-¿Qué pasará en las elecciones
-Y todos su pusieron de acuerdo
-Hoy, igual que hace 30 años
Javier Rodríguez Lozano
AGUASCALIENTES, Ags., lunes 30 de abril de 2018.- En la sucesión presidencial de 1988 Marco Antonio Blásquez cubría la campaña del ingeniero Heberto Castillo, ícono de la izquierda de entonces, que luego “abdicaría” en favor de Cuauhtémoc Cárdenas. Hoy es senador del Partido del Trabajo por Baja California; Fidel Samaniego Reyes, “narigón cronista” (+) y Víctor González, cubrían la de Carlos Salinas de Gortari y quien esto escribe, después de una primera etapa de 15 días con Rosario Ibarra de Piedra, se incorporaría a la de Manuel J. Clouthier del Rincón, el verdadero “Jefe” e irrepetible “Maquío”, no hubo ni habrá quién como él en eso de ponerle nombre a las cosas. La más importante de sus profecías se cumplió hace ya algunos años: “Mis amigos, México ya cambió: contigo, sin ti y a pesar de ti”. Aquella campaña presidencial fue larguísima, muchos meses de gira por todo el país, en todos los estados y en los más importantes de sus dos mil 400 municipios… Unos dos meses antes de la elección de 1988, más o menos como en los momentos en que nos encontramos ahorita, a pesar de que no teníamos el contacto cotidiano que da la redacción de los periódicos diarios en circunstancias normales, cuando nos veíamos al menos una vez al mes, los reporteros nos poníamos al corriente de lo que pasaba en las respectivas campañas. Por ejemplo, Heberto Castillo no necesitó mucho tiempo para advertir la fuerza de Cuauhtémoc Cárdenas; Rosario Ibarra de Piedra, en aquella su primera etapa por el occidente del país, abrevó muchas voluntades en el Partido Revolucionario de los Trabajadores de Edgar Sánchez. A su paso por Tijuana, Mexicali, Culiacán, Guaymas, Mazatlán, encontraba a excombatientes de la “Guerra Sucia”. Uno de ellos –“El Guaymas”- nos impresionó hasta la médula cuando platicamos con él y nos dijo que un cuñado de Luis Echeverría (Álvaro) había financiado a un instructor alemán para capacitar en la lucha armada a quienes luego serían conocidos como integrantes del Frente Revolucionario Armado del Pueblo, el FRAP. Aquello explicaba por qué Miguel Nazar Haro “El Perro”, limpiaría con quirúrgica “pulcritud” al país de la guerrilla de entonces; toda sería eliminada o desaparecida… Los reporteros de El Universal que cubríamos las campañas presidenciales teníamos el pulso de lo que ocurría entonces… Hoy, 60 días de las elecciones, no solo los periodistas que cubren las campañas presidenciales saben cómo están las cosas, sino toda la nación. La gran mayoría de los mexicanos nos estamos haciendo en estos momentos las mismas preguntas que en 1988. Lo realmente sorpresivo sería que al acudir a las urnas, como asegura José Antonio Meade con eso de “llegar rayando el caballo”, nos hubieren cambiado todas las respuestas… “¿Qué va a pasar?”, nos preguntábamos hace 30 años cuando los reporteros sabíamos que Salinas podía perder y que a pesar del enorme empuje de la campaña de Maquío, sería el ingeniero Cárdenas quienes ganaría aquellas elecciones. Ya desde entonces, Clouthier se oponía a reconocer los resultados. Aquello sería la discusión con los empresarios regiomontanos al pasar por allá, cuando se nos perdiera de vista por varias horas. En algunos lugares, como en Hermosillo con Cuauhtémoc o en Mérida con Salinas, se juntaban las campañas y los reporteros podíamos saludarnos y conversar un poco. La pregunta era la misma: “¿Qué va a pasar?” Tres décadas se han encargado de responderla: el país fue dilapidado como en venta de garaje que no reportó ninguna ganancia, una transición que tampoco hizo verano, el regreso del dinosaurio y bueno, más de lo mismo en materia de corrupción e impunidad. Pero dentro de todo ello, algo que no había ocurrido desde 1917: ponerse de acuerdo entre todas las fuerzas políticas para hacer 11 reformas estructurales.
LA COSA ES QUE…
Es un hecho que la gran mayoría de los mexicanos estamos en contra de la corrupción y la impunidad, que vemos en todos los signos políticos, de derecha-centro-izquierda, ahondando la morelense brecha entre opulencia e indigencia. La pregunta es la misma: ¿Qué pasará?; qué tal.