COSA DE PRENSA / Guerra latente 2

Niega Rocha Moya que su salida del País, el 25 de julio, tenga relación con la detención de ‘El Mayo’

 

  • AMLO, Claudia y Rubén Rocha, ¿narcopolíticos?

  • Las apariencias engañan y las palabras también

  • EEUU manipuló a ese gran ajedrez geopolítico

  • “Pegándome, querían vengarse del Presidente”

 

Javier Rodríguez Lozano

MAZATLÁN, Sin., martes 13 agosto 2024.- El mismo día, el jueves 25 de julio pasado, tres acontecimientos cambian el curso de la historia del crimen organizado y sus nexos con el poder político:

 

1) El ahijado Joaquín Guzmán López, convence a su padrino Ismael El Mayo Zambada, de 2) arbitrar el pleito entre el gobernador Rubén Rocha Moya y el cacique universitario Héctor Melesio Cuén Ojeda, que estaba ridiculizando a Morena, y 3) Ovidio Guzmán López, aparatosamente capturado a principios de 2023, es liberado en Estados Unidos.

 

Es decir:

 

El Gobierno de Estados Unidos, a través de Ovidio, propuso a Joaquín que entregara a El Mayo Zambada a cambio de su liberación, (y posteriormente también la de su hermano mayor, Joaquín), y simultáneamente inmiscuir a Rubén Rocha Moya, Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum, ordenando a la Gran Prensa estigmatizarlos como “narcopolíticos”.

 

No, no, no, la estadunidense jugada magistral no se limitaba a las tres bandas del billar de barrio, sino que iba mucho más allá de ajedrecístico “Mate de Legal”, “El Gambito del rey”, o cualesquiera de las mejores jugadas de los genios del escaque blanco y negro:

 

-El Gobierno de Estados Unidos así ganaba a la principal cabeza del crimen organizado en México, El Mayo, y evidenciaba al presidente y a su sucesora como “narcopolíticos”, para abrirle el camino al partido de la ultraderecha que se creará en octubre próximo.

 

Es mucho más lo que está en juego y a la parte ofendida le sobra la razón, pero la falta la retórica para comunicarlo.

 

Esta mañana, en su conferencia de prensa “semanera”, que todos los lunes ofrece el gobernador de Sinaloa, Rocha Moya, así se le vio: firme, pero dubitativo; directo pero inexpresivo; enérgico, pero titubeante. Es que no es fácil plantarse ante un micrófono, por más productos de gallina que se posean, y convencer a una clase siempre inteligente y abierta de mente, que es la periodística; difícil de convencer.

 

Quedó claro que después de lo presuntamente dicho por Ismael El Mayo Zambada, pareciera que ni el presidente Andrés Manuel López Obrador, ni la presidenta electa Claudia Sheinbaum y ni el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, podrían despojarse del estigma de “narcopolíticos”… Pero no fue así: Las apariencias engañan y las palabras también.

 

La Gran Prensa -aparentemente, prestigiadas plumas, hoy evidenciadas por su proclividad a mentir- ha sido ridiculizada y la trama, más encuerada que la obra maestra de Juan Olaguibel, antes en el Paseo de la Reforma y hoy en la plaza principal de Ixmiquilpan, Hidalgo, donde la transportara Alfonso Corona del Rosal y celebérrimamente conocida como La Diana Cazadora, cuya modelo fuera Helvia Martínez Verdayes, esposa de Jorge Díaz Serrano.

 

Durante al menos los últimos seis años, cuando México empezara a poner un muro invisible en el río Bravo, advirtiéndole primero a Trump y luego a Biden, lo mismo que hoy a Kamala Harris, que nuestro país ya no es el patio trasero de nadie; y sin decirlo, pero sí demostrándolo, tanto Vladimir Putin como Xi Jinping refuerzan esa advertencia con submarinos nucleares en el Caribe y apoyo moral en los hechos, contra una de tantas amenazas de intervención estadunidense, con museo incluso, en Churubusco.

 

Cuando el reportero Alejandro Madrigal le preguntó al gobernado Rocha Moya sobre la escolta de El Mayo Zambada, un comandante ministerial de nombre José Rosario Heras López, el nerviosismo del preguntado era ostensible, amenazaba naufragar, pero no, se repuso y balbuceó, porque no lo dijo con claridad, que un gobernante a veces tiene que tomar decisiones que no le gustan.

 

No se dijo en esta conferencia, pero en la mente de muchos informadores estuvo la vez en que fuera asesinado uno de los Carrillo Fuentes, “El Niño de Oro”, cuando era escoltado por el jefe de la Judicial, Pedro López, el 11 de septiembre de 2004.

 

Al igual que Héctor Melesio Cuén Ojeda, Rocha Moya fue rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, para muchos, la UNAM sinaloense, en la que Cuén imitaba el modelo de Raúl Padilla, su amigo, en la Universidad de Guadalajara, y ambas casas de estudios, en su momento, aportarían elementos a la Liga Comunista 23 de Septiembre.

