COSA DE PRENSA

  • Netza y La Teoría de las ventanas rotas
  • Por eso exige orden en los lotes baldíos
  • Su fenomenología afecta a todo sector

Javier Rodríguez Lozano

AGUASCALIENTES, Ags., viernes 17 de noviembre de 2017.- Cuando el regidor Netza Ventura Anaya propuso al pleno edilicio que de acuerdo al Código Municipal se exija a propietarios mantener limpios y en buenas condiciones estéticas los lotes baldíos, que en la capital del Estado suman unas dos mil hectáreas, no se refería precisamente a la no menos importante necesidad de mantener en las mejores condiciones de belleza urbana, sino más bien a la imperiosa necesidad de impedir que crezcan –como lo hacen- los índices delictivos, por más que se maticen con declaraciones oficiales que fácilmente son rebasadas por la lacerante realidad. Entonces, “lo que el regidor Ventura quiso decir” –diría Rubén Aguilar Valenzuela si fuera su vocero como lo sería de Fox, pero le tendría que cobrar más o menos ocho millones de pesos como su empresa Afan Consultores Internacionales al gobierno de Coahuila en los últimos cinco años hasta el pasado- es que más importante que la belleza urbana es la seguridad de la población, actualmente vulnerada por los delincuentes y los delitos… Podría decirse, desde un punto de vista etimológico, que la raíz de la exigencia de Netza Ventura se fundamenta en el gran éxito que tuviera el alcalde de Nueva York, Rudolph Giulliani, al aplicar contra la criminalidad La teoría de las ventanas rotas (a través de su política “Tolerancia Cero”) del psicólogo social Phillip Zimbardo, importante porque como se ha documentado, “su aplicación cubre amplias áreas de nuestra vida”. No debiera decirlo, pero fuera del citado edil presidente de la Comisión de Cultura, ninguno de sus homólogos identificó esa joya, además, de la sociología… El experimento de Las ventanas rotas se aplicó en 1969 en el peligroso, conflictivo y delictivo barrio neoyorkino del Bronx: El psicólogo dejó su auto sin placas y con las puertas abiertas. Bajo discreta observación, en 10 minutos empezó a ser desvalijado. A los tres días no quedó nada de valor y empezó a ser destruido… El mismo experimento se llevó a cabo en otro suburbio, pero este rico, en Palo Alto, California. Transcurrió una semana sin que nada le pasara. Entonces Zimbardo golpeó el auto con un martillo y rompió una de sus ventanillas. Una vez adquirido el aspecto de abandono el vehículo, los vecinos lo vandalizarían igual que al del Bronx y confirmaría la teoría, que es clara: “Si en un edificio aparece una ventana rota y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por los vándalos. ¿Por qué? Porque se está transmitiendo el mensaje: ‘aquí nadie cuida de esto, esto está abandonado”, como ocurre en Aguascalientes con el abandono policiaco.

LA COSA ES QUE…

Pero lo mejor es que La teoría de las ventanas rotas es extrapolable –transversal, diría la oralidad política pueblerina- al ocurrir su fenomenología en prácticamente todos los ámbitos de la vida cotidiana, como no repintar el grafiti de las paredes o muros, o si el árbitro no saca temprano la tarjeta amarilla y se la va de las manos el partido, si toleras la factura sin IVA y, como con ciertos liderazgos, si te alejas del periodismo crítico pero constructivo, como lo hace el Palacio de Rincón Gallardo, ese abandono afeará toda una administración; qué tal.

 

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