COSA DE PRENSA / Un arcángel llamado Claire

 

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  • Homenaje de AMLO a Cananea
  • Prosa de su guía Carlos Pellicer
  • “Amor con amor se paga”

 

 

Javier Rodríguez Lozano

 

AGUASCALIENTES, Ags., viernes 12 junio 2020.- Hay más tiempo que vida para la grilla, pero no para la poesía. Y menos la de Carlos Pellicer Cámara, en una mañanera de Palacio Nacional. Alguna vez la guapa poetisa chihuahuense y biógrafa de la pintora onírica Sofía Bassi (1913-1998), Bertha Rosalía González Aragón, entonces de Romero, me invitaría a que la acompañara a la casa del poeta tabasqueño Carlos Pellicer Cámara en la colonia Roma, para admirar uno de sus típicos nacimientos navideños que montaba cada año. Bertha Rosalía, gran amiga de Sofía, le ayudaría a escribir su libro en 1978, sobre su estancia en prisión, por el homicidio de su yerno el conde Cesare D’Acquarone, esposo de su hija, a quien el poeta guatemalteco Carlos Manuel Pellecer (1920-2009) le dedicaría un canto: Un arcángel llamado Claire. Aquella visita sería en 1976, a un año del deceso del bardo tabasqueño y a tres años de que Andrés Manuel López Obrador anduviera en la UNAM y con coperachas de sus condiscípulos se ayudaba para sus gastos. Vivía entonces en la Casa del Estudiante Tabasqueño, en la colonia Guerrero, donde llegaría por recomendación del gobernador Mario Trujillo García (1971-76) promovida por don Carlos Pellicer, el primer gran guía -¿o mecenas?- del joven AMLO… En la conferencia de ayer, la excepcional periodista sonorense Reyna Haydeé Ramírez, tocaría una de las fibras más emotivas de Andrés Manuel, al recordarle al poeta Pellicer, a quien quizás le deba más de lo imaginado. En todo caso, enorme gratitud… Jesús Ramírez Cuevas, el vocero presidencial, se encargó de leer la poesía de Pellicer acerca de Cananea y sus mineros, que el próximo 31 de julio cumplen 13 años en huelga. “Bueno, este es el discurso a Cananea del poeta Carlos Pellicer a Tabasco. ‘No he de hablar de la sangre ni de su prodigioso contenido ni del puño que gobierna el lado izquierdo el regadío exacto para que todo el cuerpo se alimente sin que órganos o músculos carezcan. ‘No he de hablar de la sangre, viajera silenciosa, el invisible y entubado pez, vivo millón de gotas líquidamente augusto, disciplinado al ritmo aparatoso de un pequeño universo, origen de razón y poesía. ‘La sangre, la de los vasos siempre generosos, la energía circulante a cada instante, la que hereda zafiros, lodazales, crepúsculos llorados en recuerdo y amanecidos truenos militares. ‘No he de hablar de la sangre, la aurora injustamente derramada como el vino que espera al invitado que va a llegar, pero que no ha llegado porque un tzentzontle ha muerto en su ventana cuando él iba a salir. ‘No he de hablar de la sangre con que el niño al nacer mancha su acto de nacimiento. La sangre oculta en la mirada del hombre socavón que circula en la mina, como sangre que suda todos sus minerales. La sangre oculta en la mirada, el hombre derrotado en el salón de vidrio de la justicia humana. ‘La sangre oculta en la mirada del minero dilapidado como riqueza anónima, razonado por la avaricia glóbulo empobrecido en la arterioesclerosis de la mina. La sangre oculta en la mirada del que después de la protesta inútil -los niños, la mujer, la calandria y el perro- regresa al tiro envuelto en sombras miserables, en trombas minerales, en laringe de gases y entre gallos de amanecer así arrastrados como perros muertos al rico basurero de la mina. ‘Dentro del gran oído de la mina se escucha el ritmo de los hombres que necesitan ocio y poesía; hombres fragmentos de escombros, hombres mendrugos debajo de la mesa de capital jauría. ‘Canana, Cananea, de tus tiros partieron los primeros alientos de la aurora que no ha dado la luz que necesito… La sangre oculta en la mirada del que después de la protesta inútil, los niños, la mujer, la calandria y el perro, regresa al tiro envuelto en sombras miserables, en trombas minerales, en laringes de gases y entre gallos de amanecer así arrastrados como perros muertos al rico basurero de la mina. ‘Dentro del gran oído de la mina se escucha el ritmo de los hombres que necesitan ocio y poesía, hombres fragmentos de escombros; hombres mendrugos, debajo de la mesa de capital jauría. ‘Canana, Cananea, de tus tiros partieron los primeros alientos de una aurora que no ha dado luz que necesito para decir de pueblo en pueblo que ya no hay tuberculosis producida por hambre ni banquetes de bodas de 110 mil pesos, que ya no hay grandes puercos que hocean entre la sangre y la traición. ‘Verdad, señor y Dios mío Jesucristo, que así Pérez Jiménez y Trujillo y Somoza y Roja Espinillas y Castillo Armas, el inefable azul de Guatemala, sean, pues, más bandidos, pero menos ridículos. Me impiden con su estiércol caminar por mi América. ‘Canana Cananea, imaginas el día en que venga a decirte a tu oído de cobre, que no habrá más reuniones con visos de naufragio en Panamá, donde el primer Roosevelt cometió el Panamá, que dejó sin su brazo glorioso a Colombia, allá donde Bolívar llora, más aún, que en Caracas. ‘Tu sangre y tu protesta son el árbol que aguarda su banderín de pájaros, rodeados girasoles de salud y belleza poblados de palabras que convengan al hombre. ‘Canana Cananea, tu nombre suena a arenas movidas por el agua en que se baña el día surgido de tu pecho, joven como el tumulto que agrupa tu escultura apretada de brazos con que abrazas a México. ‘Sobre muros que duelen pintó Diego Rivera la entrada y salida de la mina, chorrean dolor, rabia y vergüenza. Yo vi pintarlos, cuando el día brotaba de mis manos y entre huracanes de águila rompí mi corazón. Para encumbrar luceros tengo la voz a ti, tus noches minerales acarrean relámpagos que abren en un fulgor las tormentas del mundo, llevo la cuenta en túneles de avaricia y cansancio y en el rayo de sol de Tabasco tengo, he de contar un día cuando vuelva a Tabasco lo que pesa el diamante que arrancaste al subsuelo, huelga de Cananea alborea, alborea, alborea.’

LA COSA ES QUE…

“Amor con amor se paga”; qué tal.

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