Memoria / LA DOCTRINA OLVIDADA

Genaro Estrada

CARLOS FERREYRA CARRASCO

CIUDAD DE MÉXICO, domingo 12 de noviembre de 2017.- La que puso a México en los cuernos de la luna en términos diplomáticos, no existe más. Genaro Estrada, su autor, debe revolverse en su tumba –lugar común, válido– al observar a los aprendices trepados en el sitial del canciller con el trasero al aire y apuntando al norte.

Como reflejo de ese desprestigio creciente la prensa extranjera enlista en forma cotidiana errores y trapacerías de un gobierno que no tiene capacidad para manejar la información de sus actividades.

Y claro que no son los periodistas extranjeros o nacionales los culpables de lo que aquí pasa, serían culpables de ocultarlo. Los periodistas acreditados en México no son los únicos que se dedican a patear al país y a sus habitantes.

Recuerdo al papa Francisco y su desagradable mención de “un país que mata a sus jóvenes”, su advertencia de contaminación por esa enfermedad llamada mexicanización (relativa a las drogas). Y su preocupación porque el diablo está metido hasta las entrañas de este pueblo al que bien podría agradecer las carretadas de dinero que le envían.

Pensemos, asimismo, en la OEA y su comisión de Derechos Humanos, así como la ONU sin olvidar a cabilderos gringos que analizan la situación del país y siempre llegan a igual conclusión.

¿Recuerda, amigo lector, cuando un comando árabe iba a cepillar a los asistentes a un museo en Europa? entre las posibles víctimas estaban los primeros mexicanos “cascos azules” que participarían en misiones internacionales.

Iban acompañados por sus hijos, sus esposas y por algún familiar. Su misión: un país árabe, de observación, donde por cierto no tenemos pito qué tocar. Nunca supimos el final de esta historia.

Dice la Doctrina Estrada que México no juzga ni califica, sostiene o no relaciones con otras naciones. Eso descalifica las misiones de paz, expresamente prohibidas por la Constitución. Y eso descalifica el rechazo a Cataluña. No siendo país, no hay relaciones con esa entidad.

A nuestros próceres, que viajan por el mundo luciendo los harapos de una nación que alguna oportunidad iba a aprender a administrar la riqueza, les vale; ya nos abrimos al mundo, si entendemos como tal a Washington y sus intereses.

Obama hizo cuatro guerras, pero antes obtuvo el Premio Nobel de la Paz. Fuimos detrás de él, de su lucha contra el tráfico de drogas que son legales en su país… y ahora coleamos a Trump y sus desquiciadas amenazas de holocausto universal. ¿Perdimos el rumbo, o de plano perdimos al país..?

carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

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