COSA DE PRENSA

 

 

  • Académicos de UAA y la Feria
  • Salud pública, la más dañada
  • Casino y Palenque, oscuridad

 

Javier Rodríguez Lozano

 

AGUASCALIENTES, Ags., lunes 16 de abril de 2018.- Catapultar con la Feria de San Marcos la economía local en los pasados años tuvo entre sus propósitos de prosperidad uno inédito y oculto, tanto como modesto y reservado, para no herir las susceptibilidades de los monopolios: Potenciar el circulante de dinero para ayudar a todos, no solo a los capitanes de la industria, el comercio y los servicios locales, y los itinerantes, pero a un costo social elevadísimo, impensado. Pasa desapercibido por los mecanismos tradicionales de difusión, por eso para acreditar el tema nos vamos a las fuentes académicas, que al menos hasta 2010 exhibían visiones de más largo aliento que las actuales. Tal es el caso del estudio Impacto Social de la Feria Nacional de San Marcos, abril-mayo de hace ocho años, de los especialistas de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, coordinados por Fernando Plascencia Martínez: Fernando Padilla Lozano, Olivia Flores Castillo y Luis Daniel Cueto López… Las conclusiones que suelen reservarse para el final los académicos de la UAA los adelantaron de una buena vez, en el segundo párrafo de su introducción, el 1. Planteamiento del problema: “Algunos efectos negativos que se le atribuyen a la Feria pueden ser perfectamente mensurables (medidos o valorados), se expresan como aumentos cuantitativos: efectos en la elevación de embarazos no deseados en adolescentes, ausentismo laboral y reducción consecuente de la productividad, relajación de las normas de comportamiento con prejuicio (“perjuicio”, diríamos nosotros) de la disciplina familiar en particular y social en general…” Pausamos aquí para recordar que los indicadores más recientes muestran aumentos en el consumo de alcohol y drogas, lo que se refleja en la hostilidad de los jóvenes, por ejemplo, los de entre 12 y 29 años de edad contemplados por la Encuesta  de Cohesión Social Para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia, del Inegi y la Secretaría de Gobernación 2014, que señala a la ciudad de León como la más inhóspita, superada por la de Aguascalientes, donde cuatro de cada 10 jóvenes han cometido vandalismo, usado armas o pertenecido a grupos criminales; y segundo lugar nacional en consumo de alcohol, primer paso a la drogadicción, grave daño a la salud pública si considera lo acotado por la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017, que dice que el abuso del alcohol se asocia con más de 64 enfermedades… Regresamos al segundo párrafo del estudio de la UAA acerca de la Feria 2010, al subrayar los aumentos cuantitativos: “Mayor ingesta de alcohol y drogas, peligro de contraer enfermedades contagiosas y despilfarro económico con sus respectivos efectos sobre el patrimonio familiar”, es decir, más y más pobreza… Parece ser suficientemente clara la dicotomía o paradoja de la Feria de San Marcos, creada hace 190 años: Aguascalientes aporta tanto al Producto Interno Bruto Nacional como el estado de Guerrero, principal productor de estupefacientes, el 1.4%, y también, uno de los más pobres del país. La derrama económica de la Feria el año pasado, de unos siete mil millones de pesos, la mayor parte de ellos, “golondrinos”, no compensa los ríos de dinero que requiere un sistema de salud pública aguascalentense, en la lontananza de sus expectativas… Creíamos que el refrán popular que dice: “Tanto peca el que mata la vaca, como el que le detiene la pata” era de Agustín Yáñez, Juan Rulfo, José Revueltas, Oscar Lewis o Luis Buñuel, de sus célebres radiografías de la pobreza, pero no. Existe una versión según la cual se trata de una frase popular cubana, incluso, incorporada a su Código Penal, surgido cuando a alguien que presenciaba cómo mataban una vaca y luego se comía un bistec, le caerían cuatro años de cárcel, y ni Nana Nina ni Tres Patines lo pudieron defender.

LA COSA ES QUE…

Igual que con Carlos Lozano de la Torre, se ha demostrado que el Casino y el Palenque de la Feria han sido y son operados sin ética y honestidad, y Martín Orozco Sandoval, como en toda la seguridad pública, también se limita a detener la pata: ¡Cieeerren las puertas!; qué tal.

 

 

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