúa. Mentir es un hábito que muestra la falta de seriedad con las convicciones.
El nulo valor de la comunicación agota los razonamientos y fomenta las descalificaciones como medida de defensa de la incongruencia.
“LA PALABRA MAÑANA SE INVENTO PARA LAS PERSONAS INDECISAS Y PARA LOS NIÑOS.” (IVAN TURGENEV)
Junto con las frases vacías, las mentiras constantes y la incongruencia como común denominador, surge la justificación como hábito de vida. Es decir, el “si hubiera” pasa a ser la realidad alterna y con ello, el insólito existir de quien no muestra compromiso con su actuar.
Las acciones que correspondían hacer pasan a conjugarse en ese futuro imaginario que no sucederá pero que siempre será la meta de quien no tiene mayor compromiso consigo mismo.
Quien vive del engaño no tiene un presente legítimo sólo un futuro temerario para sí y para quien está a su lado.
“EL SILENCIO ES MÁS ELOCUENTE QUE LAS PALABRAS.” (THOMAS CARLYLE)
La realidad nos muestra que la producción de palabras en sociedad es una muestra falaz del común denominador de la comunicación. Es usual escuchar la expresión “No importa lo que digas, sólo no te quedes callado” y esto nos lleva a constantes contradicciones que a menudo exacerban las pasiones por la ausencia de contenidos.
Necesitamos como sociedad dar valor al silencio; en el entendido, que éste por si mismo no significa nada. No cometamos el error de entender que esto es un otorgamiento de la razón o algo distinto. Si se califica al silencio que no sea por sí mismo como un hecho aislado, sino que se haga en relación con las circunstancias que así lo vinculen.
Callar o hablar sólo tendrán importancia si se hace con razonamientos legítimos y/o en congruencia con nuestras acciones.
“TU PALABRA ES TU COMPROMISO.” (MELVYN DOUGLAS)
Para conocer a una persona no hay nada más sencillo que escucharlo y ver sus acciones. ¿Has pensado de qué manera quieres qué te conozca el mundo?, ¿Eres congruente entre tus acciones y expresiones verbales o físicas?, ¿sabes quién eres?
Todos queremos conocer gente interesante que nos aporte; sin embargo, nunca nos preguntamos si realmente estamos preparados para identificar a estas personas y saberlas escuchar.
Ya sea por vanidad o ignorancia, al conocer a una persona siempre buscamos ser nosotros los que nos mostremos sin esperar que sean ellos los que nos revelen quienes son. Si nuestras palabras expresan el compromiso con nuestros conocimientos, experiencias y valores y las acciones consecuentes son la ejecución de nuestros razonamientos; ¿no resulta conveniente atender primero a las circunstancias y luego reaccionar a ellas?
El valor de la interrelación radica en el equilibrio que le demos a dos acciones que se adecúen con las circunstancias del encuentro: escuchar y hablar.
“LAS PALABRAS NO CUESTAN MUCHO. SIN EMBARGO, LOGRAN MUCHO.” (BLAISE PASCAL)
Cualquiera puede hablar por hablar o actuar sin razonar y en esa medida seremos conocidos, sin mayor compromiso con quien somos. Sin embargo, el esfuerzo por manifestarnos y actuar conforme a nuestro compromiso con la vida nos llevará a trascender en un mundo para el que nos hemos preparado.
Crear palabras de valor con la convicción de nuestras acciones es definir una forma de vida. Por el contrario, hablar sin comprometernos con nosotros o las circunstancias es vivir justificándonos a cada paso y con ello, a una vida fácil con consecuencias difíciles.
En tu vida tendrás dos palabras que te darán la trascendencia para la que has venido a este mundo: “sí” al compromiso de ser tú y “no” a las justificaciones para no serlo.
“AMOR ES UNA PALABRA MUY GRANDE.” (TOBÍAS MENZIES)
Un complemento para la congruencia es el amor, quien se ama se respeta y comparte su amor. Para quien no se ama, es irrelevante mostrar mayor interés en equilibrar sus dichos y acciones.
Cuando lo dicho coincide con los hechos, no hay pretexto para no ser una persona de éxito.
En palabras de Rob Bell “nadie tiene la última palabra más que Dios”; sin embargo, siempre será más fácil que él actué cuando le damos todos los elementos y le mostramos que actuamos acorde a los principios que nos han sido mostrados.
Tomando la frase de “un texto, fuera de contexto, es un pretexto”, mostremos que nuestra vida es el texto dentro del contexto y por ello no buscamos pretextos.
EL MÉRITO DE SER TÚ ES TUYO, AMÁTE Y COMPÁRTELO, DE TAL MANERA QUE TU VIDA SEA EL EQUILIBRIO ENTRE TU ACTUAR Y TU DECIR. … ¡SIN QUE HAYA LUGAR A JUSTIFICACIONES!
¡UNA PERSONA QUE HONRA SU PALABRA NO NECESITA PROMETER QUE MAÑANA HARÁ TODO POR CAMBIAR!
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