COSA DE PRENSA

 

 

  • Peso moral de las opiniones
  • “Por el bien de la sociedad”
  • El reportero nunca se jubila

 

Javier Rodríguez Lozano

 

AGUASCALIENTES, Ags., jueves 21 de junio de 2019.- Hablemos hoy de una de las grandes tradiciones, el más difícil de los géneros de los periódicos del mundo: Muchos de ellos no expresan su criterio periodístico a través de un editorial, como lo hacen los impresos más importantes de los países desarrollados y no, incluso, de la capital de nuestro país. Decimos esto porque un editorial es el espacio textual más importante de un periódico y a través de él se pueden y se deben expresar opiniones, consideraciones y expectativas, así como aciertos y desaciertos de tal o cual fenomenología política, económica y social, que ningún otro género periodístico podría hacer con semejante peso moral. No, por ejemplo, un artículo editorial (como en provincia llaman a “los editoriales” firmados por los colaboradores), una columna de opinión o análisis, un reportaje, entrevista o crónica. Ningún género periodístico tiene el peso moral, reiteramos –en muchos periódicos desperdiciado- que el editorial de un diario… En este marco, comentamos el editorial del diario estadunidense The Washington Post del lunes, que dice que Andrés Manuel López Obrador se parece a Donald Trump, porque el tipo de propuestas del candidato presidencial mexicano son muy parecidas a las del presidente de la Unión Americana, “lo cual no quiere decir que se puedan llevar bien”. Y que si ganara el tabasqueño, significarían “más problemas en ambos lados de la frontera”. AMLO “favorece por ejemplo un Tratado de Libre Comercio de América del Norte renegociado con más altos salarios, pero indicó que López Obrador busca también acotar las exportaciones agropecuarias y energéticas a Estados Unidos”. Agregó el periódico, que con los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein sacaran de la Casa Blanca en 1972 al republicano Richard M. Nixon, por el espionaje de Watergate, que: “El político mexicano está reevaluando la reforma energética de México, especialmente en la apertura a inversiones extranjeras, además de apoyar la cancelación de la reforma educativa que rompió el poder de ‘los corruptos sindicatos magisteriales”. Además de que algunos de sus colaboradores son cercanos a los gobiernos de Venezuela y Cuba, postula el editorial de The Washington Post… En otro escenario, Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de la Ciudad de México –y por ello, jefe de la Iglesia Católica- pidió a la feligresía votar el 1 de julio próximo con un voto razonado, informado y en libertad; no dejarse llevar por las encuestas. Hizo un llamado: “En estos días que estamos tan cerca de la jornada electoral, vayamos los católicos especialmente comprometidos con nuestra fe, a llevar un voto razonado, reflexionado, movido y pensado en el futuro de México, y que no sean las encuestas las que decidan por nosotros, sino nosotros decidir con nuestro voto”… ¿Qué lectura habría que darle a este posicionamiento, que tiene más peso que la injerencia del clero en las pasadas elecciones y que en su homilía aludida no citó en ningún momento al bien común, sino al “bien de toda la sociedad”? Aguiar Retes aconsejó votar por el gobierno que permita expresar convicciones de fe públicamente para colaborar con problemas de la sociedad… Son pocas las figuras del periodismo mexicano que son inolvidables, no por la riqueza material que acumularan o las obras de arte atesoradas en sus casas, no como manifestaciones culturales, sino regalos de políticos. (¿Dónde están Las Tarascas de Morelia o Los Leones de Chapultepec?) Uno de estos personajes es Carlos Ferreyra Carrasco, reportero de quien nadie podremos escribir jamás con precisión su real estatura. Escribió en Facebook sobre la salida de Gerardo Galarza a la dirección adjunta de Excélsior.

LA COSA ES QUE…

(Gerardo) “cree que merece bienestar y tiempo para la familia y el descanso. En esas ando y no lo recomiendo. El ansia de expresar lo que se ve, lo que se siente y lo que se sabe, es incontrolable. Quizá logre transformar su experiencia profesional en obra literaria mitad imaginación, que le sobra, y mitad datos que prefiera no revelar en forma distinta”. En otras palabras, decimos nosotros: Un reportero nunca se jubila; qué tal.

 

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