COSA DE PRENSA

  • Genialidad política de EPN
  • Pero, “no se hagan bolas”
  • Reaparece “liturgia priista”

 

Javier Rodríguez Lozano

 

AGUASCALIENTES, Ags., sábado 25 de noviembre de 2017.- El primero de los 500 asesinados atribuidos a Carlos Salinas de Gortari en su sexenio se llamó Francisco Javier Ovando, perredista michoacano, y la periodista más odiada por el que “ni oye ni ve”, se llama Martha Anaya, porque tuvo la osadía de encuerar la “concertacesión” –adjetivo acuñado por otro señor periodista, Francisco Cárdenas Cruz- con que se hiciera del poder… Martha Anaya describiría en su libro 1988, el año en que calló el sistema, el gran berrinche de Manuel J. Clouthier con Diego Fernández de Ceballos, Luis H. Álvarez, Carlos  Castillo Peraza y Luis Felipe Bravo Mena, que lo invitaban delante de Carlos Salinas de Gortari a aceptar que había ganado las elecciones en 1988. “Pero te voy a vigilar, te voy a cuidar las manos, para asegurarme de que cumplas tus compromisos y que le cumplas a México”, algo más o menos en ese sentido le advertiría el recio sinaloense al hijo adoptivo de Agualeguas, que por cierto, sale de su escondite a agitar las aguas de la sucesión presidencial. Entonces, doña Martha Anaya no es ninguna inocente en la crónica política, por eso llama la atención la “timba, jiribilla y rampaboya” que nos recuerda que “nada es lo que parece”, contenida en su columna de ayer en El Heraldo de México, donde aventura con desparpajo: “¡Sopas! Va pa’ trás Meade”, y en su texto postula: “El Presidente ‘salió a apagar el fuego’, refieren algunos de los testigos de ese momento. Esto ocurrió entre las tres y las cuatro de la tarde, durante los festejos del Día de la Armada, luego del abanderamiento de un barco… Y lo que dijo el Jefe del Ejecutivo a propósito del supuesto ‘destape’ que hiciera el canciller en favor del titular de Hacienda, fue un ‘andan bien despistados todos…” El resultado mediático logrado por Enrique Peña Nieto es excelente: una jugada de inspiración en el ajedrez político muy semejante a dos anteriores, inolvidables también para la historia de su sexenio. La primera se llamó Reformas Estructurales, a través de las cuales el Presidente reunió a todas las voluntades políticas, que después de 1917 con la Carta Magna, nadie había logrado en México. Y la otra fue nada menos que la invitación que Luis Videgaray hiciera al candidato presidencial estadunidense Donald Trump, para venir a México, y no solo eso, sino aparentar una animadversión que tendrá su culmen poco antes de las elecciones presidenciales de 2018 en México, cuando la amenaza de un vecino venezuelizado haya desparecido.

LA COSA ES QUE…

Hoy nuevamente, Peña Nieto y Videgaray vuelven a tejer muy fino y armar toda una trama en la que, aparentemente el canciller metería “la pata” al elogiar desusadamente a José Antonio Meade, comparándolo con Plutarco Elías Calles, para luego salir el Presidente a decir que “andan bien despistados todos”. Jugada magistral en la que, apoyado por experimentados analistas como Martha Anaya, nos quieren vender la idea de que la sucesión presidencial todavía no está decidida. Nosotros creemos que sí, que sí está decidida, pero que será un inédito procedimiento, surgido de lo más avanzado de la “liturgia priista” moderna, la de Peña Nieto, la que legitime el proceso y la postulación de Meade; qué tal.

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