COSA DE PRENSA / Llano en llamas

 

  • La violencia en el país fue “pactada” y es un pretexto

  • Para invasión estadunidense en busca de “terroristas”

  • Pero se opondrá México, apoyado por Rusia y China

  • Últimos días de AMLO cruciales en la historia de México

 

Javier Rodríguez Lozano

 

CIUDAD DE MÉXICO, viernes 13 septiembre 2024.- Si algo está claro en México y el mundo, con la captura de Ismael El Mayo Zambada, es que el Gobierno de Estados Unidos de Norteamérica pactó con el crimen organizado.

 

Por eso, el Gobierno de México está alerta por la lógica y presunta injerencia estadunidense, para detonar la violencia armada en varios estados del país: Sinaloa, Nayarit, Guanajuato, Chiapas, en venganza por la Reforma Judicial de Andrés Manuel López Obrador, ensayando cómo invadirnos si declara a los narcotraficantes como terroristas.

 

Fueron ellos, los cárteles que pactaron con Estados Unidos la captura de El Mayo Zambada, los que disparan primero contra el Ejército en Sinaloa y en otros estados, para desatar la violencia que les “ayude” a justificar invadir a México.

 

Es una cuerda floja, porque de un lado está Rusia y en el otro, China, que se oponen a esas acciones.

 

Es también este anfiteatro, una “bienvenida” previa al 1 de octubre cuando Claudia Sheinbaum sea investida Presidenta de la República, ofrecida por Sinaloa, al igual que en 1981 con Miguel de la Madrid y la ola de secuestros de niños por parte de la policía sinaloense, como Aureliano Rivera Yaraguán La Hiena.   

 

Van cuatro días consecutivos de balaceras en Sinaloa, donde a han sido triplicados los casi cuatro mil efectivos del Ejército y la Guardia Nacional, que arribaran a la entidad en los días posteriores al 25 de julio, que en que fuera plagiado El Mayo Zambada y asesinado el diputado federal priista electo, gente de Alito Moreno, Melesio Cué, y hasta este jueves en hubo otras balaceras en la Concordia, oficialmente se habían registrado solo siete muertos en total.

 

El riesgo mayor en estos momentos, es que la locura estadunidense ampliamente conocida en el embajador Ken Salazar, lleve a los políticos republicanos a consolidar antes del 20 de enero de 2025, en que deberá tomar posesión como presidente de Estados Unidos, Donald Trump, la calificación de terroristas a los cárteles la droga mexicanos, con la intención de invadir México para perseguirlos.

 

Siendo presidente Trump, en 2019 hablaría de un plan para frenar a los cárteles mexicanos de la droga, que causaban alrededor de 100 mil muertes anuales entre los consumidores de fentanilo, pero se abstuvo porque consideró que esa medida sería una violación a la soberanía nacional mexicana.

 

Sin embargo, aquella idea había sembrado la semilla en los surcos del disparatado pensamiento político estadunidense: El 8 de octubre de 2021, el secretario de Estado de Joe Biden, Antony Blinken, anunciaría “un nuevo capítulo” en la cooperación en seguridad con México, con el que se daba el adiós al Plan Mérida (con que Genaro García Luna, de Felipe Calderón, había protegido durante 13 años al crimen organizado). Ahora se llamaría “Entendimiento Bicentenario”, con la anuencia entonces del canciller Marcelo Ebrard.

 

El pasado 2 de marzo de 2023, en una reunión de la Comisión de Justicia del Congreso de Estados Unidos, el senador republicano Tom Cotton, exigiría aumentar los castigos relacionados con el fentanilo, a lo que su correligionario Lindsay Graham, diría que se está trabajando “para un plan que no existe”, y preguntaría a los demás legisladores lo siguiente:

 

“¿Los cárteles mexicanos deberían ser designados como organizaciones terroristas, bajo las leyes estadunidenses?”

