COSA DE PRENSA

 

 

  • Fin a la sobreexplotación amazónica
  • La Iglesia, vs atentados a indígenas
  • Su defensa, un principio evangélico

 

Javier Rodríguez Lozano

 

AGUASCALIENTES, Ags., jueves 31 octubre 2019.- El Sínodo Para la Amazonía, que se llevó a cabo en Roma del 6 al 27 de octubre, aprobó -además del nuevo pecado contra la ecología- 19 grandes temas que actualizan a la Iglesia Católica en esa región de América Latina. Su lema fue: “Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”. A pesar de la gran religiosidad, un sínodo no es algo que toda la feligresía conozca. Se trata de una institución permanente, creada en 1965 por el Papa Pablo VI, en respuesta de los Padres del Concilio Vaticano II, para mantener vivo el espíritu de colegialidad nacido de la experiencia conciliar. Sínodo significa “caminar juntos” y se puede definir como una asamblea de obispos para aconsejar al Papa en la tarea de gobierno de la Iglesia. Juan Pablo II decía que, “es una expresión particularmente fructuosa y un instrumento de la colegialidad episcopal”… El pasado lunes, el vocero de la Diócesis de Aguascalientes, presbítero Felipe Gutiérrez Rosales, informaba de las principales recomendaciones obispales a Su Santidad. Entonces citamos solo tres de ellos, como el nuevo pecado ecológico, el sacerdocio para hombres casadas y las mujeres en los diaconados. Hoy continuamos con que el documento final de los obispos fue la “creación de un Observatorio Socioambiental Pastoral, fortaleciendo la lucha en defensa de la vida”. También: “Proponemos crear ministerios especiales para el cuidado de la ´Casa Común’ y la promoción de la ecología integral a nivel parroquial y en cada jurisdicción eclesiástica, que tengan funciones, entre otras cosas, el cuidado del territorio y de las aguas, así como la promoción de la encíclica ‘Laudato sí”. Igual, “crear un rito amazónico propio, una Iglesia que denuncie los atentados contra los indígenas y su tierra: “La Iglesia se compromete a ser aliada de los pueblos amazónicos para denunciar los atentados contra la vida de las comunidades indígenas, los proyectos que afectan al medio ambiente, la falta de demarcación de sus territorios, así como el modelo económico de desarrollo depredador y ecocida”. Es más, agrega el texto obispal, se recuerda que “la defensa de la tierra no tiene otra finalidad que la defensa de la vida”. A renglón seguido, el texto llama a “defender los derechos a la libre determinación, la demarcación de territorios y la consulta previa, libre e informada”, teniendo en cuenta que “para la Iglesia, la defensa de la vida, la comunidad, la tierra y los derechos de los pueblos indígenas es un principio evangélico, en defensa de la dignidad humana”. Al respecto, se dedicó un punto especial a los Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario, que no superan el centenar en la Amazonía, con quienes también se compromete la Iglesia en la defensa de sus derechos, en especial, la inviolabilidad de sus territorios, a través de “acciones de incidencia” hacia los Estados. En su punto número 7 de 20, el documenta final rechaza una evangelización de estilo colonialista: “al igual que todo proselitismo. Frente a ello se plantean “procesos claros de inculturación de nuestros métodos y esquemas misioneros”. Se propone a los centros de investigación y pastoral que estudien “las tradiciones de los grupos étnicos amazónicos” para defender su identidad y cultura a través de “acciones educativas” que favorezcan la inculturación. Para ello, urge conocer “sus lenguas, sus creencias y aspiraciones, sus necesidades y esperanzas”. Estos planes educativos han de tener “la ecología integral como eje transversal”. “La Iglesia tiene la oportunidad histórica de diferenciarse de las nuevas potencias colonizadoras escuchando a los pueblos amazónicos para poder ejercer con transparencia su actividad profética” … En el 8 se habla de la ecología integral como único camino posible: “la ecología integral no es un camino más que la Iglesia puede elegir de cara al futuro en este territorio, es el único camino posible, pues no hay otra senda viable para salvar la región”.

LA COSA ES QUE…

“Es urgente enfrentarnos a la explotación ilimitada de la ‘Casa común’ y de sus habitantes”, reclaman los obispos sinodales, para lo que llaman a la comunidad internacional a proporcionar más recursos económicos, “un modelo de desarrollo justo y solidario” y herramientas para frenar el cambio climático.

 

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