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Partidos políticos inútiles
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Se bañan en ríos de dinero
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Vienen, “comen y se van”
Javier Rodríguez Lozano
AGUASCALIENTES, Ags., jueves 9 enero 2020.- Antes de 1988, cuando a Manuel Bartlett “se le cayó el sistema”, el Gobierno gastaba –que no, invertía- todo el dinero del mundo, para mantener la hegemonía del partido oficial, el Revolucionario Institucional. Si estuvieran documentados los dineros gastados en aquellos comicios que se robó Carlos Salinas de Gortari y que le cambiaron a México su manera de pensar, se vería sin embargo, que es muchísimo menos que el del universo de dinero que actualmente gasta la burocracia electoral, desde partidos políticos mediocres que no llegan a ningún lado, hasta los institutos más o menos tradicionalistas, como Acción Nacional, el ya citado PRI y los de la izquierda representados en varios frentes, como el Partido del Trabajo, Morena y hoy, hasta el Partido Verde, los mismo que consejeros y magistrados electorales… En realidad, no son 32 años los que las y los mexicanos hemos tenido que soportar un sistema político corrupto e impune, sino 44 años, porque habría que añadirles “la docena trágica” de Luis Echeverría y José López Portillo; qué aguante, son muchos años. ¿Y que han hecho los partidos políticos desde entonces? Prácticamente nada, en favor del pueblo y el desarrollo del país; y sí, mucho, en la fabricación de nuevas familias inmensamente ricas. Y todavía en 2006, a 18 años de “la caída del sistema”, se repitió otro escandaloso robo electoral, esta vez a cargo de Felipe Calderón, quien “ganaría” con 244 mil votos de diferencia, sin que el árbitro electoral cómplice hiciera caso de las 800 mil boletas fraudulentas denunciadas por Andrés Manuel López Obrador. Lo que resultó al país fue una guerra de sangre que aún no termina y un monumento a la corrupción llamado Genaro García Luna, regalo todo, del Partido Acción Nacional. ¿Qué han hecho los partidos políticos por México y su gente? Es la pregunta… Tres años después, en 2009, el expresidente Miguel de la Madrid Hurtado conmovió al país al confesar al periódico The New York Times, en una autobiografía de las elecciones presidenciales de 1988, que hubo manipulación para que su partido, el PRI, ganara; también, que tres años después, en 1991, fueran quemadas las boletas electorales para borrar toda evidencia, que se hallaban almacenadas y resguardadas por el Ejército en el Palacio Legislativo de San Lázaro. Aquel mismo año, De la Madrid confesaría también, en una entrevista para la televisión, que el Revolucionario Institucional había perdido las elecciones de 1988 debido al descontento social provocado por la crisis económica. En otra entrevista con Carmen Aristegui, Miguel de la Madrid acusaría a Carlos Salinas de Gortari de robarse la mitad del erario y que Raúl Salinas, hermano del expresidente, tendría nexos con el crimen organizado. Aquello fue un escándalo mayúsculo, tan grave quizás como el asesinato de Luis Donaldo Colosio de 1994 en Lomas Taurinas, o los terremotos de 1981; gravísimo porque horas después, el expresidente tuvo que retractarse, por miedo a las represalias. Todo ello, regalo del Partido Revolucionario Institucional… El propio Manuel Bartlett, colmillo retorcido en esto de la política, diría al periódico del regiomontano Alejandro Junco de la Vega, el 7 de julio de 2017, que se habían manipulado las cifras de la elección presidencial de 1988 para que ganara Carlos Salinas. Aunque también denunciaría que el PAN había sido cómplice. Ya hemos documentado en este mismo espacio cómo Diego Fernández de Ceballos, Carlos Castillo Peraza, Luis Felipe Bravo Mena y Luis Héctor Álvarez, presionaron a Manuel J. Clouthier para que todos reconocieran el “triunfo” de Salinas de Gortari. Bartlett señalaría a Diego de haber aprobado la quema de las boletas del fraude electoral, era obvio… Cuarenta y cuatro años de corrupción e impunidad es lo que han regalado a las y los mexicanos todos los partidos políticos, junto con su aparatosa burocracia electoral, desde El Instituto hasta el Tribunal y los árbitros electorales estatales, una parafernalia de vividores a los que el sistema político no ha podido frenar.
LA COSA ES QUE…
Otro grave error del sistema electoral mexicano es la aprobación sin escrúpulos de partidos políticos que nunca llegan a ninguna parte y ya desparecieron, pero que sí, sin embargo, le han costado al país nada menos que cinco mil 245.3 millones de pesos durante los últimos 10 años: Nueva Alianza, el Partido Humanista, Encuentro Social, y el Partido Socialdemócrata; qué tal.