 

Desde luego, agradeció el apoyo de los gobernadores morenistas y de los presidentes Andrés Manuel López Obrador y la electa Claudia Sheinbaum, y recordó haberle dicho a AMLO: “Lo hacen contra mí, porque lo quieren afectar a Usted… Pero ante esto, no vale el discurso, lo que importan son las pruebas”.

 

Le pidieron su comentario sobre lo que dice el columnista de El Universal Salvador García Soto,             quien le dijera en una comida: “No nos hagamos pendejos, en Sinaloa todos sabemos quién es quién”.

 

Enfático, enérgico y firme, el gobernador Rocha Moya dijo: “¡Falso de toda falsedad! Yo nunca me reuní con él, nunca estuve en su programa, como candidato yo siempre tuve el apoyo de la gente, pero nunca del crimen organizado”.

 

Y se lanzó con todo, contra “los enemigos del Presidente”: Rivapalacio, Anabel, Loret, y dedicó amplios espacios a reprochar sus trabajos y denostar sus mentiras… La Gran Prensa al fin.

 

Pero la parte realmente más importante de esa conferencia semanera fue la que el gobernador Rocha Moya pidió a las autoridades correspondiente a que auditen sus propiedades, que en su opinión, nada tienen de enriquecimiento inexplicable.

 

Tiene una casa o departamento que sigue pagando al Fovissste, acaba de pagar una camioneta con mensualidades que duraron seis años; es viudo, vive solo y algunas veces duerme en Palacio de Gobierno, porque quiere estar cerca de la gente.

 

“Chequen mis cuentas, no tengo de donde sacar más, tengo lo que devengué durante 20 años en la Universidad Autónoma de Sinaloa, donde fui rector y secretario general; no soy el demonio, como algunos dicen… Tengo decencia, cultivo a mi familia con esa honorabilidad; no pierdan su tiempo en mentiras”.

 

Sin embargo, el gobernador Rubén Rocha Moya cometió una “chabacanería”, o dicho de otro modo, una inocentada, al pedirla a la prensa que ya no le pregunte más sobre este tema, porque ya no va a decir nada… Es como si les invitara a seguirle preguntando hasta el cansancio, como ocurre en todos los estigmas.

 

LA COSA ES QUE…

 

Irene Medrano Villanueva, es una reportera, entonces del periódico Noroeste y hoy de El Sol de Sinaloa, con quien cubrí la campaña presidencia de Manuel J. Clouthier en 1988, el 22 de noviembre de 2021 entrevistaría al gobernador Rocha, a tres semanas de tomar posesión.

 

Ella nos ofrece una imagen que, de ninguna manera sugiere a un narcopolítico, como dice Rocha Moya: “Me quieren hacer narco nomás porque nací en Badiraguato”.

 

De los 10 libros que ha publicado uno de 2014 se titula El Disimulo, así nació el narcotráfico, en que relata que, “el disimulo es una forma de ocultar o de fingir que la realidad es otra o inexistente, también los orígenes y las causas que propician la ausencia de valores éticos ciudadanos para abrir las puertas de par en par a la simulación y a la fantasía de un poder fundado en la crueldad, la corrupción y la negación de la vida”.

 

Al iniciar su administración diría que su mayor reto es pacificar al estado, para que a la gente se le olvide tener el Jesús en la boca, abatiendo los delitos, bajar los índices delictivos.

 

Aseguró Rocha Moya en aquella entrevista que, en su sexenio no habrá disimulo y que para ello diariamente junto con los encargados de la seguridad del estado como el Ejército, la Marina, la Guardia Nacional, La Fiscalía del Estado y la Secretaría de Seguridad Pública buscará aminorar los delitos.

 

Quien esto escribe, en 1988, junto con Irene y otros compañeros reporteros que  cubríamos la campaña presidencial de Maquío, fuimos invitados a la casa del candidato panista en la colonia Chapultepec, con su esposa Leticia Carrillo y sus hijas Tatiana, Lucía y Rebeca.

 

Nos platicaba cómo era que en Culiacán, “todos sabemos quién es quién”, y también de cuando Clouthier compitiera en 1986 por la gubernatura del estado contra Francisco Labastida.

 

En aquellos años Rubén Rocha Moya hacía sus pininos:

 

En 1986 éramos una izquierda chiquitita, imperceptible, testimonial, fui candidato cuando participó Francisco Labastida del PRI, Manuel Clouhtier del PAN, sin recursos, sólo empujados por la ideología y claro tenía y tengo el interés de estar en el gobierno.“, recordaría nuestra querida amiga Irene Medrano Villanueva.

 

Como que la Gran Prensa también ha sido engañada con los estigmas de narcopolíticos que quieren colgarles a Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum.

 

Qué tal.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *