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Las “guardias” de fin de año en La Prensa
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En 2020 Biden robó las elecciones a Trump
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Y surgirían los liderazgos de China y Rusia
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Dante muestra a Beatriz la miseria humana
Javier Rodríguez Lozano
CIUDAD DE MÉXICO, miércoles 6 noviembre 2024.- Me acuerdo cuando en días previos a la Navidad, “los pollos” de la cooperativa La Prensa, como nos llamaba don Mario Santaella y de la Cajiga, a los reporteros novatos de 1975 (“que decíamos lo que otros callaban”), y cubríamos no solo la Noche Buena, sino todas las posadas y hasta el último minuto del año, en que nacían en los hospitales la primera y el primer ciudadanos, y nos íbamos a entrevistar a sus mamás… No había desvelada inútil, todas servían a la “vox populi”… a La voz del pueblo.
Este martes 5 y miércoles 6 de noviembre de 2024, es una historia semejante, porque debíamos quedarnos toda la madrugada despiertos, para vigilar que no le volvieran a robar las elecciones a Donald Trump, como ocurriera en 2020, cuando también madrugáramos, para sorprendernos por ahí de las 23 horas estadunidenses, cuando Trump llevaba arrolladora ventaja, de repente “se caería el sistema”, y cuando volviera, casi con los primeros rayos del nuevo día, era Joe Biden el que apabullaba.
¡Inconcebible!
A partir de aquellos momentos, el exalcalde de Nueva York, aquel que había vencido a la delincuencia con “el efecto de la ventana rota”, Rudy Giuliani, echaba a andar un ejército de cientos, sino es que de miles de abogados que en Estados Unidos y en el mundo (Frankfurt y Barcelona, principalmente), documentarían un descomunal fraude electoral, con el que -admítase o no, es lo mismo- la nación, hasta entonces más poderosa del mundo, que se distinguía por haber sido desde 1954, en que se entronizara globalmente con el dólar, la cuna de la democracia, perdía todos sus liderazgos.
(Giuliani, en estos momentos del martes 5 de noviembre de 2024, acaba de desocupar sus propiedades inmobiliarias en Manhattan, donde los “demócratas” por mandato del corrupto sistema judicial estadunidense, pretenden cobrarle 148 millones de dólares, por “difamación”, en aquellas cinco mil hojas que documentaran el fraude electoral de Biden, que hoy paga factura a El Universo).
Xi Jinping y Vladimiro Putin entenderían las señales y de inmediato se ocuparían de llenar el enorme espacio, que había quedado tan humillantemente desocupado en aquellas elecciones de noviembre de 2020.
El 20 de enero del año siguiente, Biden sería investido presidente de EEUU, cinco días después, en el Foro Económico de Davos, Suiza, aunque digitalmente por la pandemia, Xi Jinping proclamaba a China como nuevo líder mundial, envuelto en la bandera del multilateralismo, y ante la indignación estadunidense, que en desquite enviaba a la OTAN a cercar a Rusia en Kiev, donde El don apacible de Mijail Shólojov, nos recuerda que Ucrania es Rusia y Rusia es Ucrania, y por eso estallaría la guerra civil el 24 febrero de 2022.
Aquello fue lo que hoy dicen mejores pensadores que nosotros: “Como si el Oso se clavara una espada en el vientre”.
Aunque muy pocas personas y naciones lo entiendan, existe la justicia divina. Hoy no tendremos ninguna necesidad de desvelarnos y cubrir la guardia nocturna, para saber quién ganó las elecciones en Estados Unidos.
Al cierre de esta columna, pasadas las 22:00 horas, “proclamamos” ganador a Donald Trump, que -permítasenos decirlo- tenía un acuerdo no escrito, pero sí valorado; oculto, subterráneo, desde “los sótanos del poder” como describiera Ortega y Gasset”, pero no impuro, con Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que: “El discurso electoral, el discurso oficial, el discurso político y los hechos, son escenarios totalmente distintos”.
Ningún presidente de Estados Unidos, desde George Washington en 1789, cuando estallaba la Revolución Francesa, hasta Biden en 2024, que ha reducido a la humanidad a su mínima expresión, ninguno ha sido tan amigo de México como Donald Trump.
Otra enseñanza que beneficiará tan pronto como se asimile, es que las izquierdas y las derechas, es decir, los partidos políticos, tienen el mismo valor que una moneda de 15 centavos; aquí, en China y en Chinconcuac. Esto es: Ninguno.
