Por Alejandro Ruíz Robles
“¡REFLEXIÓN E INFLEXIÓN!”
TIEMPO PARA TODO.
La ventaja de tener un calendario donde podemos planear eventos y prepararnos para ellos es que podemos disfrutar al máximo. Tengamos en cuenta tan sólo los días para ser sensibles; ya sea, desde el amor universal en Navidad, el amor a la pareja durante el día de San Valentín, hasta llegar a la temporada para amarse a sí mismo y caer en una época de introspección: Semana Mayor, Santa o Pascua.
Si bien está última también puede considerarse como un tiempo de asueto para divertirse y distraerse, lo cierto es que, por motivos religiosos, costumbre o simple coincidencia, a veces se presta para tomarnos unos momentos para nosotros y evaluar pasajes de nuestra vida.
Llama la atención que durante la tarde del viernes conocido como Santo y una vez que hemos disfrutado de un día soleado, usualmente aparecen nubarrones que rompen con su brillo. Las personas de fe dirán que es el sentir de la naturaleza por el duelo de Cristo, el resto dirá que son cosas que pasan sin dar razón aparente; sin embargo, sea por la nostalgia o las circunstancias, ese momento es propicio para mirarnos y pensar en nosotros.
Y sean segundos, minutos u horas, las imágenes nos llegan para reflexionar. ¿A ti te ha pasado?
EL BALANCE.
Si algo tienen los momentos de reflexión, son los cuestionamientos hacia nuestros pensamientos y acciones. Saber si los estamos alcanzando, sus detalles y, sobre todo, su razón de ser.
No se trata de ser voluble, únicamente legitimar si los propósitos que nos trazamos aún nos interesan. Basta recordar cuantas veces hemos valorado la consecución de un objetivo y al lograrlo o en camino a ello, reparamos que esto no es para nosotros o bien, realmente nunca fue de nuestro interés.
En reuniones con amigos, no han sido pocos los lamentos de quienes se reprochan haber destinado tiempo de su vida a un sueño, que, al volverlo realidad, dista mucho el resultado de la satisfacción deseada. Y que señalar de las personas que, habiendo sido objeto de nuestra atención, nos percatamos que nunca fuimos de la atención de ellas o bien, no estaban destinadas a ser una grata compañía.
Desde luego, no es el propósito de esas reuniones inundarnos de lágrimas; sin embargo, si es importante destacar que el tiempo es un recurso no renovable y que por más que pretendamos, no está en nuestras manos hacerlo volver, únicamente se trata de actuar en el momento que nos corresponde.
Seguramente habrá personas que suman en su vida una gran cantidad de aciertos como otros que sólo contabilizan yerros, pero lo cierto es que nosotros somos seres normales y tan perfectibles, que en todo momento tenemos la oportunidad de errar y triunfar, basta la manera en que lo veamos y actuemos.
De contabilizar los aciertos y fallas en tu vida, ¿te has preguntado que predominaría?
¿A QUÉ VENIMOS?
En ocasiones es fácil saber de dónde venimos, pero al mirar hacia adelante, nos percatamos lo difícil que es conocer a donde nos dirigimos.
En las referidas charlas de amigos, a mayor experiencia que no necesariamente implica edad, usualmente escuchamos que se puede dudar en lo que se desea, pero se está seguro en lo que no se quiere; es decir, podemos cuestionarnos todo lo que pretendemos, pero ninguna de esas pretensiones están encaminadas a generarnos daño alguno.
No falta quien se expresa que no importa quién o que llegue a su vida mientras sea para contribuir, lo que no hay manera de aceptar es los nuevos actores o factores que se presenten produzcan dolor en forma alguna.
Desde luego, si bien existen, están desterradas de estas consideraciones las personas que no les importa lo que suceda porque van a lidiar o vivir con ellas según se presenten y no tienen propósito alguno en su destino.
En mi caso, siempre me ha gustado considerar como síntoma de madurez saber lo que soy y lo que quiero para caminar por la ruta que llamo vida; minimizar los riesgos y maximizar las oportunidades. Desterrar en lo posible los imprevistos y disfrutar al máximo las sorpresas.
