-
El prisma político pierde sus colores definidos
-
Calderón, Peña Nieto; Alejandro Moreno Alito
-
Cállate ché, que vos también tenés tu historia
Javier Rodríguez Lozano
AGUASCALIENTES, Ags., viernes 8 julio 2022.- Nunca antes como ahora México vive un proceso de Sucesión Presidencial, bajo un prisma de cuatro tonalidades al que se le han ido los colores definidos y casi todo se ve sombrío, grisáceo.
Nada qué decir del tricolor del priismo, del bíblico azul-blanco panista o el negro-amarillo del perredismo, gloria y oscuridad, que en las dos últimas experiencias electorales han enseñado más que el cobre: la ausencia de ideas y la mediocridad colegiada.
Los demás colores partidistas, pura coyuntura acomodaticia, satelital y oportunista, que al ultra conservadurismo le parece una apetecible tabla de no imposible salvación en el impredecible océano.
Por eso la pregunta obligada es: ¿Qué ofertarán los partidos en 2024? ¿Por quién votar?
Tampoco nunca antes como ahora, el sistema político mexicano se había visto tan impactado con los entuertos escalofriantes del combate a la corrupción y la impunidad, iniciado el 1 de diciembre de 2018 por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Quitarles privilegios económicos a los grandes medios de comunicación y periodistas encumbrados ha sido el más modesto de sus escenarios, si se compara con pormenores de “la guerra al elefante” en las grandes empresas trasnacionales, especialmente españolas; la desaparición de fideicomisos y programas que enriquecían a funcionarios pillos y lo más deshonesto, la prostitución política de expresidentes como Calderón y Peña.
Más allá de los defectos e inconsistencias evidentes en la administración del Presidente López Obrador y más allá del respeto que nos merecen las opiniones en contrario, a la gran mayoría de las y los mexicanos -25 millones de los cuales somos beneficiarios de sus programas sociales- les satisface este combate a la corrupción y la impunidad.
Aunque en ese tenor, no estaría mal que también se persiguieran y castigaran los crímenes de Luis Echeverría y Carlos Salinas de Gortari, perpetrados durante los años de su máximo esplendor político y que tanto le han costado a México en más de muchos sentidos.
De Felipe Calderón son ampliamente las componendas en que incurrió durante su mandato, al favorecer a empresas extranjeras, como Iberdrola a la luego serviría como empleado -lo que Zedillo con la desaparición de los ferrocarriles de pasajeros- y ahora nos tunden con la noticia difundida por el titular de la Unidad de Investigación Financiera, Pablo Gómez, en contra del expresidente Enrique Peña Nieto, señalado de obtener más de 26 millones de pesos, de transferencias irregulares desde el extranjero.
Obra ya en poder de la Fiscalía General de la República el expediente que indica que EPN recibió depósitos en una cuenta en España, entre 2019 y 2021, vinculado a dos empresas con irregularidades fiscales.
En España también su abogado Juan Ramón Collado, adquirió un departamento lujosísimo nada menos que en el número 14 de la calle de Alcalá, a unos pasos de la Puerta del Sol, en lo más exclusivo de la capital española; 233 metros cuadrados con dos cajones de estacionamiento en el complejo inmobiliario del Four Seasons, kilómetro cero de Madrid.
El de Atlacomulco ha respondido a la acusación vía Twitter, dijo: “Estoy cierto que ante las autoridades competentes se me permitirá aclarar cualquier cuestionamiento sobre mi patrimonio y demostrar la legalidad del mismo… Expreso mi confianza en las instituciones de procuración y administración de justicia”.
Pero el ostracismo mayor -vocablo muy propio de la desgracia en que cae algún consentido del sistema político mexicano- le ha correspondido al dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno “Alito”, al que una mujer, la hija de Carlos Sansores Pérez “El Negro”, Layda, como Caronte o Barquera de la Muerte, le ha conducido al infierno con sus audios, cada vez más indignantes.
Esas filtraciones no solo revelan la astucia y habilidad de un joven en la política, sino la forma tan fácil con que se puede manejar el poder político, para enriquecerse a lo bruto, sin importar cómo y a quién se lleve entre las patas con las ambiciones desmedidas.
Sin duda, Alejandro Moreno el de Campeche, es un prototipo de lo que se puede hacer en la política, pero también, de lo que no se debe hacer en la política.
Alito también anda en Europa, en Ginebra, Suiza, se ha acercado a la Internacional Socialista diciéndose víctima de una persecución del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Diría en sus redes sociales: “Queremos que la comunidad internacional sepa de viva voz las amenazas y el espinosa que Morena está haciendo”.
Pero no solo es la Fiscalía General de Justicia de Campeche la que le integra una carpeta de investigación, sino que tampoco lo quieren más al frente del PRI los expresidentes de ese instituto político, que vive los peores momentos de su historia porque si pierde el próximo año en los estados de México y de Coahuila, prácticamente desaparecería.
LA COSA ES QUE…
El escenario anterior, con todo y sus pequeños e imperceptibles detalles, no quiere decir que Morena y sus candidatos la tengan fácil en esta Sucesión Presidencial.
Aquí casi podríamos escuchar aquel mensaje porteño muy bonaarense que reza: “Cállate ché, que vos también tenés tu historia”, lo que no da seguridad a nadie, como veremos en otras entregas.
Qué tal.