- El “Busco al tonto que te lo crea”
- AMLO soslaya la Docena Trágica
- No quiere EEUU otro Japón al sur
Javier Rodríguez Lozano
Lunes 17 agosto 2020.- “Como veo doy”, es una frase del póker que en la conferencia del Presidente el viernes en Acapulco cayera “como anillo al dedo”.
Primero preguntó Benito Jiménez, de Reforma, y sería olímpicamente “bateado”; más adelante vendría la pregunta de Alberto Morales, de El Universal, y saldría la nota.
Andrés Manuel López Obrador fue preguntado acerca de si “los expresidentes Enrique Peña Nieto o Felipe Calderón, se han pronunciado por ir a declarar ante la fiscalía para aclarar todos” los señalamientos de Lozoya.
Vendría una espléndida anécdota que ilustra cómo manejaba el poder Porfirio Díaz, cuando su compadre Manuel González quiso reelegirse y lo “acusó” de corrupto; sería “perdonado” cuando se retractaba y reconocía el indiscutible liderazgo porfirista.
Y a esa joya vendría otra, ya reiterada más veces, y que muestra lo que realmente quiere López Obrador de la justicia: que como sello de agua o letra escarlata, ciertas personas lleven en la frente el estigma, la leyenda que diga: “Soy un corrupto”.
AMLO citó a don Jesús Silva Herzog (1892-1985) -padre de “El Diamante Negro”, como conocimos muchos a su hijo del mismo nombre (1935-2017)- quien decía que “el peor de los males era que robaban y ni siquiera perdían su respetabilidad”.
López Obrador respondió a la pregunta del reportero y dijo que ayudaría mucho a que los expresidentes declararan, pero primero tiene que probarse, “el que acusa prueba”, para evitar linchamientos injustos.
Y lo otro es la interpretación al Artículo 108 Constitucional (que en tiempos de Manuel González era el 103).
Cuenta Andrés Manuel cómo Manuel González recibió la visita de Díaz para decirle que él no había movido nada en su contra; el compadre del generalísimo buscaba afanosamente en los cajones de su escritorio.
-Compadre, ¿qué haces? -Preguntó don Porfirio.
-Ando buscando al tonto que te lo crea -contestaría González.
Comentó López Obrador que el 108 sería creado en 1857 para establecer que a los presidentes solo se les podía juzgar por Traición a la Patria, se mantuvo en 1917 y está vigente.
“Yo voy a modificar ese artículo. Ya lo hice, ya mandé la iniciativa, nada más que no han querido los legisladores, porque es que nos quitemos el fuero para que el presidente y cualquier autoridad pueda ser juzgada por cualquier delito, como cualquier ciudadano”.
Y enseguida tira al Presidente carambola de tres bandas:
-Por un lado estima que “no solo deben ser dos, sino que se tiene que considerar desde Salinas hasta la fecha”; y por el otro, “yo quiero que este caso lo decida el pueblo, mediante consulta”.
-Y en el tercer embuchacamiento se cura en salud: “Ahora, también que no se confunda nadie. Yo no puedo ser cómplice, no puedo ser tapadera de nadie”.
Ha dicho otras veces AMLO que la tragedia social de México data de hace 36 años.
Hoy se lanza contra Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto, cuando en 1984 gobernaba Miguel de la Madrid.
Y peor aún, ¿dónde queda en la historia de la corrupción y la impunidad mexicana los nefastos sexenios de “La Docena Trágica” de Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo?
¿El 68 y El Halconazo, entre los crímenes de Echeverría, y la nacionalización bancaria y el “nos volvieron a saquear” de la frivolidad del inquilino de La Colina del Perro?
¿Cómo podemos hablar de una cuarta transformación si omitimos, aunque no queramos ser “tapaderas de nadie”, aquellos sexenios que empobrecieron brutalmente a los mexicanos?
Una explicación es que Andrés Manuel López Obrador se iniciaría en la vida política en los años 70s, es decir, en el echeverrismo, cuando los mexicanos más sufridos eran los indígenas.
Permítasenos ahora una anécdota geopolítica que cuenta Alfredo Jalife. Dice que el asesor del presidente Jimmy Carter (1977-81) el polaco Zbigniew Kazimierz Brzezinski, alguna vez advertiría:
-“No queremos otro Japón en nuestra frontera sur”.
(En aquellos años un presidente frívolo gobernaba a México y presumía con el petróleo “la administración de la abundancia” que nunca llegaría).
Brzezinski, esto lo decimos nosotros, advertía a EEUU los riesgos de la expansión mexicana, de la misma manera que su paisano Jozef Retinger (1888-1960) a Harry S. Truman después de la Segunda Guerra Mundial, al promover la creación de los “Estados Unidos de Europa”, hoy conocidos como la Unión Europea, una idea original de Winston Churchill.
En México, Retinger -y esto no lo leímos ni en Martín Luis Guzmán ni en Enrique Krauze- promovió en 1926 la nacionalización petrolera y asesoró a Luis N. Morones (1890-1964) fundador de la CROM y a Plutarco Elías Calles.
Esto explica en mucho la Guerra Cristera y sobre todo, el movimiento obrero organizado del Ancien régime, al unificar no a pequeños países como los europeos en la UE, sino a los sindicatos en la cardenista CTM de Vicente Lombardo Toledano.
Fue, además Retinger, fundador en 1954 del Club Bilderberg, como Brzezinski, miembro distinguido de su Comisión Trilateral; los amos del mundo, en opinión de Cristina Martín Jiménez y Daniel Estulin.
LA COSA ES QUE…
Aquel era el infinito potencial mexicano en los Regímenes Estabilizadores, que la corrupción y la impunidad ha hecho dormitar durante largas décadas.
Qué tal.