 

El fiscal general del gobierno de Joe Biden, Merrick Garland, acotaría: “No me opondría… El proceso no sería sencillo, debido principalmente a las implicaciones diplomáticas con México”.

 

El 9 de enero pasado, el gobernador de Texas, Greg Abbot, exigiría al presidente Joe Biden en su visita, designar a los cárteles de la droga mexicanos como terroristas, opinión compartida por los fiscales generales de 21 estados de la Unión Americana, el 8 de febrero siguiente.

 

Sin embargo, hasta ahora, aquel plan de seguridad bilateral “Entendimiento Bicentenario”, de Blinken, como los debates de congresistas estadunidenses y las exigencias de fiscales generales estatales, tampoco han dado resultados y su prueba de fuego fue, precisamente el que agentes estadunidenses capturaran a El Mayo Zambada en territorio mexicano y lo trasladaran a Estados Unidos, el pasado ya citado 25 de julio.

 

Si se observa este panorama de la política estadunidense como un tablero de ajedrez, se verá con claridad que la pretensión de las blancas es derrotar a las negras en unas cuantas jugadas, además de la captura de El Mayo Zambada:

 

Atacar a las Fuerzas Armadas en estados claves, como Sinaloa, simulando un enfrentamiento entre Los Chapitos y los Mayos, para incendiar el llano y proclamar la urgencia de invadir a México y luego perseguir a los cárteles de la droga, con uno de los cuales ya tiene pacto, igual que en el México de Felipe Calderón en 2006-2012.

 

Además de las balaceras en Sinaloa, donde se han cerrado los blindajes del Ejército y la Guardia Nacional con impresionantes operativos en los puertos de Mazatlán y Mochis, con siete muertos en cuatro días de enfrentamientos, hay acciones armadas también en otras entidades como Chiapas y Nayarit, donde hasta ahora se registran unos 11 muertos, por balaceras entre los cárteles de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación, que busca llevar agua a su molino por “el río revuelto”.

 

En Mazatlán, el alcalde Edgar González Zataráin, ha dicho que su población y el turismo están a salvo, hay negocios abiertos y trabajan normalmente; no hay indicios de que la situación de violencia llegue también a este puerto.

 

LA COSA ES QUE…

 

En su conferencia de prensa mañanera de ayer jueves, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió otro mensaje a la nación, que no fue muy atendido por los medios de comunicación.

 

Dijo:

 

“No tengo vínculos con el crimen organizado”.

 

El mandatario ha hecho un enlistado de periodistas -como Anabel Hernández, Carlos Marín, el ingeniero Enrique Krause, Carlos Loret de Mola, Jorge Ramos, etcétera- que han querido vincularlo con la delincuencia organizada, particularmente el Cártel de Sinaloa, y por su respaldo al gobernador sinaloense, Rubén Moya, que tampoco han presentado una sola prueba.

 

Tema aparte es que, el sistema político mexicano cambió con la aprobación de la Reforma Judicial, que evidencia, además de la corrupción y la impunidad de magistrados, ministros, jueces y burocracia del Poder Judicial de la Federación, que más de ocho millones de mexicanos estaban felices con esa miserable calidad de vida; porque se beneficiaban de ella.

 

Y es que entender lo difícil no es fácil, decía Anthony Quinn: “Si las cosas difíciles fueran fáciles, cualquiera las haría”.

 

López Obrador afirma lo mismo que San Agustín: “El mal no se vence con el mal; el mal se combate con el bien”.

 

Y su inédita filantropía pública -que crea de paso nuevas ciencias políticas en México, porque las actuales ya son obsoletas- va más allá, al defender a aquella casta de comerciantes que Jesucristo corriera del templo; él les manifestó su absoluto respeto.

 

Pero no se refería al comercio organizado, sino al ambulante…

 

Los últimos 16 días del gobierno de Andrés Manuel López Obrador son cruciales.

 

Qué tal.

 

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