Entresemana / JUEGOS DE PODER

MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN. 

 

CIUDAD DE MÉXICO, viernes 8 de septiembre del 2017.- Cuando se habla de crisis en el Congreso de la Unión y se advierten escenarios graves como dizque parálisis legislativa, se pensaría una ruptura de la armonía partidista y distanciamientos insalvables que convierten a diputados y senadores en enemigos irreconciliables.

¿Terminar a balazos una discusión en el pleno cameral o en los pasillos del Senado? Nada. Esos tiempos ya se fueron. Porque salvo algunas mentadas de madre y las urgencias para agarrarse a trompadas, o las tomas de tribuna y las supuestas huelgas de hambre, nada grave ocurre cuando se airean los diferendos legislativos.

Los legisladores, indudablemente, se han vuelto extraordinariamente previsibles. Por eso, cuando perredistas, panistas y emeceístas cumplieron su amago de evitar la instalación de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, alguien olvidó que la otra Cámara, la del Senado, había iniciado el periodo de sesiones sin mayor problema que el pataleo de senadores panistas afines a Ricardo Anaya.

Lo peor, es que diputados y senadores olvidaron que, el año pasado, justo cuando se abrió un diferendo por la designación de quien sería el primer Fiscal General de la República, el presidente Enrique Peña Nieto envió una iniciativa de reforma que dejaba sin efecto esa disposición de que, en automático el procurador General se convirtiera en Fiscal General.

¿Olvido? No, en estos asuntos no hay olvidos, a menos que Marko Cortés, Francisco Martínez Neri y Clemente Castañeda Hoeflich, coordinadores de las diputaciones federales del PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano, sean unos bisoños en estos menesteres del trabajo legislativo.

No haber recordado la existencia de esa iniciativa presidencial es un pecado ñoño, pero más evidencia el factor de presión con el que operó la trinca bajo aspiraciones personales de Ricardo Anaya Cortés, presidente nacional del PAN, tanto que el tema del fiscal, el objeto de la disputa con el PRI, lo destacaron Anaya, Alejandra Barrales Magdaleno y Dante Delgado Rannauro, en la conferencia ofrecida cuando entregaron, ante el Instituto Nacional Electoral, su petición de registro del Frente Ciudadano por México.

Pero, bueno, el tema es que, al final del día no hay ruptura ni enemistad entre los dirigentes diputados y senadores de las principales fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión, porque ya verá usted cómo, desde este jueves, cuando finalmente acuerden la instalación de la Mesa Directiva que preside el diputado yucateco priista Jorge Carlos Ramírez Marín, las aguas se calmarán, pero nunca salieron de su cauce.

¿Enemigos priistas y panistas? Bueno, por lo menos el operador número uno de la administración de Enrique Peña Nieto,  el que logró llevar a buen puerto las reformas estructurales y luego fue enviado a la dirigencia nacional del PRI, con la perversa idea de ofrecerlo como un perdedor, es decir, Manlio Fabio Beltrones Rivera, mantiene el respeto de la oposición.

Por ejemplo, ayer en un acto de los 300 líderes mexicanos, Manlio fue saludado efusivamente por personajes afines a Ricardo Anaya, como los diputados Marko Cortés y Federico Döring, panistas que en días recientes encabezaron al bloque de legisladores que impidió la instalación de la Mesa Directiva de la Cámara baja, con la exigencia de echar abajo la pretensión oficial de ungir al procurador Raúl Cervantes en Fiscal General de la República.

Por ello, es evidente la maniobra opositora para presionar al gobierno de Enrique Peña Nieto, incluso de evidenciar ausencia de respaldo del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, porque le pidieron intervenir y poner orden, con el PRI como actor primario, en este conflicto que dizque amagaba con la parálisis legislativa.

Osorio Chong no cayó en la celada y les respondió con argumentos previstos en la Ley Orgánica del Congreso de la Unión y la propia Constitución General de la República, respecto de la división de los Tres Poderes de la Federación.

El PRI recuperó esa iniciativa presidencial que, desde el año pasado habría evitado el desaguisado y papelazo en el Palacio Legislativo de San Lázaro y, quiérase que no, los senadores priistas tendrán que meter mano y llevar a la discusión y aprobación a esa propuesta del presidente Peña Nieto.

Pero, vaya, la situación se arreglará, sin duda alguna, este jueves en San Lázaro, aunque ayer todavía los coordinadores de las bancadas del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, dijeron que eran insuficientes las declaraciones del presidente y los coordinadores parlamentarios del PRI, en el sentido de que analizarán destrabar la propuesta presidencial para eliminar el pase automático de la PGR a la Fiscalía General.

Es parte de esta opereta de segunda clase. Los diputados, más los de oposición, son harto previsibles, anuncian cada uno de sus pasos. ¿Opositores irreductibles? ¡Bah! Conste.

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