COSA DE PRENSA / La Sucesión Presidencial 15  

En 1991 Fox, con casi 10 años de anticipación, iniciaría su “precampaña presidencial” decididamente apoyado por El Universal.

 

  • El Universal, El País, y sus candidatos
  • Brazo con brazo en mítines de campañas
  • Cómo arropó a Fox para encumbrarlo
  • El Presidente se desquitaría del periódico

 

 

 

Javier Rodríguez Lozano

 

Viernes 25 junio 2021.- El único gran periódico mexicano que ha estado más cerca de las campañas presidenciales ha sido El Universal, su propietario estuvo personalmente en los mítines en 1988, brazo con brazo, codo con codo, al lado de Carlos Salinas de Gortari, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Manuel J. Clouthier y Rosario Ibarra de Piedra.

Y en 1991, sería también el primer gran periódico en concentrar su trabajo editorial en favor de un aspirante presidencial: Vicente Fox, quien contendía por la gubernatura de Guanajuato y que Ramón Aguirre Velázquez le ganara en las urnas, pero al juglar delamadrista lo derrotaría en la mesa la “concertacesión” salinista.

Aquélla se había gestado entre Salinas con Diego Fernández de Ceballos, Luis Héctor Álvarez, Carlos Castillo Peraza y Luis Felipe Bravo Mena, por la tristemente célebre “caída del sistema”, y que derivaría también con la cesión de las gubernaturas de Baja California, Aguascalientes y Querétaro, las primeras.

El de las botas y las tepocatas se daría el lujo de cederle su lugar a Carlos Medina Plascencia para gobernar la entidad, hoy entregada al crimen organizado, para concentrarse desde entonces, con casi 10 años de anticipación, en su “precampaña presidencial”, ostensiblemente dirigida por El Universal.

Eso -1988 y 1991- lo vivimos en carne propia, muy, pero muy intensamente.

Y con este contexto era normal, natural pues, que en aquel proceso de pavimentarle al camino al conservadurismo a través del guanajuatense, el citado periódico enfocaría sus baterías a limpiarlo lo mejor posible y se tiraría “a matar”, es decir: se iría hasta la cocina.

En 1992 enfocaría sus baterías en contra de un modesto secretario de Educación Pública, que venía de sepultar a la Secretaría de Programación y Presupuesto y ya en aquel 7 de enero del citado año era “el cliente” favorito de la mejor columna política de la época: Pulso Político de Pancho Cárdenas Cruz, que le tiraba los lunes, pero también los martes y los miércoles; “un día sí y otro también”, como el mismo columnista acuñara entonces.

Obvio, muy pero muy obvio, Ernesto Zedillo Ponce de León iría acumulando resentimientos en contra de El Universal, a pesar de que sus colaboradores más cercanos, como los jóvenes Esteban Moctezuma Barragán y Héctor Morales Corrales, honorables, éticos e incorruptibles, le aconsejaban lo mismo que hoy Andrés Manuel López Obrador a los editores: “No se enojen”.

Muy pocos sabían en aquella primera mitad del sexenio salinista, cuando empieza a tomar forma La Sucesión Presidencial, que en el binomio, dupla Luis Donaldo Colosio-Ernesto Zedillo Ponce de León, había un vínculo que para los integrantes de aquella cofradía era más que sagrado, como de otro mundo. Eran “hermanos de sangre…política”.

Imaginemos la agujeta de uno de esos viejos zapatos que Charles Chaplin quería comerse uno de aquellos días de hambre:

-En cada ojal del zapato había un nombre, uno era colosista y otro zedillista, estaban entreverados, mezclados de tal forma que unos y otros formaban una sola élite política, lejana por otro lado a la que formaba -por citar solo a otro grupo de los varios que había- al de Manuel Camacho Solís con chamacos como Marcelo Ebrard Casaubón.

Muy, pero muy lejana estaba la cofradía Colosio-Zedillo, no solo de la de Camacho Solís, sino de todo el salinismo mismo.

El único que tenía el dato duro de aquella “fenomenología política”, era el francés José Córdova Montoya; vaya, aquel dato no lo tenía ni el columnista más cercano a Carlos Salinas, “El Narigón Cronista” Fidel Samaniego, de El Universal, quien nunca imaginó al zedillismo detrás del colosismo.

Y ahí estábamos nosotros, atisbando, observando y “consumiendo datos duros”…

En aquellos 1988 y 1991 El Universal tenía ya a sus candidatos presidenciales, como en este 2021 también los tiene, además, el periódico El País, que en días pasados se “decantaría” (como ellos dicen para hablar de preferencias o decisiones) por los Ricardos Anaya, Salinas Pliego y Monreal Ávila, sabedores de que ninguno de ellos es lopezobradorista.

En 1992 la SEP paga lo que adeudaba de publicidad a El Universal y en 1993 tira en sus poderosa Harris libros de texto gratuito, todos los días durante dos meses seguidos, pagaría cien líneas ágatas en primera plana sobre las actividades del secretario, pero los periodicazos continuaban un día sí y el otro también.

En silencio, Zedillo rumiaba igual que su antecesor en otro tiempo pero con igual drama, el huésped de La Colina del Perro: “No pago para que me peguen”…

Pero los periodicazos nada tenían qué ver con los adeudos por publicidad o la falta de convenios comerciales, no; la piedra en el zapato se llamaba La Sucesión Presidencial y esa está dotada de una bolsa inimaginable.

(Ayer se tocó algo de eso, aunque imperceptible para AMLO, al hablarse en la mañanera de condonar impuestos para el futbol mundial, la otra arista del trinomio que forma con las telenovelas y la prensa, las principales herramientas con las que el poder económico domina al mundo).

Ya detallaremos que pasaría después cuando el Presidente se desquita con El Universal; le diremos cómo.

LA COSA ES QUE…

Ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador de plano despotricó contra El Universal, “el hampa del periodismo”, le dijo, por las informaciones que publica en su contra, ostensiblemente falsas, en su opinión.

1988, 1991, 1992, 1993 y 2018-2021 no son muy diferentes, estamos en La Sucesión Presidencial y los periódicos también tienen corazoncito y a sus candidatos.

Cualquier semejanza con el pasado es la pura verdad.

Qué tal.

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