Es la Gran Prensa, vía ONU, OTAN, Comunidad Europea, Foro Económico Mundial de Davos, Suiza y organismos financieros internacionales, la que le dice a unos 200 países qué es lo que deben hacer y qué es lo que no deben hacer, como se lo acaban gritar a Argentina, por ejemplo; y como le están vociferando a México con la reforma al corrompido Poder Judicial.
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Somos lo que creemos, pero no nos creemos
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La mentira, en el ADN de toda la humanidad
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Gracias a los grandes medios de comunicación
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EL PAÍS, vocero del poder económico global
Javier Rodríguez Lozano
CIUDAD DE MÉXICO, miércoles 19 junio 2024.- La nuestra no es, de ninguna manera, una vocación en la comunicación masiva llamada periodismo desde hace casi medio siglo, que nos faculte a pontificar, ni remotamente, sobre la mentira; sin embargo, nuestra experiencia la percibe como lo único más grande del mundo.
Vicente Vide Rodríguez, doctor en Teología por la Universidad de Deusto, Bilbao, España, escribió un ensayo que se titula “Análisis filosófico y teológico de la mentira, desde la teoría de los actos del habla”, publicado en 2016, del cual resume:
“La expresión bíblica ‘No darás falso testimonio contra tu prójimo’, debería ser interpretada teológicamente de este modo: ‘Integrarás en tu vida la coherencia, la autenticidad, la fidelidad, la honestidad y la transparencia’, asumiendo al mismo tiempo la opacidad, los claroscuros, las paradojas y la ironía misma de la existencia humana”.
Y remata:
“La filosofía, la teología y las religiones, han de denunciar toda forma de encubrimiento, ocultación de hechos y acontecimientos que constituyen delito, así como todo tipo de hechos que comporten lesiones en la integridad de la dignidad de las personas”.
Este reportero se pregunta, con humildad y respeto, ¿por qué la filosofía, la teología y las religiones -además de la Gran Prensa, la más comprometida ética y socialmente- no han denunciado la mentira que representa el poder económico global (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y el gobierno global de la ONU y la OTAN) que tiene de rodillas al mundo.
Y lo peor, ¿Por qué, la indiferencia del mundo?, como dice el tango Yira Yira, de Enrique Santos Discépolo, escrito cuando en México nacía el sistema político mexicano, 1929.
Eva Psicología analiza en su blog el “Somos lo que creemos”, y pondera que es una frase muy socorrida, “la has escuchado o leído en más de una ocasión y habrás pensado que es muy mística y te habrá salido el comentario de: ’si creo que soy rico eso no me convierte en rico’ (o algún otro adjetivo) A que sí?” (Sic).
Nosotros, a diferencia de esta opinión psicológica, estamos convencidos de que si -como decía San Agustín: “¿Crees que eres rico? Vive como rico; ¿Crees que eres pobre? Vive como pobre”- nosotros creemos lo que somos, seremos lo que creemos.
El problema es que, creemos en las mentiras de los grandes medios de comunicación; pero no creemos en nuestra propia grandeza individual y grupal, infinitamente más grande que lo más grande imaginado, sencillamente porque somos energía cósmica.
De aquello de, “si creo que soy rico, no me convierte en rico”, de Eva Psicología, se añade:
“Y todo esto tiene mucho que ver con nuestro autoestima. El autoestima es una parte de todo ser humano que se empieza a crear desde el momento que estamos en la tripa de nuestras madres, hasta el último día de nuestra vida. Es una parte que (hay que) cultivar todos y cada uno de los días de nuestra vida”.
En esto se mezclan dos aspectos fundamentales: 1) Lo que creemos de nosotros por nuestra propia experiencia y visión de la vida; y 2) Lo que los demás dicen de nosotros y lo hacemos nuestro al creérnoslo, precisa la especialista.
Las creencias que tenemos de la vida -dice Eva Psicología- y de nuestra persona, son las que guían nuestro rumbo y forma de estar en la vida:
“Esas creencias son las os conduzcan por la vida”, concluye la española Eva Psicología.
