- El debate de la Reforma Eléctrica
- “Alzaré mis ojos a los montes”
- Y ahora, ¿quién podrá defendernos?
- Malos mexicanos nos entregarán
- Naufragio seguro, el de México
Javier Rodríguez Lozano
CIUDAD DE MÉXICO, lunes 18 abril 2022.- Muy dramático momento, quizás presagio de un seguro naufragio, ocurrió cuando el líder priista Alejandro Moreno Cárdenas, emitiera lapidaria proclama al asegurar en su discurso: “La Reforma Eléctrica no pasará” y lo remataría diciendo que le gustaría que los morenistas “vieran los rostros de derrota moral que tienen.
Eran las 17:24 horas, catorce minutos antes el presidente del CEN del PRI había iniciado su intervención en tribuna, interrumpida con intervalos que sumaron cuatro minutos, donde además de sembrar el presagio del naufragio, enseñoreó, sin querer, el hermoso salmo 121 que dice: “Alzaré mis ojos a los montes: ¿De dónde vendrá mi socorro?”, y que El Chapulín Colorado hiciera popular con su peculiar estilo: “Y ahora, ¿quién podrá defendernos?”
Él mismo –Alito, le dicen- lo subrayaría, arropado por medio centenar de diputados y diputadas en tribuna, con pancartas a mano alzada, que el presidente de la mesa directiva, Sergio Gutiérrez Luna, pedía no obstaculizaran la visibilidad del presídium; él mismo diría: “Nunca en los últimos 50 años, México había vivido momentos tan difíciles”.
Y quien esto escribe coincide con esto último: después de 56 años de periodista, muchos de ellos en la crónica parlamentaria, nunca habíamos visto un país tan disminuido, en el que todos los políticos –mujeres y hombres- dicen amara a México y por ello votarán a favor de la Reforma Eléctrica y otros muchos, en contra. ¿Quién miente?
Como periodistas con memoria, lo mismo que el pueblo que perdona, pero no olvida, sabe también quién miente, para aterrizar en una triste moraleja: Nos gusta la mentira.
En la última media hora de la 17, tocó el turno al coordinador de la bancada morenista, Ignacio Mier, para decir que en las próximas horas se votaría la Reforma Eléctrica, no solo porque se habían incorporado las 12 observaciones de los grupos de oposición, sino porque el propio PAN había reconocido la presencias de las mismas, en el dictamen correspondiente.
Sin embargo, el activismo de Alejandro Moreno no cesó y como director de orquesta, aunque sin batuta, pero a mano alzada, dirigía muy bien el coro de priistas que apabullaron a Mier con otro clásico: “¡Quiere llorar! ¡Quiere llorar! ¡Quiere llorar! ¡Quiere llorar! ¡Quiere llorar!”
No fue suficiente que el diputado Mier accionara una grabación histórica, que el narrador atribuía a Lázaro Cárdenas, en ocasión de la Expropiación Petrolera de 1938, sin embargo, el audio de reminiscencia más bien se refería al pensamiento de Adolfo López Mateos emitido el 27 de septiembre de 1960 que decía:
“Les devuelvo la energía eléctrica, que es propiedad de la nación, pero no se confíen porque en años futuros algunos malos mexicanos identificados con las peores causas del país entregarán de nuevo el petróleo y nuestros recursos a los inversionistas extranjeros”.
El “¡quiere llorar! ¡Quiere llorar! ¡Quiere llorar! ¡Quiere llorar! ¡Quiere llorar!”, se repetiría otras ocasiones más, a pesar de que Gerardo Fernández Noroña acusara, en una intervención para solicitar moción de orden, al líder nacional del PRI, como el orquestador de es “¡Quiere llorar!”, que su bancada “cantaba” a coro, con precisión musical.
Y sí, el rostro del presidente de la mesa, Gutiérrez Luna, lo mismo que los de muchos y muchas morenistas, no eran nada halagüeños; parecía que tenían perdido también el debate, porque el tablero rojo que registra la asistencia de las y los diputados y que reflejaba solo una ausencia –una candidata a gobernadora en Quintana Roo- parecía hablar y decir que entre los 499 asistentes no se hallaban los más de 50 votos que necesitaba MORENA para aprobar la primera reforma constitucional propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Tenemos que escribir esta columna a buena hora y le hubiera gustado abordar el tema de la Reforma Eléctrica, pero el receso de la sesión de la Cámara de Diputados lo impidió y decidimos sustituir con un homenaje póstumo a nuestra amiga Rosario Ibarra de Piedra.
En la primera etapa de la campaña presidencial de Rosario Ibarra de Piedra, su cobertura de prensa –que incluía a este reportero, entonces para el periódico El Universal- las condiciones operativas no podrían ser más pobres; esa es la palabra: pobres.
LA COSA ES QUE…
Al filo de las 18:30 horas, las aguas del océano de San Lázaro continuaban turbulentas y el único naufragio asegurado que se vislumbraba en la lontananza del debate, sin la menor duda, no era el de la Reforma Eléctrica y los de los bloques parlamentarios, sino el de México, el más doloroso de todos.
Qué tal.