Memoria / LOS ÍDOLOS EFÍMEROS…

CARLOS FERREYRA CARRASCO

CIUDAD DE MÉXICO, jueves 2 de noviembre de 2017.- Que creamos cada semana son de breve aparición y de más breve desaparición: los de esta semana, son un frustrado procurador de justicia electoral, Santiago Nieto, y la sedicente violada defensora de los derechos humanos, Yndira Sandoval. Ambos personajes armaron un circo en los medios que alcanzó visos de tragedia con el involucramiento de las más altas esferas políticas nacionales. Y los más sesudos opinócratas del país.

Santiago, con oportunismo muy al estilo nacional, alcanzó la cúspide de su carrera judicial, pero se fue de narices al referirse a documentos que, dice, obran en su poder y son parte en el caso Odebrecht.

Nieto no consideró que la acusación no lesionaba al exdirector de Pemex, Lozoya, sino al Presidente de la República cuya elección se vería, de acuerdo con los empresarios brasileños, influida por su participación permanente con su dinero en la campaña electoral.

El ahora ex procurador general, al renunciar y lanzarse tras la Fiscalía General de nueve años, había anunciado que la investigación en torno a los presuntos sobornos estaba concluida.

Como es sabido, en Sudamérica el tema ha llevado ante la justicia a tres ex presidentes nacionales y a varios ministros de Estado, pero en México “no pasa nada”.

Ante el peligro de caer en las redes de la justicia “a la mexicana” para demostrar que la figura presidencial es intocable, el aguerrido fiscal renunció a la recuperación de su cargo.

El caso de Yndira tiene características de tragedia: la acusada es una policía, Claudia Juárez, madre soltera de tres hijos con dos años en la fuerza pública de Tlapa, indígena y sin antecedentes negativos de ningún orden. Teme perder el empleo.

Sin emitir juicios, resulta llamativo que Yndira al ser detenida por no pagar una cuenta del sanatorio donde le curaron una lesión en un seno, lanza a los policías el primer insulto: “indígena”, dirigido a Claudia a la que luego llama “inculta” y le asesta otras ofensas.

El valeroso acompañante de la defensora de DH desapareció mientras Yndira denuncia su presunta violación 35 días después de sucedida y se niega a ratificarla.

Al parecer se trata de hechos que se relacionan entre sí por una línea de conducta: el oportunismo para aprovechar los temas de moda.

Ninguno hace aportación positiva a la aplicación de justicia, sólo se treparon al carrito de la fama de donde pronto los destronaron… hay demasiados escándalos en este país como para que hubiesen durado en el candelero.
carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

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