COSA DE PRENSA

 

 

  • “¿Quién es el narco en Guerrero? La gente”
  • Lo que nunca ha dicho la prensa
  • AMLO no está tan equivocado

 

Javier Rodríguez Lozano

 

AGUASCALIENTES, Ags., jueves 15 de febrero de 2018.- Las Sagradas Escrituras fustigan al hombre que busca las señales en el cielo, sin ver las que tiene en sus narices; o lo que es lo mismo, vemos el bosque pero ignoramos los árboles. Otro de los indicios de que Andrés Manuel López Obrador no está tan equivocado, acerca de su propuesta de amnistiar al narcotráfico, nos lo acaba de ofrecer el pasado 10 de febrero el periódico español El País. Después, el 13 siguiente, El Universal se refirió a lo mismo pero matizado. Firmada la nota por Elena Reina, empezamos con un encabezado pulitzereano: “El Obispo que susurra al narco en Guerrero”, y relata un texto tanto conmovedor como dramático, que indiscutiblemente revela en muy pocas palabras, lo que académicos, especialistas, expertos y políticos, no han podido decir en kilómetros y kilómetros de análisis y verborrea: El cultivo y tráfico de estupefacientes no tiene remedio en México. Veamos lo que dice la periodista Elena Reina en El País: “El obispo Salvador Rangel tenía una misión: salvarle la vida a un sacerdote. Quien había decidido que aquel cura debía morir no era un hombre fácil de convencer, era el líder de uno de los carteles de droga más poderosos de la sierra de Guerrero. Hace unos dos años, le pidió a una monja que lo acompañara a subir aquella peligrosa montaña. Y desde entonces, acude con frecuencia, porque está convencido de que los de ahí arriba son los únicos que gobiernan la región. Su diócesis, cuenta, no puede permitirse una baja más. La semana pasada asesinaron a balazos a dos de los suyos”… Y en el cuerpo de la impecable información nos cuenta la periodista Reina escenarios que muchos periodistas mexicanos conocemos, pero que solo escriben los que aceptan de antemano su sacrificio por el amor al oficio de informar. Continúa su relato: “—Qué bonitos se ven los cerros sembrados de brócoli. —No es brócoli, hermana, es amapola. Todo Guerrero está en manos del narcotráfico’, declara sin tapujos el padre. Rangel, ataviado con una sotana blanca, bordada en los puños por pequeños detalles florales morados, típicos de la tierra donde trabaja, acaba de oficiar una misa en la gran Basílica de Guadalupe —el templo católico más importante del país—. La nave central y única, pues la iglesia es circular, con capacidad para 10.000 fieles, estaba prácticamente llena. La mayoría eran peregrinos recién llegados de aquella zona del sur de México, que coreaban su nombre como si se tratara de una estrella de rock. ‘Me dijeron de parte del Gobierno que no hiciera más declaraciones. A ver quién aguanta más, ellos o yo’, sentencia el padre después de pedir que se diesen la paz”… Nunca antes, puede decirlo quien esto escribe, en sus últimos 52 años de reportero, habíamos leído algo tan impresionantemente dramático y real. Lo explica mejor la periodista española Elena Reina: “El obispo de Chilpancingo (Guerrero) mantiene un frente abierto con las autoridades estatales y federales desde que decidió emprender una peligrosa cruzada por su cuenta: poner paz en aquel infierno, aunque para ello tenga que dialogar con los criminales. Pero las relaciones con el Gobierno y la Iglesia se han tensado en los últimos días, tras el asesinato de dos sacerdotes la semana pasada: el padre Germain Muñiz e Iván Añorve, cuando regresaban de una fiesta en un conocido municipio de la entidad, Taxco”.

LA COSA ES QUE…

Lo que dice a continuación la multicitada periodista española del periódico El País, Elena Reina, lo fecha (lo ubica) en Chilpancingo, Guerrero, pero podemos entenderlo como en cualquier parte de México, donde quiera ocurre lo mismo, en mayor o menor medida. Plantea: “¿Quién es el narco en Guerrero? Es la gente. La mayoría de sacerdotes tratamos con ellos. Es imposible cerrar los ojos, todos nos conocemos’, explica el padre en una entrevista a este diario”. El prelado narra cómo desde niños los guerrerenses se inician en la cultura de los estupefacientes, al cuidar con sus pequeñas manitas la amapola, luego de adolescentes convertirse en halcones y más adelante menudistas o sicarios. Todo un drama al que solo podría, efectivamente, enfrentársele con diálogo, como propone Andrés Manuel López Obrador, y como era en la Dictadura Perfecta del México priista previo a Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, “que no supieron mover el abanico”; qué tal.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *