COSA DE PRENSA / Picaresca

 

  • Son más ricos los camarones de Sinaloa

  • “Todo se puede decir, sabiéndolo decir”

  • Tepito, cuna del exquisito albur chilango

  • Prohibido “irse de pinta” en esta Escuela

Javier Rodríguez Lozano

CIUDAD DE MÉXICO, miércoles 5 febrero 2025.- “Son más ricos los camarones de Sinaloa, que los de Ecuador… (Se van a enojar conmigo los de Baja California Sur”), exclamó con picardía la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.

Expresión memorable acuñada ayer por la maestra Claudia, que acredita dos conceptos que aquí en COSA DE PRENSA hemos subrayado como parte medular de “nuestro personal estilo de hacer periodismo”, en parodia a la frase de don Daniel Cosío Villegas que aludía a “El personal estilo de gobernar”.

Uno: “Todo se puede decir, sabiéndolo decir”, como decía don Adolfo Ruiz Cortines y como aprendiéramos de nuestros inolvidables maestros en el entonces, El Gran Diario de México de los 90s, el jalisciense don Jorge Villa Alcalá y el peruano don Pedro Álvarez del Villar.

Dos: Para responder a una pregunta reporteril sobre el anuncio del aumento de aranceles de 27% de Ecuador a México, la Presidenta Sheinbaum restó importancia, porque la relación comercial con el país del inolvidable cantor de todos mis barrios, Julio Jaramillo, es muy pobre y luego de citar un desdibujado 0.4% (“con eso te digo todo”), soltó una metáfora, o mejor dicho, un albur muy chilango, que ni a José Ortega y Gasset se le hubiera ocurrido al hurgar en “los sótanos del ingenio”:

“Son más ricos los camarones de Sinaloa, que los de Ecuador… (Se van a enojar conmigo los de Baja California Sur”).

Las generaciones que convivimos en el Tepito (cuna del albur chilango) de Mario Moreno Cantinflas, Raúl Ratón Macías, Adolfo Villalpando “el cajero” y don Carlos Cuevas el joyero ambos de la calle Peñón, así como de Chin Chin el Teporocho, de Armando Ramírez, y también el de Cuauhtémoc Blanco, aunque no compartimos “su personal estilo de la deshonestidad” -peor que el del pibe Maradona que metía goles con las manos-, aprendimos a apreciar y degustar el exquisito arte del albur chilango.

Y eso fue lo que ocurrió ayer en la Mañanera: Claudia Sheinbaum rindió un emotivo, pero discreto y respetuoso homenaje, al “arte de decir todo lo que se pueda decir, sabiéndolo decir”.

LA COSA ES QUE…

Se preguntaba el español Pepe Alameda, aquel inolvidable “poeta del ruedo” de los 60s: “¿Qué sigue después de la apasionada entrega? Pues, “la graciosa huida”, y es lo que vamos a hacer.

Hoy se nos ocurre, por razones de salud, y también de pragmatismo digital, recordar a otro gran maestro, Jacobo Zabludovsky, que a pesar de sus juergas sin amanecer en su barrio de La Merced, solía recomendar en su personal estilo de hacer periodismo: “Hay que hablar fuerte, para que se oiga; y breve, para que se entienda”.

El nuevo sistema político mexicano, de la maestra Claudia, es hoy una escuela en la que no conviene irse de pinta, porque se nos va la nota y “santo que no es visto, no es adorado”, o lo que es lo mismo: “Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”, como les pasa a quienes no saben qué ocurre en México, que por fortuna es una minoría desorientada.

Hoy rendimos homenaje al Constituyente que le dio sentido a México en 1917.

Qué tal.

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