COSA DE PRENSA / Sin remedio

 

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Javier Rodríguez Lozano

CIUDAD DE MÉXICO, lunes 13 mayo 2024.- Sería interesante determinar ¿qué fue primero, si la gallina o el huevo. Es decir, ¿el poder económico o el poder político? Y eso nos dirá qué y quién manda en el palpitar del mundo.

Pero no nos gusta pensar tanto, mejor lo dejamos como está, con la idea de que algo aparentemente pragmático, pero más bien etérico llamado democracia – inventado con inspiración griega y romana en la Revolución Francesa y perfeccionado en la Gran Bretaña al hacer surgir a los partidos políticos- gobierna a los pueblos.

Los ciertos es que antes de los fariseos bíblicos, esto es, los adinerados, otras razas más poderosas se movían alrededor del oro, por ejemplo, los constructores de las primeras civilizaciones, de los sumerios a los egipcios, eran el poder económico el que mandaba y el político surgiría después, como un invento tan interesante como el reloj de arena para medir el tiempo, y el dinero, para dimensionar a las clases sociales, porque nunca hemos sido iguales.

El pasado viernes nos quedamos aquí. Decíamos: ¿Por qué es imposible separar al Estado del poder económico?

“Se lo explicamos en nuestra siguiente entrega, en la que le hablemos sobre quién manda en México y el mundo, y no son de ningún modo, ni los presidentes, ni los jefes de Estados, ni los primeros ministros, ni los reyes; no, es precisamente el poder económico global, del cual le hablaremos en la que sigue”.

A estas alturas del partido, y más los domingos en los que no hemos conocido descanso, da flojera remitirnos con puntualidad a las fuentes, y documentar como si se tratara de un examen universitario de oposición, me limitaré a las dos fuentes mundialmente más calificadas: El periodista lituano Daniel Estulín y la periodista española Cristina Martín Jiménez.

Imagínese, amable lector, si este tema lo hubiera tomado también Julián Assange, y la forma en que él documentaría -por supuesto, absolutamente hipotéticamente hablando- los cables confidenciales del Foro Económico Mundial de Davos, a las 200 embajadas de los países alineados, del cual surgen las órdenes de las 130 personas más ricas del mundo, que año con año deciden qué debe hacer el mundo y qué no deber hacer; y también, quién debe gobernar Estados Unidos y cada uno los 27 países de la Unión Europea, así como también los de los otros cuatro continentes, por supuesto, incluido México.

Por eso lo tienen preso, porque si Assange hiciera un reportaje sobre el poder económico global, como el que manda el mundo, entonces sí se incendiaría el planeta tierra; pero repito, da flojera pensar tanto.

Me limito pues a reconocer que Andrés Manuel López Obrador ya no necesita ponerle más crema a sus tacos, a un semestre de que termine su sexenio, para convertirse en lo que ya es para la historia de México, sin importar que haya, como en toda sociedad, “prietitos en el arroz”, en muchos casos, vergonzantes, porque yo los admiraba por inteligentes.

Misterios de la vida… Y de la mente.

En 1954 se creó en el poblado holandés de Oosterbeck, en un mes de mayo y en un lujoso hotel, el Club Bilderberg, integrado por un directorio de 130 personas, las ricas del mundo, con la única idea de evitar que estallara otra guerra mundial que los agarrara con los dedos en las puertas, como ocurrió en 1939 cuando Hitler humillara con una bota a los polacos y con la otra, a Londres y París, y a punto estuviera de arrodillar al mundo, de no ser por los rusos, que le hicieran morder el polvo; sí, los rusos, y nadie más.

(No es gratuito que un polaco hubiera sido el creador del Club Bilderberg: Joseph Retinger).

¿Por qué “nadie más”?

Porque ya desde entonces, Occidente se espantaba con un Oso que había engordado tremendamente después de la Revolución bolchevique de 1917. Y más ahora, que se acompaña de un flamígero Dragón, dispuesto a sacudirse toda hegemonía global, otra cara de aquella moneda de 1939, cuando le costó mucho trabajo deshacerse de los temibles samuráis, y después de Mao, cuya revolucionaria historia tuviera su tumba en la gélida traición de una mujer; qué cosas.

¿Por qué no es posible separar al poder del Estado Mexicano del poder político?

Ya no precisamente que por su dinero se sientan los dueños del mundo -el mejor prototipo es Ricardo Salinas Pliego, que se siente, sin ser secretario de Estado, el porfirista José Yves Limantour de nuestro tiempo, sino porque es este poder económico mundial el Gobierno Global al que nada ni nadie se le opone… Bueno, ahora rusos y chinos ya se están oponiendo a él.

Desde luego, este delincuente fiscal, Salinas Pliego, impide que AMLO sea el mejor Presidente de México, porque no supo aplicar la justicia administrativa, aunque de todas formas es y será, insuperable.

Es el poder económico el que, desde John F. Kennedy y hasta Joe Biden, determina quién debe ser presidente de Estados Unidos; Donald Trump ya les comió el mandado en 2016, al vencer a Hillary Clinton.

Y amenaza Trump repetir la hazaña este noviembre de 2024, pero el viciado y corrompido Poder Judicial estadunidense, tanto como el Poder Judicial mexicano, no quiere dejarlo en paz, inventándole cargos que sus adversarios montaron, como aquella bronca en el Capitolio, donde ocurrió lo mismo que en 1968 en México: El Gobierno atacó a los estudiantes y luego los culpó de delincuentes.

Así, y peor, se las gasta el poder económico.

LA COSA ES QUE…

Entonces, ni soñar en que México pudiera ser el país que rompiera con una tradición humana, con tanta antigüedad, como la Sumeria, con eso de separar al poder económico del poder político.

Sin embargo, arrodillar a ese poder económico como lo hiciera Andrés Manuel López Obrador en estos últimos seis años, sin necesidad de inventar guerrillas como las de Luis Echeverría, ya es históricamente meritorio.

Repito, México no tuvo ni tendrá un mejor Presidente, de acuerdo a mi humilde, limitado, respetuoso y no chayoteado punto de vista. Creo que 58 años en el arte de comunicar entre las patas de unos caballos muy salvajes, me otorga la calidad moral para decirlo.

Por supuesto, acepto cualquier tipo de prueba.

Y sí, naturalmente, estoy de acuerdo con The Economist, que dice que: “El actual orden mundial, está cerca del colapso”.

Lo asombroso es que se trata de un periódico del poder económico global y al decir eso -algo que nunca dirá El País de España ni el Reforma de México- es porque “el agua ya les está llegando hasta el cuello”.

Qué tal.

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