Los Lavaderos/ JUSTICIA DE REPETICÓN

Carlos Ferreyra Carrasco
CIUDAD DE MÉXICO, sábado 1 de julio del 2017.- Sé perfectamente que no todos los mexicanos son tan desaprensivos como su servidor y amigo. México, país sin misterios donde no hay que esperar el anuncio de la autoridad porque todo está previsto; sabemos de un crimen antes de que se cometa y después conocemos las entretelas del autor y los tenebrosos antecedentes criminales. Somos sabios, pues.
Nos debatimos entre la sapiencia y el pragmatismo. Por ridículo nadie recordará seguramente cuando el presidente Felipe Calderón Hinojosa declaró sobre el inconcebible número de asesinatos en el país, aunque por entonces debatíamos sobre si eran siete mil o quince mil como decían los medios.
Lo real es que ya estábamos alrededor de cien mil asesinatos o “daños colaterales” como les gusta decir a los criminales de alto registro, como es el caso de mi paisano y ex amigo, Calderón. La expresión es una forma de tranquilizar la consciencia, adormecer todo sentimiento de culpa por tantas familias desechas, tantos hombres buenos, sin culpa alguna, masacrados.
En el caso de Felipe me temo que se trata de una malformación moral, una torcedura ética, algo así como los Renglones torcidos de Dios, un hecho sin remedio salvo por intervención divina. Pero bueno, bastó un solo detenido al que se le atribuyeron miles de ejecutados. Dijimos entonces, con diez de éstos, resuelven el tiradero nacional.
Considerando que es el registro más o menos admitido por todos, hubo 200 mil muertos con Calderón y 350 mil desplazados; en lo que va de este sexenio ya mero llegamos a los 180 mil asesinados y del desplazamiento de pueblos enteros, pues ni siquiera nos informamos.
Los pueblos fantasmas en el norte son cada día más. Las zonas aledañas a algunas ciudades sufren el constante acoso y el desplazamiento por parte de grupos de la delincuencia organizada. Que en este término cabe lo que se le ocurra al lector: pandillas de forajidos con fuero, legisladores, secretarios de Estado, gobernadores y funcionarios menores.
O puede, como nació el concepto, tratarse de criminales unidos y que se dedican a secuestrar, asesinar por encargo, traficar con mercancía robada, con drogas o sencillamente a vender protección, derecho de piso y lo usual.
Nunca, como ahora, se habían registrado fenómenos tan lesivos a los ciudadanos. Y no me refiero a las lluvias sino a la increíble capacidad de robar a ojos vista, de saquear el erario, de mostrarse vía hijos, concubinas y nuevas esposas –güeritas, de buena figura y de apellido raro—en todas las páginas de sociales, de a tantos miles la mención.
Y de a tantos millones la plana y la cobertura de tu boda. Tánto te costó tu rubia de categoría, naco, muéstrala, presúmela…
Se preguntan algunos si Javier Duarte podrá ver a los ojos a sus hijos. Sí, no lo duden. A su padre lo agarraron por ratero, pero no por imbécil, los cargos, mínimos según los ha establecido él, le permitirán una cortísima estancia en celda de lujo y de allí a las bellas tierras valencianas.
Nos gusta hacernos y que nos hagan. En páginas de esas revistas de lujo dedicadas a exaltar a los parásitos sociales (eso sí con mucha lana) podemos apreciar con frecuencia a los hijos de don Chapo, mostrando sus caros juguetitos y esa joyas que les apasionan, sus autos, sus yates, sus aviones, en fin, hasta que los localiza otro pillo, los hinca, los fotografía y difunde urbi et orbi.
Por esos mismos días, los nenes chapitos publicaron, de hecho anunciaron la fuga del delincuente. No pasó nada y las autoridades no se interesaron en el asunto, para qué, diríamos que para acumular otro ridículo más.
Hoy se supo que el otro Duarte no será objeto de extradición en lo inmediato, porque la PGR armó mal el expediente. Y sí, es lo normal cuando se quiere ayudar a un contlapachón. Había plazo de seis meses para la extradición de Duarte el más panzón, el jarocho.
Y pasaba y pasaba el tiempo, hasta que el presidente Peña Nieto decidió tomar cartas en el asunto. Breve viaje a Guatemala, rápidas conversaciones y bueno, ya viene para acá, sonriente, mofletudo y cínico como siempre.
carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

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