- Democracia y libertad dañadas
- Se impone el poder económico
- El presidencialismo disminuido
- “Háganle como quieran”, lema
- Instituciones desoyen a Trump
- “Titán Patriota” y “Tito Morbosín”
El mayor truco del Diablo fue
convencer al mundo que no existía:
Charles Baudelaire.
Javier Rodríguez Lozano
Miércoles 16 diciembre 2020.- El virus de Vuham no solo nos ha arrebatado a más de un millón de personas y empobrecido al mundo, sino también nos impone un nuevo Orden Mundial en el que igual perdemos la democracia, la libertad y el presidencialismo.
Ya lo dijimos en este espacio con mucha anterioridad, al describir a “Los amos del mundo”; también hemos descritos su cronología, desde antes de 1944 con la Conferencia Bretton Woods que otorgara el liderazgo mundial a Estados Unidos y en este 2020 se lo quita para poner a China en su lugar.
Hemos relatado puntualmente en COSA DE PRENSA cómo el poder económico global se instala por encima de reyes, reinas, monarquías, jefes de Estado y presidentes, e impone sus condiciones; también hemos subrayado hasta el cansancio que el interés mundial en los comicios del vecino país no es un candidato u otro, sino una “guerra mundial espiritual” que allá se libra desde entonces.
Las elecciones estadunidenses son más que una contienda entre los hombres y los poderes terrenales, son lo que Paulo Coelho llama la lucha de todos los días entre “Los príncipes de la oscuridad y de la luz”, es decir, del mundo espiritual entre el Bien contra el Mal.
El nuevo Orden Mundial será más o menos como el proceso electoral estadunidense, en el que el poder económico global se instalará una vez más sobre lo que hasta antes del 3 de noviembre conocíamos como democracia para aniquilar de una vez y para siempre al presidencialismo; es decir, “háganle como quieran”, es su lema.
Así le han dicho a Donald Trump muchos de los líderes republicanos en los estados y en la Cámara de Representantes y el Senado, es decir, el Poder Legislativo, como también el Poder Judicial con la Corte Suprema de Estados Unidos, donde los jueces ultraconservadores Alito y Thomas, desoyeron no al Presidente Trump, sino a la Carta de Filadelfia que juraron defender y hacer respetar.
Además del fraude electoral más escandaloso que conozca la historia –seguramente el último porque el mundo entrará a otro sistema para poner a sus gobernantes- lo más escalofriante ha sido ver cómo el sistema democrático de instituciones en Estados Unidos le da la espalda a su Presidente de la Nación.
Atrás, muy atrás queda también el espíritu de la Revolución Francesa que le diera al mundo la separación de poderes –Ejecutivo, Legislativo y Judicial- arenas políticas de fino cabildeo y elegante trato en busca de consensos para dirimir las más espinosas y espeluznantes cuestiones socioeconómicas y políticas de la coyuntura.
Este proceso electoral estadunidense, es honesto subrayar que aún no termina porque tiene dos fechas pendientes por desahogar, adicionales a las del próximo lunes en que los votos del “Colegio Electoral” irán al Congreso:
-El 6 de enero en que el Poder Legislativo de Estados Unidos elegirá oficialmente al nuevo presidente; y el 20 de enero, día que allá le llaman “de la inauguración” del nuevo periodo presidencial, y un día antes de asumir la investidura.
Esas son las fechas pendientes, no hay otras.
Otro de los poderes que renace de entre sus cenizas es el de la prensa mundial, alineada al poder económico global, con todo y su pobreza intelectual y moral, abanderada por la epigrafía de ese texto, frase de Charles Baudelaire.
Al que irremediablemente han tenido que rendirse también los mercados de la opinión pública; es decir, la mayor parte de la población que aún no sabe leer entre líneas ni buscar la verdad de las cosas, acostumbrada a la manipulación de toda la vida.
Porque la mayoría cree que ya se acabó todo, y no es así.
Los ojos del mundo siguen puestos en Estados Unidos y en el “Titán Patriota”, como le llaman a Trump en las redes sociales que han suprimido la libertad de expresión a los periodistas independientes, sin ataduras de ningún tipo de poder, como este espacio, por supuesto, y alineados a “Tito Morbosín”.
LA COSA ES QUE…
La renuncia de la embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, por ejemplo, ha sido pésimamente leída por la gran prensa mexicana, lo cual no es raro, el problema es el daño que genera.
Lo veterana diplomática no abandona el servicio diplomático porque estuviera en desacuerdo con la resistencia del presidente Andrés Manuel López Obrador a reconocer al auto llamado “presidente electo”, Joe Biden.
No, de ninguna manera, ella “tira la toalla” porque ante un hipotético gobierno del candidato demócrata simplemente cambiaría todo el sistema de vida nacional no en Estados Unidos, sino en más de 200 países en el mundo y después de cierta edad ya no está uno para desaprender lo que tanto trabajo ha costado aprender.
Imagínese Usted, amable lector, ¿qué sucedería si el Príncipe de la Luz lograra vencer al Príncipe de la Oscuridad? ¿En qué papel quedarían aquellos líderes que tan bien iban al resistirse a felicitar anticipadamente al candidato demócrata?
Qué tal.