Nosotros decimos que, ni la filosofía, que debieran abordar las universidades; ni la teología, cada vez más desfasada por la tecnología; y ni las religiones, con más pederastia que innovaciones, y menos aún los grandes medios de comunicación, han denunciado la gran mentira que vive la humanidad.
¿Y cuál esa gran mentira que vive la humanidad?
Aquella que un día sí y todos los demás también, nos dicen los grandes medios de comunicación con respecto al palpitar del mundo, donde las naciones y sus poderes constitucionales, están sujetos a un dólar de quince centavos, a liderazgos huecos y partidos políticos de risa, y las “órdenes” que a través de sus agencias emite la Organización de Nacionesl Unidas, para mantener al mundo a raya.
La fábrica de esa mentira, dueña de los grandes medios de comunicación, incluidos los mexicanos, se llama Club Bilderberg, que se acaba de reunir en Madrid, con la encomienda de que su vocero, El País, se encargue de retransmitir a América Latina su mensaje de subordinación por la vía de sus deudas externas contraídas con el BM y el FMI, como Argentina, para no ir lejos; y donde muy lejos se ha colocado México para ser más independiente, aunque aún no lo consigue del todo.
Antes, el 7 de junio, Javier Sampedro abrió el tema en las páginas del citado periodicucho, con el encabezado: “Una reflexión sobre la desinformación”, al postular que: “Las mismas redes que iban a emancipar al ‘Homo sapiens’ del siglo XXI han generado los peores virus a los que se puede enfrentar una sociedad abierta”.
Dice:
“Como no soy muy de rezar, voy a dedicar esta columna de la jornada de reflexión a, bueno, justamente, a reflexionar sobre una de las cuestiones más importantes que afectan a los procesos electorales en medio mundo. Es la desinformación, amigo. Sin información fiable no hay democracia, porque la gente no sabe lo que vota. Esto era una obviedad en el siglo pasado -por eso la prensa se llamaba el cuarto poder-, pero media docena de…”
El siguiente 17 del mes en curso, en el citado pasquín ibero escribe Joan Coscubiela, con el tema “La desinformación como negocio”, y postula que: “Combatir este fenómeno sin afectar a la libertad de comunicación e información es fácil, pero existe un abanico de medidas legales y actitudes individuales que se puede adoptar”.
Relata que, “la desinformación es tan antigua como la información. La utilizó César Augusto como arma política en la antigua Roma. Se usó en la persecución de judíos con los libelos de sangre. Las innovaciones tecnológicas siempre han propiciado su expansión. Sucedió con el uso de la radio por el nazismo. Ahora se repite con la digitalización…”.
LA COSA ES QUE…
Es la Gran Prensa, vía ONU, OTAN, Comunidad Europea, Foro Económico Mundial de Davos, Suiza y organismos financieros internacionales, la que le dice a unos 200 países qué es lo que deben hacer y qué es lo que no deben hacer, como se lo acaban gritar a Argentina, por ejemplo.
Y como pretenden decírselo a México, cuando sienten sus intereses afectados, por ejemplo, cuando hace unos días la relatora de la ONU, Margaret Stterthwaite, le dice al presidente Andrés Manuel López Obrador que sus señalamientos contra los jueces son “hostigamiento y abusos”.
¿A cuenta de qué, irrumpe la ONU en la soberanía de México?
Muy sencillo: porque son y se creen el gobierno global, no elegido por nadie en ninguna urna, pero sí en la mesa del poder económico global Bilderberg. Sin embargo, México ya no se subordina a nadie.
Por supuesto, a ese respecto, el Presidente López Obrador y la mayoría electoral de los mexicanos, al menos unos 30 millones de personas, así como la presidenta electa Claudia Sheinbaum, y la gran mayoría del Poder Legislativo, piensan lo mismo que nosotros.
Qué tal.