COSA DE PRENSA

 

 

  • ¿Por qué “A calzón amarrado?”
  • Macro reportaje de 640 cuartillas
  • ¿Qué queda de ‘Dictadura Perfecta’?

 

Javier Rodríguez Lozano

 

AGUASCALIENTES, Ags., jueves 22 de marzo de 2018.- Apuesto a que es una curiosidad saber, o al menos suponer como quien esto escribe, por qué Irma Serrano tituló su libro A calzón amarrado, mejor conocido como “A calzón quitado”, escrito por Elisa Robledo, reportera de Armando Ayala Anguiano en la revista Contenido (donde también trabajamos) de Novedades y editado en 1969 con  testimonios de la Tigresa. Ella diría ahí de don Gustavo, para la crónica seria, y “El Chacal de Tlatelolco” para sus críticos: “Lo conocí en una de tantas reuniones de políticos. Aquel personaje era un don nadie pero llegó a ser el gusano mayor para regir los destinos del país durante seis años. Descubrí que era más atractivo de lo que me imaginaba, no de su físico del cual han hecho tantas bromas, sino de su intelecto. Tiene una personalidad un tanto especial: es simpático, duro a veces, determinante y necio igual que yo”… La trama es clara, en las alcobas de las casas de la chiapaneca en el Pedregal y Las Lomas surgiría una gran fortuna, por las devaluaciones que vendrían, que luego sería conocida como “Fru-Fru”, de las calles de Donceles en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Un dato curioso es que de un incidente pasional en Los Pinos, por un bofetón de Irma, don Gustavo resultaría lastimado de la retina de un ojo, que a la postre lo llevaría al sepulcro… Creemos que la Serrano le puso así a su libro porque sabía que no le iban a creer todos los secretos de alcoba que ponía entonces en un tendedero… Así estamos algunos periodistas después de cinco décadas en el ajo. La primera vez que escribí de las elecciones presidenciales fue hace 37 años, lo publicó el periódico La Prensa durante poco más de dos meses. Habíamos reporteado durante seis meses en los archivos de las ediciones de “El periódico que decía lo que otros callaban”. Las ediciones más viejas estaban grabadas en microfilmes de acetato. Ahí nos diplomamos en Sistema Político Mexicano. No nos alcanza este espacio para detallar los principales escenarios explorados, los más interesantes hallazgos descubiertos. Sin embargo, uno de los logros mayores de aquel macro reportaje de 640 cuartillas, que nunca había publicado periódico alguno, y que jamás volvió a publicar alguno otro, fue lo aprendido en elecciones presidenciales… Más allá de concluir que los mejores candidatos en aquel 1981-82 eran Miguel de la Madrid Hurtado y Javier García Paniagua, ir a los sótanos del poder político de México fue la mejor experiencia, como diría José Ortega y Gasset. ¿Por qué los mejores candidatos, cuando estaban también Emilio Martínez Manaotou, Pedro Ojeda Paulla, Javier Rojo Gómez, José Andrés de Oteyza “El Churumbel”, Julio Rodolfo Moctezuma, Fernando Solana Morales, Francisco Merino Rábago, Emilio Mújica Montoya, Porfirio Muñoz Ledo y Carlos Tello Macías, descendiente de don Porfirio, entre otros? Búsquese y léase en las hemerotecas las crónicas de la época y se confirmará que nuestro enfoque en aquella sucesión presidencial sería el acertado. José López Portillo tendría problemas serios para decidirse entre De la Madrid, con quien México se incorporaba a la globalización, y el hijo de don Marcelino García Barragán, con un gran expediente policiaco de la Guerra Sucia, esa de la que 50 años después, Ana Ignacia Rodríguez Márquez, “La Nacha”, una de las integrantes del Comité Nacional de Huelga, dice no saber por qué…Miguel de la Madrid tendría como adversarios en otros partidos políticos de oposición nada menos que a Rosario Ibarra de Piedra, cuyo hijo Jesús, activista neolonés, nunca apareció; Pablo Emilio Madero, que seis atrás le había corrido a López Portillo dejándolo solo; y Arnoldo Martínez Verdugo, representante del comunismo mexicano, con líderes de verdad, no como los de ahora.

LA COSA ES QUE…

La experiencia mayor de aquel macro reportaje de La Sucesión Presidencial en el periódico de La Prensa, 1981-82, fue haber conocido piedra a piedra, tabique a tabique, de qué estaba hecho aquel gran edificio conocido como PRI construido en 1929 y transformado en el cardenismo para ser rebautizado por Miguel Alemán en 1946. Aquella vargasllosiana “dictadura perfecta” haría agua en el 2000. Luego le seguimos; qué tal.

 

 

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