DE MEMORIA

EL PUEBLO BUENO…
Carlos Ferreyra Carrasco

CDMX., lunes 21 enero 2019.-Se escucha la voz retadora que les dice a policías y soldados “¡Aquí estamos putos..!” los uniformados se retiran paulatinamente y unos minutos después sobreviene la explosión. El saldo final todavía por contabilizar, pero en las primeras horas eran más de 70 muertos y un centenar de heridos de diversa gravedad.
En el panorama se apreciaban festivos quienes llenaban toda clase de recipientes con la gasolina descontrolada. Hicieron un agujero, no precisamente huachicolero sino para dejar salir el combustible como fuera. Alrededor de donde se formaba una laguna de gasolina, bailaban, gritaban y cantaban una curiosa canción que al estilo narcocorrido, exalta bondades “humanas y de valentía” de quienes practican este saqueo.
Escenas pasadas: también en el estado de Hidalgo, un pueblo en armas secuestra a tres soldados encargados de impedir la perforación de ductos. Amenazaban con quemarlos vivos “pa´que aprendan a respetar”, pero la llegada de contingentes militares los disuadió. Los soltaron.
Un par de días antes asesinaron a otros soldados que andaban en las mismas tareas, eso fue por Guanajuato, mientras cerca de la capital nacional se registró una volcadura de un tráiler cargado con reses; el pueblo bueno se lanzó tras el ganado, al que cazó virtualmente y herido, vivo, lo destazó para llevar carne fresca a casita. Del chofer ni se ocuparon, salvo en los primeros minutos que intentaron lincharlo.
Antes un tráiler sin frenos se lanzó a una rampa de arena para detenerse. Lo logró, pero a costa de que el pueblo noble se congregara a saquear la carga. Castigo de Dios, diría mi abuela, otro camión con similares fallas cayó en la misma trampa y se recetó a muchos de los saqueadores que, para variar, del chofer ni se ocuparon.
En la misma carretera, en dos célebres accidentes los moradores de los poblados cercanos a la autopista a Puebla se surtieron de cerveza para las siguientes tres generaciones, y lograron hacerse de refrigeradores y otros enseres de cocina. En este caso el chofer, malherido, fue llevado horas después a un hospital donde se temía por su vida. Los ladrones demasiado ocupados para atenderlo.
Al conocer el accidente en Hidalgo, el presidente López Obrador que estaba en Aguascalientes ordenó que se apagara el fuego de inmediato. Así lo publicó en un mensaje tuitero y luego decidió trasladarse al sitio del accidente por carretera. Lo bueno es que se trataba de una emergencia.
Los críticos de siempre se preguntan por qué el Ejército tardó dos horas en llegar y por qué las autoridades presentes en el momento del saqueo no lo impidieron. Admitamos que no hay protocolos tan simples como para que los uniformados en automático vayan a un lugar de desastre. Y por lo demás fue un hecho afortunado que no lo hicieran, hubiese bastado un soldado en el lugar de los hechos para que los vociferantes de siempre culpasen a las Fuerzas Armadas de la tragedia.
¿Recuerdan Palmarito, en Puebla? Los pobladores se enfrentaron al Ejército poniendo como escudos a los niños del pueblo con las mujeres ligeramente atrás. En el zafarrancho se ve cómo un sujeto se acerca por detrás a un soldado y le dispara; lo mata.
Llega otro soldado, el sujeto corre y cae. En el suelo y cuando apenas se acerca el uniformado, el cuerpo del caído brinca, recibe un par de balazos que, se estableció después pero no se admitió como verdad, eran de calibre enorme, quizá 44 magnum o de rifle de caza mayor. El culpable para la vox populi y para las autoridades fue el soldado. Se ignora si fue castigado, a pesar del testigo que significa la grabación de video.
Independientemente de lo mencionado, resalta la lentitud de las autoridades. En el Estado de México se denuncia una perforación, aquí, cerquita, interviene la autoridad, pero ya lo huachicoleros habían cumplido su tarea y se habían retirado. Los medios alcanzaron a filmar el procedimiento desde el principio hasta el final, pero los responsables de impedir estos robos nunca llegaron, al menos no a tiempo.
Seguro es el estilo personal de gobierno. Recuerden a Ebrard que en helicóptero y todo, nunca llegó para impedir el asesinato del pueblo bueno contra tres agentes que investigaban a las narcotienditas. Demasiadas complicaciones que no fueron óbice para que las televisoras arribaran y grabaran el asqueroso crimen de Fuenteovejuna.

 

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