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The New York Times nos “tiende la cama”
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Reporteras enfrentan a AMLO y a Claudia
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Subordinadas al Tío Sam “infiltran” al narco
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Ellas son Natalie Kitroeff y Paulina Villegas
Javier Rodríguez Lozano
AGUASCALIENTES, Ags., lunes 30 diciembre 2024.- Un reportaje del periódico The New York Times, de reporteras que enfrentaran a los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo, revela siniestro pacto entre Estados Unidos y Joaquín El Chapo Guzmán.
El pacto estadunidense con El Chapo Guzmán inició con la captura de Ismael El Mayo Zambada, ocurrida el 26 de julio (en que fuera asesinado el dueño de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Melesio Cué).
Le siguió la guerra de los bandos de los hijos de los fundadores históricos del Cartel de Sinaloa: Los Chapitos y Los Mayos, estallada el 9 de septiembre, que hasta el sábado 27 de diciembre contabilizaba 633 muertos, 744 secuestros, mil 877 vehículos robados y 192 detenidos, con datos del periódico Noroeste.
El tercer escenario de ese pacto es el más siniestro de todos: Invadir a México.
Y para ello, el citado periódico estadunidense, con apoyo de su gobierno, ha ordenado una serie de reportajes que busquen justificar ante la opinión pública mundial, que Estados Unidos declare terroristas a los cárteles mexicanos de la droga, a fin de que sus fuerzas armadas puedan invadir a México.
Para ese propósito comisionó a las reporteras, la estadunidense Natalie Kitroeff, jefa de su oficina en México; y la regiomontana Paulina Villegas, ambas galardonadas con sus propios premios, como el Pulitzer, por ejemplo, con experiencia de pocos años en el oficio y muy ingenuas para identificar lo que hay en cada movimiento de piezas del ajedrez geopolítico con que Estados Unidos busca sobrevivir a China y Rusia que lo superan velozmente.
Debemos mencionar que tanto la secretaria de Gobernación, nuestra amiga y compañera exreportera, Rosa Icela Rodríguez, como el canciller Juan Ramón de la Fuente y el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, tienen en el trabajo periodístico y de Inteligencia, las más importantes herramientas para comprobar, no solo la participación de mercenarios pagados por la CIA y el Departamento de Estado en Sinaloa y todo el país, sino el trabajo de medios de comunicación como The New York Times, El País, The Times y Washington Post, entre otros, con el mismo propósito: Invadir a México.
Aunque con brevedad, veámoslo microscópicamente en esta primera entrega:
Ayer domingo, en el centro de su primera plana, The New York Times publica un reportaje con encabezado: “Reportando desde Culiacán, estado de Sinaloa, bastión del cártel homónimo y centro de producción de fentanilo”, firmado por Natalie Kitroeff y Paulina Villegas, con fotografías y video de Meredith Kohut.
De poco más de mil 500 palabras, sintetizamos en algunas sobresalientes y relatamos el contenido: Las reporteras hablan de su presencia en un laboratorio de fentanilo, en pleno centro de la ciudad de Culiacán.
De acuerdo a las gráficas un “cocinero” al preparar el fentanilo, vestido con ropa y gorra nuevas, y las reporteras narran su experiencia, realmente fantástica si no supiéramos que fue un montaje, porque una de las reglas no escritas del crimen organizado es “No Prensa”.
Así lo vimos el 4 de abril de 2010 cuando el periodista Julio Scherer García visitara a El Mayo, pero no publicaría la entrevista, sino solo algunos apuntes sueltos; y también con los 134 periodistas asesinados por el crimen organizado entre 2000 y 2018, según Artículo 19.
Entonces, la pregunta obligada es: ¿Cómo lograron las periodistas, no solo ser amablemente atendidas por el Cartel de Sinaloa, sino hasta entrar a uno de sus laboratorios de fentanilo?
¿Por qué son muy hábiles? ¿Por sus contactos, como argumentara Natalie? ¿O por lo fuerte del impulso que supera al miedo, como siente Paulina en la cresta de un peligro inminente?
Analicemos algunos de los escenarios de su reportaje:
-Entran y el cocinero empieza a trabajar.
-Vestíamos trajes de protección tipo hazmat y máscaras de gas, pero el cocinero solo llevaba un cubrebocas quirúrgico.
– Nos explicaron, ellos ya tenían tolerancia a la droga letal.
-Nosotras —dos periodistas de The New York Times y una fotógrafa— llevábamos meses intentando acceder a un laboratorio de fentanilo operado por el Cártel de Sinaloa, el cual según el gobierno estadounidense es responsable en gran parte del producto que inunda Estados Unidos. Pero cada vez que estábamos cerca de lograrlo, algún estallido inesperado de violencia desbarataba nuestros planes.