Esto, quizás no sea el gran plan o la más prudente estrategia, pero he aprendido con ella …. Y tú … ¿cómo vives tu vida?
¿QUÉ HAY PARA MÍ?
De niño me encantaba asistir a los eventos de magia y en especial, la curiosidad de saber lo que sacaría el mago de su sombrero; aunque lo obvio es que se tratara de un conejo, siempre existía el morbo de esperar lo inesperado. Y en la mayoría de los casos, así era. Tras la sorpresa, venían los aplausos y las caras felices; en el entendido que salvo que se tratara del conejo, éste difícilmente estaría feliz con el acto.
Y al proyectarlo a la vida, así a veces la veo, como un gran acto de magia lleno de expectativas, en el que por más que nos preparemos para su conclusión, nuestra capacidad de asombro estará a prueba.
En nuestro camino, no hay lugar para varitas mágicas, brujerías, conejos o palabras místicas a menos que seamos aprendices de hechicero; lo que, si habrá, sin duda alguna es la posibilidad de labrar nuestro camino.
Nuestras hadas madrinas no serán fantásticas, pero sin duda son personas preparadas que nos enseñan y orientan para construir un presente que sea un preámbulo del futuro que deseamos vivir.
Las ilusiones las convertiremos en realidades sí, y sólo sí, nos comprometemos con ellas.
Si algo buscamos como seres humanos es acabar con la incertidumbre y saber con precisión lo que se presentara en el futuro; no obstante, me encanta saber que mi destino está a mi alcance y más que puedo incidir para que las cosas pasen … ¿o deseas quitarle la sorpresa a la vida?
LO QUE EN VERDAD CUENTA.
En la familia bien dicen que todo se vale, no hay niño que no sueñe con ser algo increíble de grande y conforme crece ir ajustando su visión a una meta más concreta; es decir, si de pequeño deseaba que con un martillo defendiera la justicia o con un lazo todos hablarán con la verdad, conforme crecemos podemos cambiar nuestros instrumentos más no nuestra vocación. Ya no será el martillo, lazo o superpoder, pero si podrá ser el talento desarrollado con el estudio, el esfuerzo y la convicción de defender la verdad y justicia que tanto nos llamaban la atención.
Desde luego, no habrá monstruos que echen fuego por la boca ni villanos rodeados de hordas que nos ataquen, pero sí habrá gente bien y mal intencionada y circunstancias favorables y adversas que se presenten.
Quizás no les llamemos dones pero sin duda, tendremos la capacidad para descubrir oportunidades y aprovecharlas, para fortalecer nuestras debilidades y en especial, para ser personas de bien que procuren lo mejor para quienes están a nuestro lado.
Cumplir con ello nos hará seres especiales, a pesar de no tener capa, armas o vehículos inimaginables.
Y con ello confirmaremos que no necesitamos de magia para tener la vida que deseamos … ¡sólo basta no distraernos de nuestros principios, valores y conocimientos! … ¿estás de acuerdo?
¡TANTAS CURVAS!
Todos sabemos que el camino recto es el más corto entre dos puntos y, por increíble que parezca, como nos gusta encontrar curvas y desviarnos de nuestros sueños.
Tal pareciera que por más que digamos lo contrario, las desviaciones son inherentes a nuestros planes; no obstante, sólo en la medida que tengamos la sensatez para enmendar el camino, adoptar las mejoras o adaptarnos a las circunstancias podremos alcanzarlos.
Sea por azar, divinidades o circunstancias ajenas; nosotros tenemos el talento para no perder el camino.
Es curioso, pero a medida que hemos buscado entender la vida, ya sea a través de estudiarla o únicamente considerarla dentro de momentos de divagación, encontramos tantas versiones que nos damos cuenta de que no hay manera de encontrarle una teoría exacta. A fin de cuentas, al final como en todo momento, debemos comprender que en cada uno está darle sentido a la vida y que sólo quien la vive a cada momento, está en condiciones de definirla.
Si la vida está hecha para ser vivida … ¿cuál es la razón para perder el tiempo en situaciones que no corresponden a nuestros principios, valores o simplemente, a nuestras metas?
A fin de cuentas … ¿TÚ LE DAS SENTIDO A TU VIDA?
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