Leo Montañez Castro
- Ya no existen izquierda ni derecha
- José Ortega y Gasset y la política
- Colores partidistas son incoloros
- Se votará x personas no x partidos
Javier Rodríguez Lozano
Viernes 26 marzo 2021.- Una de las grandes lecciones que nos dejó -al menos a nosotros- el pasado proceso electoral de Estados Unidos, es la agonía de la democracia y la pérdida de significado de la izquierda y de la derecha.
Anteayer se nos acabó la tinta y no abundamos como pretendíamos, en la metáfora de José Ortega y Gasset, porque para nosotros también es ese hermoso juego de palabras, “probablemente el poder más fértil que posee el hombre”.
Hablamos del “Divide y vencerás” desde el emperador romano Julio César (100-44 A.C.) y el corso Napoleón (1769-1821), hasta el nacimiento de los primeros partidos políticos: Tories (conservador) y Whigs (liberal) en la Inglaterra del siglo XIX y la Conferencia Bretton Wood (1944) y la fundación del Club Bilderberg (1954).
Con unos 70 años de anticipación, Ortega y Gasset, que decía que “no vivimos para pensar, sino que pensamos para vivir”, definió mejor el artero golpe de muerte a la democracia y el espíritu del fraude electoral del 3 de noviembre de 2020 en la Unión Americana, perpetrado por el Dragón Rojo (China).
(Vaya manera tan grotescamente desagradecida de devolver el favor al Tío Sam, que en 1939 enviara en secreto a sus Tigres Voladores, a expulsar de su asiático territorio a los japoneses que lo habían invadido, causando tantas muertes como las bombas atómicas de 1945):
“Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía (parálisis) moral”.
Desde aquellos límites del pensamiento -decimos nosotros- se suele exaltar lo bueno de una “arraigada convicción” e ignorar también lo malo; y a la inversa. No hemos sido capaces de discernir los riesgos existenciales de los que ya nos advertía Ortega Gasset:
“Nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión”.
Y eso y sus múltiples variantes, han hecho que la ciencias políticas estén hoy, en el tercer milenio, más devaluadas que nunca; porque desde el Imperio Romano y hasta el Nuevo Orden Mundial, la humanidad se tropieza una y otra vez con la misma piedra, esa que Ortega y Gasset describe así:
“No niego que pueda haber otras causas bien fundamentadas para el odio que varias clases sienten hacia los políticos, pero la principal me parece que los políticos son símbolo del hecho de que cada clase debe tener en cuenta a todas las demás clases”.
Y éste es el quid del asunto, esto es, la cosa es que, ninguna clase dominante toma en cuenta a las demás clases, porque si así fuera, dejaría de ser dominante.
Y nos recuerda Ortega y Gasset, por si a alguien sirve de algo, que “el bienestar de las democracias, independientemente de su tipo y estado, depende de un pequeño detalle técnico: el derecho al voto. Todo lo demás es secundario”.
El 6 de junio de 2021 México y Aguascalientes vivirán la primera elección en su historia, en la que las ideologías y los partidarismos saldrán sobrando, empezando por sus colores:
-El azul y blanco mariano y judaico, el más espiritual de todos; el tricolor, de un nacionalismo perdido en el atardecer de los tiempos; y los demás, que aunque quieran -guinda o amarillo o verde- nunca podrán ser parte del arcoíris de la nueva normalidad, donde son ya todos (políticamente hablando) incoloros.
LA COSA ES QUE…
Al menos en Aguascalientes, y muy seguramente en el resto del país ocurrirá lo mismo, el nuevo voto, el post pandémico y el de la quinta dimensión (investíguelo Usted mismo) ya no votará por colores, sino por personas.
Y aquí, en Aguascalientes, los perfiles de los principales candidatos están más que claros.
Para la alcaldía capitalina Morena presenta a un empresario ambicioso, Arturo Ávila, que nada tiene que ver con el servicio público y mucho menos con el bienestar social, bandera icónica de la 4T, y por lo tanto no es garantía de nada y no será votado por un sano juicio.
PRI presenta a la diputada federal Norma Guel Saldívar, sin prácticamente nada qué hacer en una alberca demasiado grande para ella y la política no es un juego; a menos que el INE le eche la mano con la urna electrónica, lo cual tampoco se descarta porque se ve venir.
Y la coalición PAN-PRD presenta a un joven excepcionalmente honesto
-Leo Montañez Castro- (cuyo único defecto es precisamente su partido), es experimentado, fue diputado local y funcionario municipal en los últimos seis años y cuenta con todo para ser el próximo alcalde de Aguascalientes.
Estos escenarios ocurrirán siempre que el sentido común se haga sentir, ése que también nos recuerda José Ortega y Gasset:
“El pasado no nos dirá lo que debemos hacer, pero sí lo que debemos evitar”.
Qué tal.