COSA DE PRENSA / Inútil

Primera crónica del Seguro Socíal en 1945, a dos años de su creación, en el techo de la Segunda Guerra Mundial y cuando México adelantara a Occidente en seguridad social, hoy dormida en la Cuarta Transformación.

 

  • El IMSS, de Tata Vasco a la 4T

  • Adelantó al tiempo; hoy duerme

  • Periodistas que salvaron vidas

  • Hoy no se salvan ni ellos mismos

 

Javier Rodríguez Lozano

CIUDAD DE MÉXICO, lunes 15 agosto 2022.- Increíble pero así es, desde Vasco de Quiroga en 1531, hasta 2022 con Andrés Manuel López Obrador, 491 años de un Seguro Social sin cumplir su compromiso original: proteger a los mexicanos.

 

¿Por qué?

 

Por lo mismo que la opulencia es separada de la indigencia; aquélla, siempre díscola y avara, y ésta, siempre abandonada e impotente.

 

¿O será por la frialdad empresarial -más cálida y comprometida con los viejos regímenes que con López Obrador- ante el tripartito consejo técnico del IMSS que complementan sindicatos y Gobierno?

 

Vasco de Quiroga, Maximiliano y don Porfirio, se conmiseraron del dolor humano, pero poco hicieron al respecto; se esperaba pronto con la Revolución, pero Álvaro Obregón, Emilio Portes Gil y hasta Lázaro Cárdenas, se tomarían su tiempo arrastrando solamente el lápiz.

 

Y sería hasta el régimen de Manuel Ávila Camacho, cuando el Congreso de la Unión aprobara el 9 de enero de 1941 lo que entraría en vigor hasta el 19 de enero de 1943 y se llamaría: Instituto Mexicano del Seguro Social.

 

La clase trabajadora, con el apoyo de políticas públicas funcionales, estabilizadoras, construyó un gran país y su Seguro Social. La pregunta es: ¿el IMSS ha pagado su deuda a la clase trabajadora?

 

La respuesta es: Por supuesto que no.

 

Y no de ahora, con una 4T de buen corazón, pero con muy poca eficiencia, sino desde hace muchos años, al menos quizás desde 1918, después del Constituyente, cuando se esperaba que surgiera.

 

En aquellos años, de un mundo en las llamas de la Segunda Guerra Mundial, México muestra al orbe lo que no tenía ningún otro país en el Hemisferio Occidental: un Seguro Social, que Leo S. Rowe, presidente de la Unión Panamericana (de la Salud) calificaría en su visita de abril de 1945, así:

 

“La implementación del Seguro Social Mexicano en la etapa bélica es un preciado fruto de la Carta del Atlántico (luego, ONU), que fecundará en todos los países como expresión de una verdadera justicia social”.

 

Quizá el pilar de esa injustamente valorada clase trabajadora mexicana haya sido Vicente Lombardo Toledano, quien dirigía la revista Futuro, de la Universidad Obrera de México, que en la página 33 de su edición de abril de 1945 publicaría un artículo de Felipe R. Mendoza, con el encabezado: “El Seguro Social Mexicano la obra más trascendental de América”.

 

Se trata de la primera crónica de la institución más importante de México, después de los tres Poderes de la Unión, que a dos años de su fundación había atendido ya a sus primeros tres millones de derechohabientes, de los 10 millones que habitaban entonces en el país.

 

Acompañado del director del IMSS, Ignacio García Téllez, Rowe -que había sido también subsecretario de Hacienda en Estados Unidos- recorrería modestas instalaciones que hoy son un impresionante centro médico en Gabriel Mancera, otra en Palma y algunas más en la capital del país.

 

El cronista de la mencionada revista citaría fundamentos sagrados del IMSS, algunos de ellos hoy abandonados por la Cuarta Transformación. Diría:

 

“El régimen de Seguridad Social mexicano, auspiciado y apoyado con interés y generosidad por el señor Presidente de la República, comprende la protección de la economía del trabajador y de su salud, especialmente en lo que respecta a la madre, el niño, la invalidez y la vejez, por causas de enfermedades naturales o de riesgos profesionales, aspectos que ninguna otra ley del Hemisferio Occidental incluye hasta hoy como un servicio integral nacional y obligatorio”.

 

Tampoco serían casuales los pasos por esa institución, de figuras de los tiempos de las políticas públicas funcionales, como Antonio Ortiz Mena (1952-58), Ignacio Morones Prieto (1966-70), Jesús Reyes Heroles (1975-76) y Benito Coquet (1958-64), por no citar a los Farell, García Sáinz, Gamboa Patrón, Molinar Horcasitas y otros, de no tanta trascendencia, como el propio Zoé Robledo Aburto hoy.

 

Los dos años de pandemia 2020 y 2021 permitieron ver la radiografía del IMSS tal y como es en la 4T: Inútil.

 

Durante ese tiempo todas las enfermedades terminales se convirtieron en Covid, se canceló la consulta de medicina general y se prolongaron cada vez más distantes las citas médicas y con especialistas fue el caos; se dispararon los decesos.

 

Muchas, pero muchas, sino es que muchísimas muertes registradas en el lapso pandémico, se debieron más a la ineficiencia -que también es una forma de corrupción, según Miguel de la Madrid- del Seguro Social, que a la emergencia por el virus.

 

Guarderías, niños con cáncer y sin medicamentos, trabajadores defraudados con sus propias prestaciones sociales, además del mercantilismo médico al amparo de la pandemia, son otros de los escenarios oscuros del actual Seguro Social.

 

En parodia a Carlos Fuentes cuando hablaba de la democracia, nosotros podemos exclamar: “¡Oh, Seguridad Social, ¡cuántos crímenes se han cometido en tu nombre!”

 

Muchos de los directores del IMSS arriba citados tuvieron en sus oficinas de prensa -hoy, de Comunicación Social- a compañeros periodistas que supieron salvar muchas vidas, con tan solo pedirle al área correspondiente que cumpliera con su obligación de brindar atención médica, como marca la ley.

 

De las generaciones de periodistas de la última mitad del siglo pasado, ¿quién no recuerda a un Amado Treviño Abate, con Arsenio Farell Cubillas; un Oliverio Duque Juárez, con varios directores del IMSS; lo mismo que a Juan Antonio Muñoz y Carlitos Espinosa Martínez, entre otros distinguidos comunicadores, en la tarea de ayudar a reporteros y a sus familias, ¿a que pudieran ser atendidos médicamente como Dios manda?

 

Hoy es diferente, la comunicación social del IMSS ha cancelado ese tipo de apoyo a periodistas y algunos facultativos y especialistas, lo saben y actúan con toda insensatez y prepotencia.

 

Tal es el caso del oncólogo Abraham Gerardo Cárdenas Roque, del Hospital General de Zona número 1 del IMSS en la Ciudad de Aguascalientes, que siempre trató mal a una paciente de apellido Nevárez Márquez, que desde hace dos años lucha contra un cáncer mal atendido por él, a quien le decía:

 

“A mí no me importan las recomendaciones, aquí se hace lo que yo digo. Y no me venga con recomendaciones de director del Seguro, o del Presidente de la República; o presiones de su marido que es periodista; aquí se hace lo que yo digo”.

 

LA COSA ES QUE…

 

De ninguna manera se podrá proclamar una transformación en México, mientras la más importante de sus instituciones continúe reducida a la inutilidad y no cumpla con los fines para los que fuera creada.

 

Qué tal.

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