COSA DE PRENSA

  • Destierran a periodista 28 años

  • Cuando cayó “El Águila” Huerta

  • Asesinan a 131 en dos décadas

Javier Rodríguez Lozano

AGUASCALIENTES, Ags., miércoles 8 enero 2020.- Ayer, a propósito, no solo dejamos pendiente para hoy el relato sobre la tercera línea del sumario que dice: “Ayer, destierro; hoy, muertes”, sino también ésta que es la ruta natural del relato que nos lleva a la historia del periodista antimaderista y huertista Nemesio García Naranjo, opositor a la Revolución, quien fuera perseguido por presidentes mexicanos durante 28 años, a la caída de Victoriano Huerta en 1914, pero nunca -como ahora ocurre al periodista incómodo- atentarían contra su vida. García Naranjo podría haber sido pero no lo fue, pariente del excelso caricaturista michoacano Rogelio Naranjo, fallecido en 2016… Ayer decíamos: “Cuenta Ana María Serna Rodríguez en el mismo texto que: “Nemesio García Naranjo, una importante figura pública en las letras, el periodismo y la tribuna mexicanos de la primera mitad del siglo XX, narró en sus Memorias, publicadas en diez tomos, una reflexión sobre su relación con el poder como periodista opositor a la Revolución que retrata muy bien el tejido político de este periodo. García Naranjo relataría su odisea iniciada apenas caía Victoriano Huerta, el verdugo de Francisco I. Madero: “Viví fuera de México durante 28 años, y creo que con la excepción del general Leonardo Márquez, el doctor Aureliano Urrutia y el licenciado Rodolfo Reyes, ningún otro mexicano puede jactarse de un récord tan largo de destierros. ¿Por qué se fue más riguroso conmigo que con mis compañeros del Cuadrilátero’ y los demás derrotados de 1914? La respuesta es obvia: a fines de 1912 y a principios de 1913, publiqué en mi diario La Tribuna dos artículos intitulados ‘Galería de traidores’ y ‘Águila que cae’, que fueron considerados como subversivos por los revolucionarios que sucedieron al general Huerta en el ejercicio del poder. Don Venustiano debe haber compartido el mismo credo y por eso me cerró las puertas del país. El general Calles pensó probablemente que mi pluma era peligrosa y me aplicó la misma sanción. ¡Como si los soldados que se insubordinan necesitaran escritores que los empujaran a la rebelión! Obregón, que era más inteligente, me dejó entrar en el país, seguro de que no le podía causar daño, como en efecto, no se lo causé. Portes Gil y Ortiz Rubio no revocaron las órdenes que había dado Calles y, por consiguiente, durante sus gobiernos tuve cerradas las puertas de México. En cambio, el presidente Abelardo L. Rodríguez […] levantó la prohibición y pude volver a mi tierra. El presidente Cárdenas, con mucho menos cultura, pero con intuición más clara que sus antecesores, no sólo me dejó vivir en paz, sino que no opuso la menor objeción a la publicación de mis artículos periodísticos que criticaban los actos de su gobierno. Comentando esta liberalidad con su ex secretario particular, licenciado Agustín Leñero, le conté una anécdota que pinta de cuerpo entero a Federico el Grande. En un día de tantos, salió el rey a hacer un paseo matinal por las calles de Berlín y le llamó la atención un cartel fijado en una esquina. Se detuvo a leerlo con mucho cuidado, y al terminar la lectura, procedió a continuar su paseo. Como aquel cartel era de oposición, uno de los cortesanos que lo acompañaban, se permitió preguntar al monarca si había leído bien el documento. —Sí, contestó secamente Federico. ¿Y no piensa hacer nada vuestra majestad? —No, respondió el rey—; y luego arengó muy sutilmente: El pueblo de Prusia y yo hemos concertado un pacto, conforme al cual él puede decir lo que le guste y yo puedo hacer todo lo que quiero. Y esa misma filosofía fue la del presidente Lázaro Cárdenas: los periodistas dijimos todo lo que se nos ocurrió y él hizo todo lo que le dio su regalada gana. […] Esto lo habría entendido el general Obregón, pero no don Venustiano Carranza ni el general Calles”. Y esto mismo es lo que hacen hoy en día el pueblo de México y el presidente Andrés Manuel López Obrador.

LA COSA ES QUE…

Ayer, a mediados del pasado Siglo XX, la pena capital del periodista incómodo era el destierro; hoy es en muchos casos, la muerte. Artículo 19, agrupación de periodistas, documenta que de 2000 a la fecha se han documentado 131 asesinatos de periodistas en México, 121 de ellos hombres y 10 mujeres. De ellos, 47 durante la gestión de Enrique Peña Nieto y 11 en lo que va de la Cuarta Transformación; qué tal.

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