– Cuando llegamos a Culiacán, la ciudad capital, en septiembre, una furgoneta apareció junto a una avenida con al menos cinco cadáveres dentro.
– La situación era demasiado insegura como para poder ir al laboratorio.
– Vimos una demostración de cómo se fabricaba fentanilo en una casa de seguridad del cártel, pero no pudimos entrar en el lugar donde los cocineros producían lotes más grandes.
– El laboratorio estaba oculto en una casa en pleno centro de la ciudad de Culiacán, en una calle bulliciosa llena de peatones, automóviles y puestos de comida.
– Un joven de 26 años vestido con una camisa azul marino y pantalones.
Y aquí viene su argumento, sobre cómo fue que lograran entrar a un lugar así:
“Logramos acceso gracias a uno de nuestros contactos, que conocía un narcotraficante que hacía negocios con los cocineros.
“El contacto convenció a los hombres de que no revelaríamos sus identidades ni la ubicación del laboratorio. Ellos dijeron que al hablar con periodistas se arriesgaban a represalias mortales, y hablaron bajo la condición de mantener el anonimato.
“El cocinero principal y su socio nos dieron la mano y su jefe, un hombre de mediana edad que merodeaba cerca, nos permitió ingresar un teléfono y una cámara. Nos advirtieron que estuviéramos preparadas para que aparecieran las fuerzas del orden en cualquier momento”.
Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Gobernación, pero antes reportera de La Jornada, aunque nunca cubriera Policía, sí sabe cómo se trabaja un “reportaje de investigación”, es decir, sabe muy bien “de qué lado masca la iguana”, cuando de periodismo de investigación se trata.
Es obvio, que el ingreso de las reporteras a ese laboratorio de fentanilo del Cártel de Sinaloa en Culiacán, obedece a la misma línea implícita en sus reportajes anteriores, publicados en el mismo The New York Times, con datos cuestionados en su momento por el presidente Andrés Manuel López Obrador y por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
Otras líneas sobresalientes del reportaje de Natalie y Paulina:
-Luego de ponernos mascarillas de gas, trajes de protección y guantes, entramos a la cocina.
– Dos funcionarios de la embajada de Estados Unidos que monitorean la producción de fentanilo dijeron que estos ingresos concordaban con alguien del nivel del cocinero principal en la organización delictiva.
– Cuando se le preguntó si la presión de Estados Unidos o de su propio gobierno de México pondría fin al complejo industrial de fentanilo, resopló con escepticismo.
“Esto es lo que nos tiene con dinero”, dijo. “El narcotráfico es la principal economía aquí”.
-“Nos tenemos que ir”, dijo el cocinero principal, apagando la estufa y dirigiéndose a la salida. “Tenemos que irnos corriendo”.
-Luego de quitarnos el equipo protector y coger nuestros teléfonos, nosotras también salimos corriendo de la casa.
LA COSA ES QUE…
Natalie Kitroeff, jefe de la Oficina de The New York Times, es aquella periodista que se enfrascara en brutal polémica con el presidente Andrés Manuel López Obrador, al enviarle una carta amenazante, preguntándole por escrito por sus presuntos nexos con el crimen organizado, en febrero pasado.
Kitroeff diría en su escrito al Presidente de la República:
“Quiero informarle que estamos trabajando en un reportaje sobre una investigación que realizó el gobierno de Estados Unidos durante el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, distinta de la investigación de la DEA que se hizo pública hace unas semanas y que sólo analizó su campaña de 2006. Por este medio solicitamos sus comentarios sobre el reportaje. Tenemos hasta las 17:00 hoy, el 21 de febrero, para incluirlo en el artículo”.
Las preguntas de la reportera se referían a presunto dinero que El Mayo Zambada habría entregado a AMLO en 2018 para su campaña electoral, lo que deja en claro de qué lado estaba la periodista, esto es, de El Chapo.
Y por cuanto a Paulina Villegas, hace poco más de cinco años que se graduó y de inmediato empezó a “batear en ligas mayores”, donde los periodistas veteranos sabemos que eso solo se consigue con mucho dinero… Dinero regiomontano, por supuesto.
Con 39 años de edad, trabajó un tiempo para Reporte Índigo, con incursiones en The Washington Post y The New York Times. Su periódico la elegiría para hacer pareja con Natalie en estos reportajes “invasores”, por un detalle en sus antecedentes:
Al hace el documental para la televisión en 2020 “El Hijo del Chapo: El asedio de Culiacán, obviamente, entraría en contacto nada menos que con Joaquín Guzmán López, y esto permite inferir también, de qué lado estaba: Contra El Mayo.
Y también, Paulina se enfrentaría a la presidenta Claudia Sheinbaum, en otro episodio polémico del citado periódico neoyorkino.
Pero si nos permite, amable lector, le daremos más detalles de este “compló” en otro momento.
Qué tal.