Así que las “bravuconadas” de Trump, de poner aranceles del 25% a las exportaciones mexicanas, si no controla inmigración y narcotráfico, son puras vaciladas, tan sin sentido, como el muro que prometiera electoralmente en 2016 y reiterara en 2020.
Kamala Harris, en cambio, que operara desde la Vicepresidencia y el Senado -jurisdiccionalmente, no contrapuestos- el fraude electoral de 2020, incluso, y de manera más sobresaliente, el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, cuando el Congreso dictaminaba y certificaba el fraudulento “triunfo” electoral de Joe Biden, es adicta a las armas y a la estupidez bideana, y si ella hubiera ganado, entonces sí, México estaría en problemas de muy difícil resolución.
Repetimos: en la vida de las personas y de las naciones, hay justicia divina; y lo que sigue para Estados Unidos, para México y el mundo, serán historias muy diferentes, en las que los malos nada podrán hacer contra los buenos; los tiempos han cambiado.
Y que no se espanten, porque sin aspaviento alguno, ni “brinco, con y sin huarache”, México ya no tolerará estupideces de los malos mexicanos, como en 1836, 1847, 1909, 1988, 1994, 2000, 2006 y 2012.
Hoy, para que ellos -los conservadores de la impunidad y de la corrupción-, se pasen de vivos, les va a costar, “un poquito de gracia y otra cosita”.
Después de las 21:00 horas de este martes, tanto The Washington Post como The New York Times, y no se diga The Times, de Londres, presumían nuevos “métodos para observar las elecciones”, más sin embargo, los números hasta entonces eran ampliamente favorables a la candidatura presidencial de Donald Trump, con significativa ventaja de los republicanos en el Congreso (que el color es lo de menos, porque ya no nos dice nada), tanto en el Senado como en la Diputación, o Cámara de Representantes.
Más allá de otros escenarios en las elecciones estadunidenses de 2024, vale la pena imaginar lo que será el futuro de la Gran Prensa en el mundo (The Washington Post, The New York Times, The Times de Londres, y todos los demás grandes libelos, grandes mentirosos, que han atacado con todo a Donald Trump, que ahora vuelve a ser uno de los líderes mundiales más importantes, porque pondrá en su sitio a todos los conflictos bélicos del momento.
Le teme la OTAN, porque habrá de desaparecer antes de 2028; y la Gran Prensa, porque sus riquezas habrán de volver a las arcas de los Estados, para la supervivencia de una humanidad masacrada por “los peces gordos”, y eso ya se acabó, el mundo no puede sobrevivir con tanta maldad.
Trump, como Sheimbaum en México y cualesquiera otros estadistas que quiera en el mundo, deberán investigar y documentar, que todos los grandes medios de comunicación son propiedad del Estado, vía “la cultura fiscal”… Y deberán volver al Estado, para que ésta redistribuya los beneficios a la gente que lo necesite.
Nadie en las cúpulas del poder, debe hacer lo que Echeverría en México, en 1976, donde su estupidez golpeara a la cooperativa de Excelsior, regalándosela a los españoles, como Olegario Vázquez Raña; igual que La Prensa y El Sol de México, a su hermano Mario Vázquez Raña; y los demás, como Reforma y Milenio (voceros Bilderberg, porque así los nombrara su paisano y corresponsal Bilderberg, Lorenzo Zambrano), además de El Economista y El Financiero, financiados lo mismo que las ongs, como Mexicanos Contra la Corrupción, con dinero de Estados Unidos.
Por supuesto, las elecciones en Estados Unidos, son una suerte de “guerra mundial”, y permítasenos decir que el triunfo de Trump es también el triunfo de México y del mundo… Y de las mujeres y los hombres libres, aunque la libertad sea una pesada carga, con la que no puede cualquiera… Es solo para elegidos.
LA COSA ES QUE…
Lo dijimos al principio, hoy abandonamos “la guardia” electoral, para irnos a festejar el triunfo de los hombres y las mujeres libres y buenas y buenos del mundo.
Lo demás, son imaginarias imágenes de los huéspedes obligados por sus pendejadas, de aquel inenarrable hoyo negro, lúgubre, incendiario y sangriento, que tanto horrorizara a Beatriz cuando el Dante le presumía las miserias humanas.
Qué tal.