COSA DE PRENSA

  • Las andanzas del reportero
  • Se debe proteger la fuente
  • Difícil ganarle a los medios

 

Javier Rodríguez Lozano

 

AGUASCALIENTES, Ags., jueves 14 de diciembre de 2017.- Hace muchos años, cuando reporteaba la nota roja para La Prensa, me llegó un citatorio del Ministerio Público. “El hueso”, como le decíamos a los ayudantes, lo puso sobre mi escritorio diciéndome: “Ahí te hablan”. A una lado estaba mi máquina Olivetti, a la que algunos compañeros le ponían candado para que los suplentes nos las usáramos, tal era la envidia de los veteranos de entonces a las nuevas generaciones de la época, a las que el director general don Mario Santaella nos llamaba “pollos”. Y es que el día anterior había aparecido en la contraportada mi reportaje sobre un casero que había echado a una familia a la calle porque ya no pudieron pagar la renta. Entrevistados entre el tilichero del menaje de casa, ya podrán imaginarse el enorme drama de verse en el calle y sin dinero. Los vecinos me contaron que no era la primera vez que eso ocurría, que incluso el casero recurría a las artes oscuras, al diablo, para correr a los inquilinos que no le pagaban a tiempo. Y así se publicó: “Casero invoca al diablo para correr a inquilinos que no le pagan”… Naturalmente, consulté con mis jefes aquel citatorio del Ministerio Público, no era común que un representante social exigiera al reportero que identificara su fuente: “¿Quién le dijo a Usted que el propietario de esa vecindad en la calle de Emilio Carranza, en Portales, invoca al diablo para correr a los inquilinos que no le pagan?”, me preguntó con cierto enojo el agente del Ministerio Público. Mi formación reporteril hasta entonces, me indicaba que salvo un juez –hablo de 1977- ninguna autoridad puede exigirle a un periodista que revele su fuente. Y así lo hice, le respondí al subalterno de Abraham Polo Uscanga, entonces director general de Averiguaciones Previas, que mi fuente habían sido los vecinos y me negué a mencionar sus nombres. Pero ahí aprendí mucho de ese tema porque a partir de ese momento el Ministerio Público se convirtió en mi villano favorito y vaya las historias que encontré. Una de ellas, una caja de zapatos llena de billetes de alta denominación, que alguien muy cándidamente “abandonó” en la barandilla del Sector Central de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal; no se la acababan… Bueno, la reminiscencia viene a cuento por un hecho trascendental para el periodismo y su relación con el poder, por la controversia surgida entre Ricardo Anaya y el periódico El Universal, de Juan Francisco Ealy Ortiz. Resulta que el magistrado del Tercer Tribunal Unitario en Materia Civil y Administrativa del Primer Circuito, Manuel Suárez Fragoso, resolvió como procedente la apelación de El Periódico de la Vida Nacional, en su pleito contra el candidato presidencial del PAN y redujo aún más la réplica solicitada por el queretano. El expresidente blanquiazul calificó de falsas las publicaciones del periódico en muchos de sus puntos, sin embargo el juzgador encontró que ninguno era falso aunque algunos carecían de precisión. Como sea, el punto es que la tozudez nada política, de Anaya, le ha llevado a enfrentarse con el periódico mejor posicionado desde ya algunas décadas, es decir, el más influyente del país. Lo vivimos, nadie nos lo contó, escribía en él el extraordinario columnista político Francisco Cárdenas Cruz en los tiempos en que nuestro jefe de Información era el desaparecido Emilio Viale Fiestas. Reitero respetuosamente, viví aquel 1991 cuando después de la primera de 1989 en Baja California, Carlos Salinas de Gortari bajara a Ramón Aguirre Velázquez y otorgara la gubernatura de Guanajuato a Vicente Fox, quien la cedió a Carlos Medina Plascencia, entonces alcalde de León; es decir, la segunda “concertacesión” de las muchas que habría en el Salinato.

LA COSA ES QUE…

El Universal leía correctamente las tendencias, sabía que los “triunfos” de la oposición se multiplicarían y apoyó desde entonces, con todo y sin reserva, a Vicente Fox. Reitero, lo vivimos. Y suponiendo sin conceder, que estos argumentos a alguien resulten exagerados, quedaría una pregunta: ¿Podrá algún político llegar a la cima de sus ambiciones personales, sin la ayuda de los medios de comunicación? Nadie se pelea con la cocinera; qué tal.

 

 

 

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