Carlos Ferreyra Carrasco
CIUDAD DE MÉXICO, viernes 29 de junio de 2018.- ¿Cómo era el día posterior al que en una fiesta sin control participábamos sin medir las consecuencias de nuestros comportamientos?
Aplicado para la conciencia de lo que el lector se está suponiendo y también para quienes politizados al extremo, todo lo limitan a “yo con ya saben quién” o “yo mero”.
Era angustiante darnos cuenta de que lo que habíamos hecho tendría consecuencias graves. Lo sabíamos, pero al momento de los hechos nos valía gorro todo.
Era como ir a votar por primera vez.
Con cierto orgullo, porque en los viejos tiempos se votaba al cumplir la mayoría de edad; esto es, a los 21 años. Nos daba la certeza ciudadana de que ya éramos gente de responsabilidades, adultos en toda la extensión de la palabra.
Y en tal concepto nos movíamos con la certidumbre o más correctamente la ilusión de conocer el desarrollo de las votaciones, que entonces se contaban a mano y no había en las casillas carteles con los resultados.
Digamos que estaban atenidos a la buena o mala voluntad del jefe de casilla, y siempre sujetos a su activa militancia tricolor. Después de todo no había más sopa que ésa.
No conocíamos bien a bien lo que significabademocracia; había rateros, abusivos, metemanos al erario y, como decía el expresidente Portes Gil, cada sexenio tenía como fin cierto la generación de “una comalada de millonarios”.
Ocasionalmente se ponía entre rejas a algún funcionario del que exhibían todas sus ladronerías, no como castigo moral o ejemplar sino por cínico o irse de largo con sus robos. Se valía todo, pero nunca arriesgar la posibilidad de afectar al presidente de la República.
Ejemplo: en el caso actual, el canciller Luis Videgaray al descubrirse su casa veraniega en Malinalco, debió renunciar de inmediato y no contaminar con sus enredos hipotecarios a Peña Nieto, señalado por la voz popular en el caso de la Casa Blanca. En ambos negociados el patrocinador fue el mismo: Higa.
El siguiente 1 de julio, primer domingo del mes, se votarán alrededor de 3 mil 500 cargos de elección popular, para los que se usaron más de 50 millones de anuncios por radio y televisión. Se gastó en la operación, el equivalente a los presupuestos de los principales centros de estudios superiores del país.
Así que iremos a las urnas y no debemos equivocarnos con nuestra selección, porque el 2 no habrá pildorita del día después…