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Horror se horroriza del horror
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Sistema mexicano de justicia
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De Goyo Cárdenas a Rosario
Javier Rodríguez Lozano
CIUDAD DE MÉXICO, lunes 22 agosto 2022.- ¿Cómo será el sistema mexicano de justicia que, al pisar la cárcel, hasta el más torvo asesino ¡se horroriza!, y se convierte en abogado para defender a reos de la injusticia?
Nadie ha escrito, y es muy probable que nunca se escriba, sobre los cientos de miles de casos de personas que, en México, permanecen en prisión por largo tiempo, tan solo porque un agente investigador del Ministerio Público les fincó responsabilidades no comprobadas y un mal juez, que abundan, ignora el expediente.
Hay un caso, de los muchos que han resonado en todos los rincones del mundo, de un agente investigador del Ministerio Público Federal, Gerardo Bedoya Cruz, que en Querétaro acusara a la indígena Jacinta y a otra mujer, de secuestrar a nueve agentes federales; purgaron largos años en la cárcel, hasta que surgió “la justicia divina”, caso por el que el Estado Mexicano ha tenido que disculparse públicamente, por primera y única vez en toda su historia.
Aquello inició en diciembre de 2006, a unos días del inicio del nefasto sexenio de Felipe Calderón, y concluiría en 2009, presagio exacto de lo que sería aquella administración para olvidar.
Después de las “docenas trágicas” de Luis Echeverría-José López Portillo y Vicente Fox-Felipe Calderón, la Cuarta Transformación hasta ahora, tiene a la justicia social en su epicentro, pero es tan grande la injusticia que varios sexenios no bastarán para conseguir lo que románticamente se propone; no al menos, mientras sobreviva el cáncer de la corrupción en el Ministerio Público.
Recordamos con afecto a Ana Ignacia Rodríguez, “La Nacha”, quien, con la Tita Avendaño, serían las dos únicas mujeres que caerían presas en la penitenciaría de San Martha Acatitla, durante el Movimiento Estudiantil de 1968, y sus conversaciones sobre sus inhumanas experiencias carcelarias.
Otra anécdota fuerte es ésta: Al Palacio Negro de Lecumberri llegaría en 1942 un asesino serial, que en su época horrorizaría a la sociedad al masacrar a cuatro jovencitas, pero no tanto al presidente (sí, adivinó Usted, amable lector, a nuestro villano favorito) Luis Echeverría Álvarez, quien “por ser un ejemplo de rehabilitación para la sociedad”, lo indultaría.
Se llamó Gregorio Cárdenas Hernández, “El estrangulador de Tacuba”, quien “horrorizado” por las injusticias del Ministerio Público, que encarcela a la gente sin averiguar su inocencia o culpabilidad, en la cárcel estudió Derecho y como pasante, defendería a muchos presos.
Otro de los incontables crímenes del Monstruo de San Jerónimo Lídice, un “muy mal ejemplo para la sociedad”.
Por eso, a reporteros policiacos como quien esto escribe, no sorprende la reacción de Rosario Robles Berlanga, al salir libre, después de tres años de presuntamente injusto encarcelamiento, durante los cuales aprendió más de la vida que en sus 63 años anteriores; especialmente, de las injusticias del Ministerio Público.
Implicada en “La estafa maestra”, Robles Berlanga confesó a periodistas al recuperar su libertad, que durante tres años esperó su juicio que nunca llegó:
“Fueron tres años de mucho aprendizaje, tres años en los que he conocido en carne propia la injusticia… A partir de ahora dedicaré mi vida a defender las causas de las mujeres que sufren las injusticias del sistema penal mexicano”.
Reconoció la exfuncionaria del sexenio de Enrique Peña Nieto, que la visita del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, ayudó a visibilizar la situación de un gran número de mujeres que permanecen presas sin un debido proceso judicial:
“Yo soy una de las 180 que están en el juzgado Décimo Cuarto de amparo por estar en prisión preventiva excesiva y espero que como aquí se comprometió se haga justicia para todas las mujeres que están injustamente recluidas en Santa Martha Acatitla”.
¿Por qué fue encarcelada Rosario Robles?
Muy simple: el juez Felipe de Jesús Delgadillo Padierna, sobrino de la diputada Dolores Padierna, le decretó prisión preventiva por una licencia de conducir falsa, que presentó el Ministerio Público como “elemento de prueba” de “La estafa maestra”.
Por supuesto, bienvenida la liberación de Rosario Robles, independientemente de que tampoco esté más o menos bien sustentada la decisión del juez, que se basó en la hipertensión, rinitis crónica y problemas de cadera que padece la exfuncionaria, como suficientes para cambiarlas por prisión domiciliaria.
O sea, un sistema mexicano de justicia muy desaseado de principio a fin.
Por eso y por muchísimas otras cosas más, es que la tendencia que lleva el proceso de Sucesión Presidencial 2024 podría desembocar en una mayúscula sorpresa, de la que no sería beneficiarios nadie de quienes ahora son mencionados.
Naturalmente, esa tendencia apanica al conservadurismo, por ejemplo, el de un académico de nombre Carlos Carranza, que escribe este domingo en Excélsior, acerca de los días Patrios y “el protagonismo del que tradicionalmente gozan las Fuerzas Armadas durante esos días”.
Y considera posible que, “aquellos gritos y desplantes teatrales, en los que muchos y muchas proclamaban en contra de la ‘militarización’ que se intentaban en otros sexenios, hoy sean convertidos en el silencio cómplice y alcahuete de lo que habían acusado”.
Por ello, agregó, “no cabe duda, los clarines del Ejército se escucharán con otro volumen ante los aplausos de la feligresía; se presentarán como la única alternativa a la violencia que enciende al país”.
Aunque desinformadamente contextualizado, no se equivoca este señor Carranza: es, en efecto, la única opción.
LA COSA ES QUE…
Si algunos movimientos sociales registrados en la historia de la humanidad han sido exitosos -como las revoluciones Francesa de 1789, las Rusa y Mexicana de 1917 y la Cultural China de 1966, por ejemplo- lo fueron porque privilegiaron la justicia social.
Y si la 4T busca verdaderamente la transformación tendrá que ordenarle al Ministerio Público impartir justicia social, no solo con la disciplina y la eficiencia del espíritu militar, sino también con los valores, que en las Fuerzas Armadas de hoy no son negociables.
Son la única opción.
Qué tal.