Periodistas a la calle…
Carlos Ferreyra Carrasco
CIUDAD DE MÉXICO, viernes 17 de agosto de 2018.- Al menos no podrán culpar a mi ex jefe, director y principalmente amigo Carlos Marín, de los más recientes ajustes en Milenio diario, mismos que alcanzan a Milenio TV.
Por un lado, la cancelación de esas páginas a cargo de un nutrido grupo de graduados en La Castañeda o en el Fray Bernardino, de Tlalpan.
Con el cierre de ese espacio pasan al retiro, forzoso o no, media docena de elementos que no necesitan el desempleo sino ayuda médica para que regresen al camino de la cordura.
Lamentable la ausencia de sus letras, que nunca ganarían el aplauso de los correctos ante la vida, mucho menos el Pulitzer aunque tenían la ilusión de obtener el reconocimiento que se le otorgó a un tal Esteban, anunciador de Televisa al que ascendió a periodista.
Hubo quien pensó que era un ser pensante… y lo premiaron.
Lamentable la ausencia de la bella Veris, Verónica Maza, también conocida como la Doctora Verótica; desde luego lamentable la ausencia del resto de los compañeros que abrieron un espacio en los medios que no era ejemplo de nada y paradójicamente era el mejor ejemplo de la libertad de escribir. Y publicar.
Pero bien dicen que las noticias nunca van solas. Personalmente me parece increíble el despido de profesionales de gran reconocimiento y capacidad como periodistas de excelencia. Y no agrego más aunque lo merecen.
Como en el histórico Unomasuno, donde la intensa labor informativa de Blanche Petrich nos permitió ahondar en los conflictos centroamericanos, hoy Irene Selser usa todo su acervo cultural para explicarnos lo que sucede en Nicaragua. Tal como sucedió cuando Ortega veía por su pueblo.
Irene sale de Milenio, igual que Ariel González, un discreto y siempre acertado informador sobre la cultura en México. Su columna Analecta de las horas facilitaba la comprensión de ese difícil, diría que incontrolable mundo de la creación, del arte
Ariel se va como lo hará Martín Salas que dedicó sus mejores años al semanario y luego al diario. Los acompaña Guadalupe Romero, de la sección de Negocios; Gabriel Bolio, Tendencias, y el gran, enorme reportero Francisco Garduño que muchos años ocupó el cargo de jefe de información.
En esa posición, parecería obvio, marcó el carácter del diario.
Hasta el momento no hay explicación sobre estos ajustes en el cotidiano. Y seguramente no las habrá: el soberano derecho de los dueños de los medios a rechazarte porque no le gusta el granito que te salió en la punta de la nariz.
Esperemos para analizar al nuevo Milenio. Por el momento parecería una medida desafortunada. Quienes se van marcaron la firma, el estilo y bueno, eran del gusto de los lectores.
Veremos…