COSA DE PRENSA

 

  • ¿La 4T, un regreso al pasado?
  • La dicotomía de Enrique Krauze
  • Cancelar el orden democrático

 

Javier Rodríguez Lozano

 

AGUASCALIENTES, Ags., jueves 3 enero 2019.- Anoche, cuando escuché a Enrique Krauze decirle a Leonardo Curzio en su noticiero televisivo, que no sabía si la Cuarta Transformación en realidad modernizaría al país, o si al contrario, sería un regreso al pasado, me perdí, aunque pronto me reencontré. Dícese que “en la forma de agarrar el tacto se conoce a quien tiene hambre”. Nosotros, en este oficio de darle cierta coherencia a las letras y relativo sentido a las ideas, encontramos de inmediato en aquella frase krauciana incomprensible pero al mismo tiempo absurda, con presunta inmadurez intelectual. Ridícula sí, por supuesto, si hablamos de aquel estudiante de ingeniería que en 1968 acuñara su liberalismo en el Movimiento Estudiantil, con el que llegaría tres años después, a convertirse en valioso auxiliar del director de la revista Plural, en Excélsior, el poeta Octavio Paz Lozano. Puntilloso escritor, Krauze, autor de La presidencia imperial, Caudillos culturales en la Revolución Mexicana, Mexicanos eminentes, Siglo de caudillos y Por una democracia sin adjetivos, entre muchos otros, ayer nos confundió las dudas que manifiesta al no estar seguro en el progresismo y el liberalismo de la 4T. Pero sin embargo, más adelante, aterriza en el otro extremo de su dicotomía, al reconocer las bondades del discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador, en contra de la corrupción y a favor de los pobres, “esto hay que reconocerlo y lo reconozco”… Fíjese Usted amable lector, que escuchar hoy a Enrique Krauze, al promover su libro El pueblo soy yo, que saliera al mercado meses antes de las elecciones presidenciales, se dirige sin mencionarlo –como decir sin decir- como lo hiciera 12 años atrás, a la posibilidad de que tanto en 2006 y 2012 Andrés Manuel López Obrador ganara la Presidencia. Krauze explica su escrito así en abril de 2018: “Este libro es un pequeño viaje histórico, un testimonio personal, una acumulación de lo visto, oído, leído, conversado y aprendido sobre el poder personal absoluto. Y es también una argumentación crítica contra quienes, en nuestro tiempo, sienten encarnar cuatro palabras que, juntas, deberían ser impronunciables: el pueblo soy yo”. Obviamente, este libro fue escrito en el marco del inminente triunfo lopezobradorista y con él se remataban 18 largos de años del temor a que eso ocurriera… Veamos, en Letras Libres, en su artículo encabezado El mesías tropical de junio de 2006, Krauze escribió: “Si los grandes presidentes revolucionarios percibieron el riesgo del personalismo y el populismo dentro de un orden político autoritario, mucho mayor ha sido el riesgo ahora, en un orden abierto donde el caudillo López Obrador puede aprovechar la dispersión del poder para afirmarse personalmente con ‘el pueblo’, por encima de las leyes y las frágiles instituciones. Pero no se trata solo de un populista sino de un populista nimbado (con aureola sobre la cabeza) de santa ira. Cuando desapareció su amor y reapareció su beligerancia, no pensé que su actitud fuera incoherente. Amor e iracundia son rasgos de todo redentor, hasta del redentor de los Evangelios, con quien López Obrador, en un arrebato místico ante las cámaras, llegó a equipararse: ‘Fue perseguido en su tiempo, espiado por los poderosos de su época, y lo crucificaron’. Justamente ahí ha estado mi reparo irreductible hacia el personaje. Su mesianismo me parece incompatible con la democracia… Se dirá que en el hipotético caso de llegar al poder respetaría los contrapesos republicanos, las libertades, las instituciones y las leyes, pero toda su biografía apunta a lo contrario”.

LA COSA ES QUE…

Seis años más tarde Enrique Krauze volvería al tema, también en Letras Libres en su artículo El pueblo soy yo, de agosto de 2012: “Si la concatenación jurídica de los hechos conduce a la anulación e invalidez de las elecciones por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la celebración de nuevos comicios y el eventual triunfo de López Obrador, México tendría la experiencia de un redentor en el poder. De ocurrir por la vía institucional, ese advenimiento no sería ilegal ni antidemocrático. Pero una vez consumado, la dominación a que daría lugar podría desvirtuar y aun cancelar el orden democrático”; qué tal.

 

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *